La difusión globalizada, la cultura que desencadena del consumo, el manipuleo de los pseudos economistas ciertos -consultores en todos los campos- y otros factores, en la búsqueda de resultados, nos han hecho creer, que la receta sofisticada, es la que puede llevarnos al éxito, al cambio. De allí la convivencia, que hemos tenido particularmente en el Estado, de estudios y planes, que nos “llenaron de ilusión”, pero que –salvo excepciones- nos sumaron, nuevas cuotas de problemas…
Años atrás, el Diario “Washington Post”, advertía en un editorial: “la ambición de los economistas les ha llevado a crear complejas soluciones matemáticas para los problemas teóricos que deben ser entendibles, que pese a su elegante formulación nunca resuelven, los problemas sociales”.
La “Crisis socio-económica que se vive en este 2009, le vuelve a dar a nuestra reflexión, actualizada validez.
La última publicación de JACK TROUT, más que un “Gurú” del Marketing, un sensato pensador, laborioso, y brillante crítico, en los modernos temas del marketing estratégico, hace un nuevo aporte, a través de su libro: -El Poder de lo Simple-, allí nos recuerda, “que hay demasiada gente dedicada a complicar las cosas y la forma de combatirlos en esa –complejidad- poco conducente, es simplificarlas, poner la adecuada luz sobre las mismas, la transparencia, para que todos, o la mayor parte, puedan ver, y llegar a entender, las propuestas, y las técnicas que las harán posible”. Sugiere aprender de “El Principito”: LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS.
Trout, nos recuerda que para el Diccionario Español,” SIMPLE”: “ES LO SENCILLO, SIN COMPLICACIONES NI DIFICULTADES”.
Desde Galileo a Einstein, pasando por Copérnico o Newton, todos han sido casi obsesionados por la simplicidad. La Biblia, subraya:”Bienaventurados los sencillos porque tendrán mucha paz”.
El verdadero problema es que, particularmente, los que no tienen seguridad, o la adecuada profesionalidad, sobre lo que trasmiten (en lo verbal o escrito), buscan lo sofisticado de las expresiones, o de las soluciones, para que, parezcan surgidas de seres originales o importantes. (Como dice un humorista argentino, los que hacen o viven de la confusión general).
Estos señores son los inventores de miles de palabras –raras- que no están en los diccionarios de las lenguas oficiales, ni de sus países de origen. Primer falla de los que las toman con sus recomendaciones o recetas.
Esto puede ser producto, de que la era industrial se inicia y desarrolla gracias a una ciencia: exacta: la física. A partir de allí, cuanto más se aproximaban los estudiosos de otras disciplinas, a los principios y métodos utilizados en física, más importantes se consideraban sus desarrollos.
Así, la idea cartesiana de que <cualquier ciencia debe resultar sabiduría cierta y evidente> y de que <hay que rechazar cualquier conocimiento que sólo sea probable>, este enfoque se adueñó de muchas mentes. En nuestro siglo, esta actitud de utilizar los métodos y teorías de la física clásica ha creado mucha complejidad y confusión; especialmente en todo lo que tiene que ver con las Ciencias Sociales, aquellas, que se ocupan de las cosas que tienen que ver con las personas: el turismo es la más creciente de ellas. Y las empresas y los mercados no son otra cosa que conjuntos de personas físicas, es decir individuos de la especie humana. De esta forma, los estudiosos de las Ciencias Sociales se han esforzado, para ganar respetabilidad, en adoptar el paradigma cartesiano y los métodos de la física newtoniana para todas sus explicaciones. Pero precisamente la aplicación de estos esquemas al estudio de los asuntos relacionados con los seres humanos es totalmente inadecuada y por tanto, los resultados se han vuelto cada vez menos realistas y, al mismo tiempo, a veces tan complejos que nadie los entiende.
Este es el defecto más grave, según Trout, de quienes se dedican al estudio de los fenómenos socio económicos (caso turismo), entre los que, naturalmente, hay que incluir la actividad de las empresas en su relación con los clientes. Por lo general, muchos de esos estudiosos (exceptuando los verdaderos profesionales que lo son, porque cubrieron lo académico y los trabajos concurrentes) tienden a olvidar que sus análisis se refieren a estructuras vivientes, formadas por conjuntos y subconjuntos de personas. Y del estudio de este tipo de estructuras con el esquema de Descartes, surge el principal error de nuestros días: dividir esas estructuras en fragmentos que se consideran independientes y que se estudian de forma separada, como si no tuvieran relación entre si.
Se aplican principios puramente mecánicos a algo que hay que analizar con perspectiva orgánica, holística y ecológica. No se trata de un conjunto de maquinarias que trabajan en paralelo, se trata de unidades indivisibles y dinámicas, cuyas partes están totalmente interrelacionadas y sólo pueden entenderse como modelos integrales.
Luego de muchos años se volvió a reivindicar el PLANEAMIENTO PARTICIPATIVO, como el único conducente a recetas, que por surgir debajo hacia arriba, de esquemas –simples- en la resolución de los “diferentes pasos”, son defendidas y se instalan como POLITICAS DE LA GENTE, de un Estado, constituido por Gobernantes, que saben, que se deben a esa “gente”, QUE CONSTITUYEN EL VERDADERO Y PERDURABLE ”ESTADO”.