Cuando el sol comienza a calentar, la nieve se derrite y el frío se despide, seis lugares que florecen en esta época. Visita a los pingüinos en Punta Tombo; recorrido en 4×4 por la ruta 41, en Santa Cruz; de Potrero de los Funes a Trapiche, en San Luis; circuito por Talampaya, cabalgatas en Mendoza y una vuelta por Purmamarca…
Los colores incontables de Jujuy
PURMAMARCA.- En medio de cerros de colores, este pueblito de dos mil habitantes, a unos 65 kilómetros al norte de la capital provincial, es un rincón privilegiado en paisajes, historia y cultura viva. Esta época del año es ideal para recorrer la zona, por su clima fresco y soleado, y también porque no hay tantos visitantes en comparación con otros meses.
En el corazón de la Quebrada de Humahuaca, Purmamarca ha tenido un desarrollo sostenido desde que la región fue declarada Patrimonio de la Humanidad, hace cinco años. En este tiempo se crearon nuevos hoteles, hosterías y cabañas que reciben a turistas de todo el mundo y de distinto poder adquisitivo. Son miles de personas que llegan dispuestas a descubrir las tradiciones, costumbres y los sabores que los quebradeños mantienen a través de generaciones.
Imposible perderse el Cerro de los Siete Colores y el Paseo de los Colorados, un trayecto de unos 5 kilómetros entre cerros arcillosos con sus colores rojizos, cobre y amarillo. Se puede hacer en auto o de a pie.
En la plaza del pueblo y en las cuadras cercanas hay puestos con artesanías, aunque la mayoría de ellas ya no se producen en la zona. Allí es posible encontrar tejidos, alfombras y aguayos -mantas antiguas típicas de las regiones andinas-, entre otros objetos. En los últimos años han surgido también pequeños locales boutique, con productos más refinados tanto gourmet como para vestir o de decoración.
También frente a la plaza se levanta una capilla de fines del siglo XVIII, la iglesia de Santa Rosa de Lima. A un costado, un algarrobo imponente al que muchos aquí le dan más de mil años.
Desde Purmamarca puede visitarse un sinfín de parajes jujeños que vale la pena conocer y por caminos asfaltados, en buenas condiciones. Hacia el Noroeste, y camino hacia el Paso de Jama -que une a nuestro país con el norte de Chile- está Susques, a 135 km. Se trata de un pequeñísimo poblado con un atractivo especial: una iglesia de fines del siglo XVI, con paredes de adobe, techo de paja y cielo raso de cardón y antiquísimas pinturas en sus paredes. A lo largo del camino es posible cruzarse con grupos de llamas y vicuñas.
A mitad de camino entre Purmamarca y Susques están las Salinas Grandes, ya en plena Puna jujeña y a unos 3300 metros sobre el nivel del mar. El paisaje árido y de gran amplitud, con cordones montañosos que se levantan a lo lejos, es fascinante. Se puede transitar sobre el salar, por los caminos que marcan los lugareños y llegan a los piletones donde procesan la sal.
Hacia el norte de Purmamarca hay una enormidad de opciones: en la Posta de Hornillos, que funcionó como cuartel del ejército de la independencia, funciona un interesante museo donde todavía recuerdan el paso del general Manuel Belgrano. Más allá, a 22 km de Purmamarca, está Tilcara -otro de los centros turísticos por excelencia de la Quebrada-, con el Pucará, el Jardín Botánico de Altura, el Museo Arqueológico y otras salas de exposición del arte local. Y a casi 70 km, Humahuaca, el pueblo más grande de la Quebrada con más de 11.000 habitantes y a 2939 metros sobre el nivel del mar. Su paisaje urbano es netamente hispánico; el pueblo gira en torno de la plaza central, donde está la iglesia de San Antonio (siglo XVII) y, a pocos metros, el Monumento a la Independencia.
Son tantos los lugares y las posibilidades de recorridos de esta región que habitualmente los visitantes se quedan con ganas de volver.
Amalia Eizayaga
Datos útiles
Cómo llegar: Purmamarca queda 95 km al norte del aeropuerto Horacio Guzmán y a 65 de San Salvador de Jujuy. Hay un vuelo diario de Aerolíneas Argentinas y de Andes (salvo el sábado, que no vuela Buenos Aires-Jujuy y el domingo, Jujuy-Buenos Aires).
Dónde dormir: hotel Manantial del Silencio, La Comarca, Terrazas de la Posta y Casa de Piedra, entre otros.
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Un día rutero en Santa Cruz
LOS ANTIGUOS.- La ruta provincial 41 entre esta localidad y Lago Posadas, en el norte de Santa Cruz, espera para ser descubierta, ahora que poco a poco la nieve cede y es posible transitarla.
Es una travesía ideal para hacer durante todo un día. Si bien no son más de 170 km, se puede ir parando y disfrutar del cambio de paisaje que se registra entre los 200 metros sobre el nivel del mar y los 1500, el punto más alto del recorrido. Hasta allí se puede llegar por la ruta nacional 40, que atraviesa las provincias cordilleranas, o por la costera ruta nacional 3 hasta Caleta Olivia y recorrer los 359 km por la RP 43 hasta desembocar en la comarca que vive de la exportación de frutas finas y el incipiente movimiento turístico.
El recorrido de la 41 sólo puede completarse a partir de octubre y hasta Semana Santa, por tratarse de un camino de alta montaña. Es un paseo ideal para completar en 4×4.
Algunos puntos clave para disminuir la marcha.
Km 29. Aparece la primera vista de la cordillera de los Andes, la estepa empieza a quedar atrás y surgen las toscas bayas , formación geológica de paredones de roca sedimentaria. Hacia los faldeos de la Cordillera se dirige el camino.
Km 39. Una curva en ascenso deja a la vista sobre la derecha lo impensado en este camino apenas transitado en el filo de la Cordillera: un santuario del Gauchito Gil como muestra del alcance que puede tener el imaginario religioso argentino contemporáneo.
Km 50. El camino empieza a internarse en la Cordillera. El primer puente sorprende con un paisaje imponente. A un costado del camino aparece la Estancia La Frontera, a sólo 2 km. Un incipiente proyecto turístico que también se puede visitar de paso en la ruta.
Km 55. A partir de la estancia el paisaje vuelve a cambiar abruptamente, luego del cruce del segundo puente. El sol es radiante, pero al subir, la temperatura baja y los bosques de lengas aparecen al costado del camino.
Km 66. A la derecha otra vez la frontera nos confunde. Ahora el límite imaginario pasa por las altas cumbres del cordón montañoso, a la derecha. El cielo sin nubes nos deja ver el Pico Triangular Sur. Ojos de agua aparecen por doquier entre las lengas.
Km 75. A 1200 metros sobre el nivel del mar termina el bosque y deja paso a un paisaje lunar. Piedras de grandes dimensiones pueblan el terreno. Aparecen farallones verticales de piedra negra. Cascadas de deshielo irrumpen los pensamientos, el aire se siente helado.
Km 87. El Portezuelo es el punto más alto del camino: 1490 metros. Aquí se comienza a bajar.
Km 144. Luego de atravesar el lago Columna y cañados de piedra colorada, el descenso se torna abrupto y el camino se vuelve difícil. La ruta 41 es sólo una huella. Después aparece la postal que nos acompañará hasta el final del camino: los lagos Posadas y Pueyrredón, separados por un istmo de tierra. Los dos lagos se comunican en un extremo del istmo y es imposible no preguntarse cómo pueden tener dos colores tan diferentes.
Km 177. Deshaciendo el camino del istmo y bordeando el lago Posadas se retoma el camino que conduce a Hipólito Yrigoyen, un caserío para 300 personas que en su pasado se llamó Lago Posadas. Cae el día, final de recorrido.
Mariela Arias
Datos útiles
Cómo llegar. En avión desde Buenos Aires hasta Comodoro Rivadavia, y desde allí por ruta hasta Los Antiguos, cerca de 500 km.
4×4. La excursión se puede realizar por cuenta propia o bien a través de la agencia de turismo Toscas Bayas, (02963) 491260.
Mas información. www.losantiguos.gov.ar
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Visitantes en Punta Tombo
TRELEW.- Aunque en estos tiempos muchos se preocupan por autodefinirse como pingüinos, la verdad es una sola: los auténticos están en territorio chubutense, en Punta Tombo, la reserva continental más grande del mundo de la especie conocida como pingüino de Magallanes.
Cada año, cuando agosto se cae del calendario, estos animales vestidos de frac llegan para preparar sus nidos, aparearse y tener sus crías. Y en noviembre, el lugar explota. La playa de la reserva, bañada por el Atlántico, es en esa época algo así como la Bristol marplatense en pleno verano.
Ellos van y vienen desde el mar, en fila india, en procura de alimento que con agudos chillidos reclaman los pichones desde los nidos.
En el último tramo del año, Punta Tombo ofrece la extraordinaria posibilidad de caminar entre un millón de pingüinos, ya que se concentran aquí las parejas de la temporada, los pichones recién nacidos y los nacidos el año anterior, que se acercan a la costa para el cambio del plumaje juvenil. Por eso, la reserva faunística es punto obligado de visita para quienes llegan a la región.
Aunque se lo conoce como pájaro bobo , el pingüino no tiene un pelo de zonzo. Cada temporada, los machos llegan antes que las hembras para acomodar el terreno y reconstruir los nidos que construyeron años anteriores. En octubre, las hembras ponen dos huevos, y tras 40 días de incubación nacen los pichones, que tendrán su bautismo de baño en febrero al lanzarse al mar en busca de alimento.
Punta Tombo se recorre siguiendo un sendero perfectamente demarcado y los guardafaunas se muestran excesivamente celosos por mantener a los visitantes dentro de él, para proteger la gran cantidad de nidos.
Liliana Astutti es guía profesional de turismo y una de las que más conoce el lugar. "Tombo jamás te deja de asombrar; nunca escuché a ningún visitante salir defraudado de la reserva. El solo hecho de ver tanta cantidad de ejemplares, maravilla", cuenta ella, que acompaña a turistas desde 1971.
La pingüinera está 107 kilómetros al sur de Trelew. El acceso mejoró de manera sustancial en el último año y medio por las obras viales que se realizaron para facilitar la llegada del turismo.
Sobre la ruta nacional 3, el ingreso a la reserva está perfectamente señalizado con un enorme cartel que da la bienvenida. Una vez que uno sale de la traza nacional hay que transitar 58 kilómetros de los cuales 38 están pavimentados. Durante el último trayecto, que son 20 kilómetros de ripio, el camino se dibuja entre suaves colinas y cañadones, con notorios contrastes de colores entre el verde de la flora natural y los tinte marrones y rojizos del terreno.
Hay que tener la máquina de fotos siempre lista. A los costados de la ruta -y muchas veces sobre ella- es habitual la presencia de guanacos, ñandúes, martinetas y maras, hasta no hace mucho en peligro de extinción.
En el último tramo del camino se atraviesa una típica estancia patagónica y es cuando, de pronto, el azul profundo del Atlántico aparece en el horizonte. Apenas uno traspasa el ingreso a la reserva, los anfitriones se dejan ver pese a que todavía faltará transitar unos 500 metros para la costa. Están diseminados por una vastísima extensión y por eso, el espectáculo que ofrecen es sensacional.
María Giselle Castro
Datos útiles
Cómo llegar: Aerolíneas Argentinas vuela a Trelew todos los días. El pasaje cuesta $ 915.
La excursión a Punta Tombo sale $ 180 y se realiza a la mañana o por la tarde.
Para ingresar a la reserva pagan $ 12 los visitantes nacionales y 35 los extranjeros.
Más información: www.trelewpatagonia.gov.ar
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En Mendoza, a caballo
MENDOZA.- Desde los valles que comienzan en las primeras elevaciones montañosas hasta los que penetran en plena cordillera de los Andes es fácil encontrar sitios para desarrollar cabalgatas por paisajes donde cielo, tierra y agua se fusionan en una inmensidad que deslumbra. Mejor aún si es en primavera, cuando el rigor del frío de altura está en retirada y todavía no llegan los rayos solares más despiadados.
Hay opciones para quienes viajan con poco tiempo, como una experiencia sencilla a 45 minutos de la ciudad de Mendoza, mientras que los que van sin apuro pueden disfrutar de largas travesías en estancias del Valle de Uco, Luján y Las Heras.
En la localidad de Potrerillos, departamento Luján de Cuyo, a 80 kilómetros de la ciudad, se ofrecen cabalgatas diarias por los bellos paisajes cordilleranos de El Salto. Siguiendo aguas arriba las márgenes del arroyo del mismo nombre se llega hasta los 3000 metros, donde hay un mirador con una gran cascada y magníficas vistas del valle con sitios apropiados para disfrutar de un asado criollo.
Se puede optar por un recorrido familiar de 90 minutos a razón de $ 50 por persona o la travesía de siete horas con almuerzo incluido y un costo de 200 pesos.
Otro entorno de gran belleza es el que ofrece la estancia San Pablo, con sus 43.000 hectáreas entre el llano y la montaña en Tupungato a 110 kilómetros al sudoeste de Mendoza. La amplitud de su geografía permite que cada día puedan trazarse circuitos diferentes. En cuanto uno se aleja unos pocos kilómetros del casco, el terreno con sus pendientes ofrece la posibilidad de vistas imponentes del valle surcado por el arroyo San Pablo. "Se puede cabalgar lo que el cuerpo aguante", dicen los lugareños, y cuando alguien pide un descanso es posible que sea la oportunidad para desensillar, tomar las cañas con mosca y probar suerte en el cristalino arroyo por cuyas aguas van y vienen las truchas arco iris. Mejor aún, el cocinero que acompaña al contingente sabrá darle buen destino para preparar una sabrosa cocción al disco.
El costo por persona con alojamiento en una posada familiar y todo incluido oscila entre US$ 150 y 250, según los servicios requeridos.
Más cerca de la ciudad de Mendoza se puede acceder a opciones económicas con cabalgatas más breves. Una se ofrece en la localidad de Blanco Encalada, Luján de Cuyo, a unos 30 kilómetros al oeste de la ciudad de Mendoza. Con un traslado rápido de 40 minutos desde la ciudad, los baquianos de la zona acompañarán al visitante por los senderos de montes de altura media que permiten divisar bellos paisajes del oasis principal de Mendoza. Es una cabalgata de 3 horas durante la mañana, con una pausa a mediodía para degustar al aire libre un asado criollo con empanadas caseras y buen vino mendocino.
Unos kilómetros hacia el Este está la finca La Guatana del departamento Maipú, donde una tropilla de caballos criollos espera para montar y recorrer senderos entre viñedos y olivares, y cruzar el río Mendoza para llegar a Las Barrancas con pendientes de 45 grados. Esto sucede en la más tradicional zona vitivinícola de Mendoza y es posible concluir una cabalgata con una fascinante visita guiada y degustación de vinos en algún establecimiento de la zona.
Los precios de Blanco Encalada y Maipú oscilan entre 190 y 330 pesos por persona con traslado incluido.
Sergio Dimaríal
Datos útiles
Más información www.estanciasanpablo.com.ar , www.aymaraturismo.com.ar , www.rincondelososcuros.com y www.criolloslaguatana.com.ar
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Talampaya, paraíso del eco
LA RIOJA.- No es una rareza turística ni un circuito alternativo, sino el destino más visitado de La Rioja. El Parque Nacional Talampaya, de hecho, casi no necesita presentación. Pero lo que lo hace tan especial en esta época es: 1) su clima, en el punto justo entre las temperaturas extremas de invierno y de verano; 2) que haya poquísima gente, a diferencia de las vacaciones, en especial las de julio, y en Semana Santa; 3) el encanto extra de la brea, un arbolito achaparrado que abunda en el parque y que en primavera se cubre de flores amarillas.
Después, claro, está la belleza inalterable y silenciosa de este inmenso desierto rojo de 215.000 hectáreas, declarado Patrimonio Natural de la Humanidad, que además es un verdadero paraíso geológico. Acá se descubrió, por ejemplo, el Lagosuchus talampayensis , uno de los primeros dinosaurios que habitó la Tierra, hace nada menos que 250 millones de años, cuando la región estaba cubierta de ríos y grandes lagos.
El hombre también dejó su testimonio cincelado en petroglifos y morteros tallados en las rocas, grabados que se pueden ver en la primera parte de cualquiera de los circuitos. Estos se hacen en autos particulares, bicicletas o vehículos que se contratan dentro del parque, con guías incluidos (desde $ 25 por persona, más la entrada al parque, de 7).
Los itinerarios recorren el cauce seco del río Talampaya, encerrado por gigantescos murallones rojos de hasta 170 metros de alto, postal indiscutida de Talampaya. Una parada obligada es el llamado Jardín Botánico, un curioso microclima que sorprende no sólo por ser un oasis verde en medio de la aridez que lo rodea, sino por el curioso eco que se produce al gritar desde una pared hacia otra. No hay turista que no pase por el lugar y grite ¡hooola! a todo pulmón para oír cómo el eco le devuelve los incontables hola, hola, hola. También se visitan las extrañas formaciones rocosas que el viento y el agua tallaron a su antojo durante 200 millones de años, y que el imaginario popular bautizó con nombres como la Catedral Gótica y el Rey Mago.
A la salida de Talampaya, o antes de entrar, vale la pena dar una vuelta por el parque mellizo, el Valle de la Luna (Ischigualasto), en San Juan. Aunque pertenecen a provincias distintas, los separan tan sólo 70 km. De hecho, algunos riojanos tienen una curiosa forma de promocionar su provincia: Visite el Valle de la Luna. Venga a La Rioja .
Teresa Bausili
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Por las sierras de San Luis
SAN LUIS.- Hacia el noroeste de la capital se extiende una privilegiada zona turística, con la sierra de San Luis como magnífico marco para recorrer bajo el tibio sol, con valles, quebradas, ríos y arroyos, y tres lagos que invitan a navegar.
El recorrido es de 45 kilómetros y puede ocupar desde un fin de semana largo hasta una semana. La aventura comienza apenas se abandona la capital por la ruta provincial 9, pavimentada y forestada. Tres pintorescas poblaciones se suceden recostadas sobre las sierras de San Luis, en un recorrido que inicia Potrero de los Funes, una villa típica de sierra que tomó su nombre en las postrimerías de la Colonia. Antes de llegar al lugar se debe sortear la quebrada de los Cóndores, un imponente macizo de granito rodeado de una tupida forestación, donde se puede subir al Mirador del Cóndor para obtener una inolvidable vista del lugar.
Entre los establecimientos que preceden al dique del mismo nombre se encuentra el hotel Internacional Potrero de los Funes, donde pueden realizarse circuitos de cross, 4×4, caminatas, mountain bike y paseos en canoas o veloces lanchas, además de sumergirse en la pesca de carpas y pejerreyes u optar por las excursiones a caballo hasta la quebrada del León Colgado.
El Potrero, como lo llaman los sanluiseños, conjuga sierras, lago, hosterías, balnearios, campings, circuitos para caminatas y actividades náuticas. Es obligada la excursión al Salto de la Moneda y el recorrido por la Travesía de las Cumbres. Un kilómetro antes de completar el circuito del lago se dobla hacia la izquierda para llegar a otro paraje de incomparable belleza: El Volcán. Antes de alcanzar la villa, un recorrido de cinco kilómetros se convierte en un abanico de vegetación autóctona con numerosos arroyos que corren por cañadones. Estancia Grande, una localidad ideal para acampar, se ubica en medio del trayecto hacia el tradicional rincón de veraneo puntano.
El lugar más concurrido de la zona es La Hoya, un balneario público con piletas naturales en un cañadón rocoso. Otro balneario es el Salto Colorado y una de sus miniexcursiones incluye la visita a la gruta de la Virgen de la Guarda. En las proximidades de El Volcán se encuentra el dique Cruz de Piedra, sobre el río Cuchi-Corral, que embalsa 12 millones de metros cúbicos de agua. Finalmente, y a sólo 42 kilómetros de la ciudad de San Luis, corona el recorrido El Trapiche, una villa turística que en 1792 fue asiento de una pequeña población que construyó un trapiche.
Claudia San Martín
Fuente: Suplemento Diario La Nación
Fotos: Horacio Cordoba, Telam y archivo