En lo más alto del Pucará de Tilcara, Jujuy, un hombre está sentado mirando el paisaje. Lo contrataron para cuidar que ningún turista se rompa los huesos metiéndose por donde no debe. Pero, ya que a esa hora hay pocos visitantes, él se dedica a mirar, inmóvil, la inmensidad silenciosa y quieta; no hace otra cosa más que mirar, sin mover un músculo, como si fuera a fundirse en el paisaje& Y uno siente que hay algo ahí que se le escapa, más allá de la belleza inconmensurable del paisaje de la quebrada de Humahuaca, que se ve desde lo alto majestuosa y eterna. Pocos lugares hay que provoquen esa sobrecogedora emoción en el alma…
En lo más alto del Pucará de Tilcara, Jujuy, un hombre está sentado mirando el paisaje. Lo contrataron para cuidar que ningún turista se rompa los huesos metiéndose por donde no debe. Pero, ya que a esa hora hay pocos visitantes, él se dedica a mirar, inmóvil, la inmensidad silenciosa y quieta; no hace otra cosa más que mirar, sin mover un músculo, como si fuera a fundirse en el paisaje& Y uno siente que hay algo ahí que se le escapa, más allá de la belleza inconmensurable del paisaje de la quebrada de Humahuaca, que se ve desde lo alto majestuosa y eterna. Pocos lugares hay que provoquen esa sobrecogedora emoción en el alma.
Los pueblos del río Grande
La quebrada de Humahuaca es un lugar mágico que, luego del furor turístico que despertó la declaración de Patrimonio de la Humanidad y de un crecimiento caótico y a veces descuidado, está comenzando a tomar conciencia de la importancia de preservar sus particularidades. Si los gringos se enamoran de las casas de adobe, piensan los lugareños, no deben estar tan mal, ¿para qué seguir probando con otros materiales en nombre del supuesto "progreso"? De hecho, cada vez se ven más hoteles boutique nuevos, construidos según las costumbres de la región y sin alterar el paisaje, y ofertas turísticas con el encanto y el sabor auténticos del norte argentino.
Sin duda, la Quebrada es mágica. Son unos 170 kilómetros de valles y montañas, oscilando entre los 2 mil y los 4 mil metros de altura, atravesados por el Río Grande y con un entorno que reúne una gama de colores increíble, gracias a la presencia de minerales de distintas eras geológicas. Para el asombro: en algunas montañas a, por ejemplo, 3000 metros de altura, se pueden ver incrustaciones de caracoles petrificados, resabios de millones y millones de años atrás, cuando todo eso estaba bajo el mar. Durante casi todo el año el cauce del Río Grande está tan seco como cada uno de los cardones del paisaje y cada centímetro de tierra ocre, pero en verano hay algo de lluvias y reaparece el agua. Su recorrido atraviesa localidades como Tumbaya, Purmamarca, Posta de Hornillos, Maimará, Tilcara, Huacalera, Uquía y Humahuaca. Todo el camino es impactante, con muchísimos restos del pasado prehispánico, entre pucarás, antigales y pinturas rupestres.
Cada tanto, enclavado en las montañas, se ve desde la ruta algún cementerio (construido en la altura, para que los muertos estén más cerca de la divinidad), lleno de flores y colores, como en una fiesta. Los turistas se sacan fotos y se entiende, porque son bien bonitos y curiosos. Muchos de esos turistas vienen de Salta, en un tour de un día, que recorre los principales pueblos del circuito y regresa a Salta a la tardecita. Decididamente no es la opción ideal, porque lo mejor de la Quebrada es ir saboreándola de a poco, en todos sus contrastes. Por ejemplo, estos pueblos, impactantes de día, son más encantadores todavía de noche, con las estrellas al alcance de la mano y las calles silenciosas, donde sólo se escuchan los ladridos de los perros. Ahí es cuando todo se puebla de fantasmas y de duendes, porque en las alturas jujeñas los duendes existen.
Música y sabores de la Puna
Las noches son frescas y agradables en la Quebrada, aunque al mediodía el sol golpea como un latigazo (uno aprende rápido por qué todos los quebradeños andan con sombrero). Un recorrido básico y elemental exige, sí o sí, detenerse en Purmamarca, Tilcara y Humahuaca, sin olvidar una pasada por Maimará, un pueblo encantador, situado a los pies de una rara formación montañosa llamada La Paleta del Pintor. Purmamarca está cada día más bella y se ha transformado con los años en un destino perfecto para el viajero que, además, busca calidad en los servicios, porque hay hoteles y complejos de cabañas magníficos y de nivel excelente, con el fondo extraordinario del Cerro de los Siete Colores. Tilcara es el punto ideal para hacer base, un lugar que enamora, con su silencio pueblerino y sus noches agitadas, con peñas memorables. Como la de la esquina de la plaza, la del Tukuta Gordillo, músico célebre de la región, que, cuando no anda de gira por Europa, toca allí con sus músicos. Luego está el Pucará, que si las almas de los antiguos lo permiten (hay que pedirles permiso para subir y saber leer la respuesta en las hojas de coca), es una experiencia única en la vida. Y, por último, Humahuaca, con sus adorables callecitas angostas y empedradas y sus faroles de hierro: un pueblito colonial que parece de cuento.
El verano tiene, además, un hito fundamental: el carnaval, célebre en Tilcara y Humahuaca, con nueve días de fiesta en las calles, máscaras y disfraces y un fondo inolvidable de erkes, sikus y bombos, ejecutados por la gente de pueblo, e incluso por chicos de no más de 8 años. Todos bailan en las calles y las peñas invitan a probar alguna delicia norteña, ya sea unos bifecitos de llama con papas andinas, o un locro casero, o unas empanadas al disco, calientes como el demonio y ricas, riquísimas.
Claudia Dubkin
ESPECIAL PARA CLARIN.
Datos útiles
Cómo llegar. Aerolíneas Argentinas vuela todos los días a San Salvador de Jujuy, desde $ 802 i y v (0810-222-86527). Desde allí se puede tomar un remís hasta Tilcara (cuesta alrededor de $ 80) o un ómnibus de línea (dos horas). Para moverse entre los distintos pueblos también se puede usar remís o colectivos de línea.
Dónde alojarse. En Tilcara, hotel Viento Norte ($ 245 la habitación doble). En Purmamarca, Cabañas Los Colorados ($ 260), Hotel El Manantial del Silencio (US$ 150 dólares la doble).
Casa de Jujuy en Buenos Aires. Santa Fe 967. Teléfonos: 4394-3012/2295
Fuente: Suplemento Diario Clarín