Punta Cana: Intensidad y lujo a la caribeña

Una estadía de primera clase en el principal destino de República Dominicana. La buena vida en los mejores resorts. Hay un punto exacto en el mar Caribe, el centro geográfico de una plataforma dividida en cuatro, donde las emociones se enfrentan a una encrucijada…

En dos estanques hay delfines, que se dejan acariciar como Flipper y posan para la foto con los nadadores, mejilla con mejilla, nariz con nariz. Si alguien quiere un beso inolvidable, tiene que zambullirse allí. El tercer cuadrado tiene leones marinos, juguetones, acostumbrados a saltar sobre la cabeza de los chicos, que quedan extasiados de felicidad.

Pero hay un cuarto espacio, inquietante, misterioso, donde todo parece en calma, pero depara la sorpresa mayor. Silenciosos, zigzagueantes, reacios a cualquier pirueta, siete tiburones mueven la cola en busca de un rumbo.

De coincidir con el del turista, sólo queda confiar en que los escualos hayan desayunado bien ese día. Por suerte, se los ve pipones y la excursión a Dolphins Islands (sale 110 dólares) se convierte en un momento top en Punta Cana, una de las playas de la República Dominicana que, además de sus tradicionales hoteles all inclusive para la clase media, comienza a ofrecer opciones se superlujo, donde las cinco estrellas se quedan cortas para describir la postal.

 

De Balá a Baryshnikov

 

El vuelo directo desde Buenos Aires es ganancia de tiempo para los que van por una semana: 7.45 horas, menos de lo que se tarda en llegar a Córdoba en auto. Uno de los pasajeros que vuelve con los enviados de Viajes es Carlitos Balá, que eligió descansar con su familia en el mar de los mil turquesas:

– ‘Cómo la pasó, Carlitos?

– Un kilo y dos pancitos.

Es común ver a famosos con los pies en la arena blanca de las Antillas. Julio Iglesias, por ejemplo, quedó deslumbrado por las dominicanas y se construyó una "casita" para sus escapadas, igual que el coreógrafo ruso Mijail Baryshnikov, que en cinco minutos aprendió a bailar merengue mejor que Juan Luis Guerra, un héroe nacional. Parece controlado el problema de la bilirrubina: los dominicanos lo curan todo con "Vitamina R", como llaman al ron. Las botellas de Brugal y Barceló duran menos que un chocolatín en la puerta de un colegio. Los pasajeros VIP tienen asignado un carrito de golf para pasear a la orilla del mar o llegar hasta reservas naturales con lagunas en las que se puede nadar entre peces azules. La sofisticación impacta.

El hotel Tortuga Bay, pensado por el diseñador Oscar de la Renta, espera a los que vuelven de las excursiones con el jacuzzi calentito, rebozante de espuma, al que se llega por un camino de velas, en un patio techado únicamente por las constelaciones. Los turistas no pisan la recepción: hacen el check in en el cuarto y reciben un celular para llamar a un asistente personal las 24 horas. Hasta las sopas vienen decoradas con pétalos de flores y en los desayunos se puede probar salmón. Es para bolsillos holgados, ya que las villas, verdaderas mansiones en miniatura, cuestan 550 dólares por día y reciben hasta cuatro personas.

Cerca de allí está la playa de Juanillo, frente a una acuarela inmóvil de verdes y celestes, apenas visitada por pelícanos. Hay áreas de absoluta soledad. Se ve hasta donde el mar da la vuelta, para ir aún más lejos. A un costado se levanta la Fortaleza del complejo Cap Cana, una réplica a tamaño real de un castillo colonial, con habitaciones que dan al foso perimetral, convertido en piscina. Mil obreros haitinanos transpiraron bajo el sol para construir el emprendimiento, hoy manejado por españoles que esperan captar a argentinos el próximo invierno.

 

Carabelas, lanchas y veleros

Dormir allí cuesta entre 300 y 8.000 dólares la noche. La opción más cara incluye el acceso a una isla privada. Con langostinos del tamaño de una medialuna, la copa llena de cerveza Presidente, guitarristas que envuelven el aire con boleros, y el mar ahí, el lugar es ideal para animarse a cualquier conquista. A propósito de "conquistas", a cada rato se despierta alguna leyenda sobre Cristóbal Colón. Que en esas aguas vio naufragar la carabela Santa María, que quedó atrapada por un ciclón en un canal, que llegó tres veces a lo que hoy es República Dominicana y que sus restos están enterrados en Santo Domingo, la capital, aunque los españoles juren que el navegante descansa en Sevilla. "Tierra a la vista", grita un turista español a bordo de un velero de 30 metros de eslora, en el que bailan todos los pasajeros, como en las propagandas de Gancia.

Los argentinos también arriesgan sus meniscos al compás de una bachata, alentados por las camareras de la embarcación. Por momentos, las morenas se menean con el vértigo de una disciplina olímpica. Desde Bayahibe, veleros y lanchas rápidas parten hacia la isla de Sanoa, en pleno Caribe, donde viven unas 300 personas y se sirven porciones de langosta a la parrilla, por 25 dólares. La arena es más fina que Teté Coustarot y las caracolas tienen el tamaño de un melón. Ni la foto peor sacada necesita retoques. Se hace una parada en piscinas naturales, en las que se ven estrellas de mar. La escapada cuesta 95 dólares.

Al volver a Bayahibe, hay un faro que no ilumina, pero abastece de bebidas a los que se hospedan en la Hacienda Dominicus, de la cadena Iberostar. La barra se llena de tragos rojos y azules, como el Blue Passion, y no hay que llevar billetes, porque rige el sistema "todo incluido". Al atardecer, el barman sale a recoger los vasos vacíos, mete uno dentro de otro y regresa con una pila que supera su propia altura.Se pueden tomar clases
gratuitas de buceo o tiro al blanco. Hay shows en vivo por las noches, jardines para festejar casamientos y un casino, donde las croupiers bailan mientras los jugadores se hacen más ricos o más pobres.

A dos horas de allí, en Bávaro, se puede disfrutar de las mismas playas en que se baña Rafael Nadal, el número uno del tenis.

El resort Bahía Príncipe es tan largo que entre la recepción y el mar hay que tomar un trencito, que pasa cada cinco minutos, por un camino abrazado por flores. (La habitación sale 110 dólares por persona y por noche).

Esos son piropos

Hay zonas exclusivas para parejas y maridos que se ligan codazos, porque el topless abunda y los distrae. Como compensación, los hombres suelen recibir piropos de las dominicanas. "Príncipe", es uno de los que más se escucha, aunque hay otros más sofisticados. Otro, de los que más sale del catálogo es: "Eres un caballero. Quien te ve a ti te compra en dólares".

Las sombrillas no son de plástico, sino naturales, de hojas de cañas, las palmeras sin frutos que dan nombre al lugar, cuyo entrelazado impermeabiliza los techos como ningún otro material. Por 40 dólares la hora, se pueden alquilar transportadores personales, conocidos como Segways, que son unos vehículos de dos ruedas para desplazarse sin caminar. Pero caminar por estas playas, y mirar hacia el sol o las estrellas, es un espectáculo impagable.

Mucho más que arroz con habichuelas

Los dominicanos tienen excelente carne vacuna, tan buena como la de la Argentina (la exportan a Estados Unidos y deben cumplir con los requisitos de calidad de ese mercado).

La lista de manjares no cabe en esta página, pero pueden saborearse filetes de mero, cangrejos empanados, langostas y bacalaos. El salmón viene congelado de Irlanda y Finlandia, así que el sushi pierde frescura. Pero las ensaladas con camarones son una delicia. Para conocer la comida criolla y el plato imperdible de República Dominicana, arroz con habichuelas, hay que pasar por el restaurante El Conuco, en el centro de Santo Domingo, que maravilló a Robert De Niro, Brad Pitt y Angelina Jolie.

Los comensales terminan tocando la tambora, el acordeón y la taguira (un rallador de queso grande, usado para la percusión) mientras suena de fondo algún merengue. Los bufetes de los all inclusive también ofrecen comida de calidad. Se lucen las arepas de yuca, las tortillas de pollo y las lasagnas de berenjena.

Fuente: Pablo Calvo.
pcalvo@clarin.com

 

Datos útiles

COMO LLEGAR. LAN cuenta con dos frecuencias semanales a Punta Cana, una non stop y otra vía Santiago. Tarifas en Económica desde US$ 1.276 (c/imp). En Clase Premium Business, desde US$ 2.116 (c/imp). Consultas: 0810-9999-526 / www.lan.com

DONDE ALOJARSE. El hotel Tortuga Bay trepa a 550 dólares por día (www.puntacana.com). Consultas sobre el sistema all inclusive: www.iberostar.com o www.bahiaprincipe.com.

PRECIOS. Alquiler de auto, entre 70 y 110 dólares por día. El litro de nafta, US$ 1,5. Masaje en el spa Six Senses, entre US$ 50 y 90. Interacción con delfines, US$ 110. Un almuerzo criollo abundante, unos US$ 50.

 

Turismo República Dominicana, teléfono 4312-2203 / www.godominicanrepublic.com

 

Altos de Chavon

Desde la cima del acantilado, se ven los escenarios naturales en los que se filmaron Apocalypse Now y Rambo II. El río corta el paisaje en dos y en sus aguas se divisan pequeños puntos blancos, catamaranes que recorren la zona. Los Altos de Chavón ofrecen las mejores vistas no playeras de la República Dominicana. Quedan a media hora de Bayahibe y para llegar hay que pedir permiso en el ingreso al country Casa de Campo (www.casadecampo.com.do), donde suelen descansar Shakira, los Clinton y los Bush. La Ciudad de los Artistas queda en lo más alto de los Altos. Hay exposiciones de arte y recitales, en un anfiteatro romano con capacidad para cinco mil espectadores, que fue inaugurado en 1979 por Frank Sinatra, con toda la pompa, a su manera. Hay edificios de artesanos construidos con piedras coralinas, junto a la iglesia San Estanislao, visitada en uno de sus viajes por Juan Pablo II. Los novios se asoman a un balcón de más altura y se sacan fotos aferrados uno al otro como Leonardo Di Caprio y Kate Winslet en la cubierta del Titanic. Si queda tiempo, se puede visitar la playa Minitas, artificial, ya que hasta la arena fue llevada al lugar cuando se abrió una salida al mar desde el complejo habitacional.

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