La inseguridad, un doble problema para los turistas

Cuando una persona elige un lugar para visitar suele considerar, además de sus atractivos naturales o culturales, la calidad de los servicios, el precio y la seguridad. La Argentina se ha transformado, sin duda alguna, en un destino de relevancia internacional, pero el crecimiento de la actividad turística obliga a redoblar los esfuerzos para que los problemas de inseguridad no afecten su devenir…

Los visitantes extranjeros han convertido la industria del turismo en la tercera fuente de divisas para el país, que supera los ingresos producidos por las exportaciones de carne, maíz y trigo, al tiempo que posibilita la creación de muchas fuentes de trabajo.

La Secretaría de Turismo de la Nación ha sabido aprovechar una buena coyuntura internacional y se ha empeñado, en los últimos años, en el crecimiento de la actividad en un país que ofrece innumerables atracciones, a partir de una riqueza natural y cultural que sorprende al visitante local o extranjero. Aun cuando no se encuentre consolidado un sistema mediante el cual el turismo sea, además, una herramienta de conservación del propio sitio, se va avanzando en la integración del concepto de sustentabilidad en la actividad turística.

Más de cuatro millones y medio de turistas extranjeros nos visitaron el año último; esto marca un crecimiento del 11 por ciento respecto del año anterior.

Debido al interés por visitar nuestro país, también se potenció la oferta de alojamiento: se han construido hoteles de todas las categorías, pero han aumentado los de mayor categoría.

Sin embargo, esta oportunidad se ve no pocas veces amenazada por los problemas de inseguridad que diariamente sufren los turistas.

Además de los valores, muchas veces abusivos en relación con el servicio o producto que se ofrece para quienes hablan con un acento diferente, es indignante que el robo a los turistas argentinos y extranjeros se haya convertido en un drama frecuente. No sólo por el disgusto y la pérdida económica de quien sufre esta calamidad, sino porque cada robo perjudica a nuestro país, a nuestros ciudadanos y, en el lenguaje turístico, al atractivo. En las playas, la ola de robos provocó este verano un incremento en la contratación de vigilancia y la colocación de cámaras de monitoreo y alarmas en las casas. En la mayoría de los centros turísticos del país se registraron denuncias por hechos delictivos, aun cuando este tipo de situaciones rara vez se exteriorizan a través de una denuncia formal, lo cual indica que existen muchos más hechos de aquellos que se conocen.

Desde el simple robo de una cámara fotográfica hasta el ingreso en las casas de los veraneantes, y desde las estafas de algunos taxistas inescrupulosos a los turistas extranjeros poco habituados a nuestra moneda hasta el vergonzoso y reiterado hecho del robo de valijas en el aeropuerto de Ezeiza perpetrado por funcionarios autorizados a circular por áreas restringidas, la inseguridad corroe nuestra imagen como destino turístico.

Lo mismo ocurre con las demoras en los vuelos, las cancelaciones, las protestas gremiales y los ya decadentes piquetes.

Cada vez que un visitante que viene a disfrutar de nuestras ciudades, de nuestra cultura, de nuestros paisajes, sufre un atropello, se lleva, al irse, no sólo una comprensible frustración, sino la certeza de no reelegirnos como destino y el ineludible comentario de la mala reputación de la Argentina.

De poco servirá tener una política que promueva el turismo y un dinámico grupo de emprendedores que apuestan por nuestro país si no se los acompaña con medidas contra la vociferante evidencia del flagelo de la inseguridad. De nada sirve que nuestras autoridades expresen que existe una preocupación constante por los robos a turistas o que se amparen en que en los índices oficiales el número de casos no supera al de años anteriores, cuando no se acusa a los medios de comunicación de exacerbar la sensación de un crecimiento de la delincuencia.

Es imprescindible una reflexión profunda y realista del tema: los hechos existen y cada uno de ellos compromete a todos los que han apostado por nuestro país al visitarnos, a todos los que invierten en hoteles, en restaurantes y en servicios turísticos. A todos los que apuestan por una Argentina abierta, hospitalaria, con valores y apta para circular sin temor.

Fuente: Diario La Nación

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