Las noches del Norte vibran con las peñas.Desde espectáculos de corte netamente turístico hasta guitarreadas improvisadas, todo vale a la hora de disfrutar de zambas y chacareras.
SALTA.- Las noches del Norte tienen un encanto especial. Así como la costa bonaerense tiene sus espectáculos, también el noroeste argentino tiene sus peñas, que cada noche atraen a todo tipo de público con ofertas variadas:… algunas invitan a un show a nivel internacional; otras ofrecen atuendos de épocas, personajes y música; está el lugar para saborear platos regionales y deleitarse con zambas y chacareras, y también se encuentran rincones que mantienen la naturaleza de lo que es una auténtica peña.
Alejados del centro o rodeando alguna plaza principal, sólo hay que salir a caminar y encontrar el ambiente que más nos guste.
Una música de fondo más el murmullo de la gente crean una melodía que es habitual en las noches de Salta. Pero en este lugar en especial, el sonido se combina con la previa de un show: gauchos y paisanas caminan transpirados entre los mozos que van tomando pedidos, mientras el escenario comparte espacio con una multitud de mesas donde la gente come casi junta.
Entre cuadros del Chango Nieto, Roberto Carabajal y Pitín Salazar, el público se acomoda. A la derecha del escenario están los turistas españoles, más atrás un grupo de italianos deciden lo que van a cenar, algunos daneses en otra mesa descifran nuestras comidas típicas y más lejos los norteamericanos reclaman el menú en inglés. Todos quieren hacer su pedido antes de que las luces bajen y comience el baile.
La Vieja Estación es uno de los tantos restaurantes que se alinean en el Paseo Balcarce, la calle que en los últimos años se convirtió en el centro de la movida nocturna en Salta. Decorado con motivos que representan nuestro folklore, este lugar atrae a un gran número de turistas en busca de un lugar donde comer bien y mirar un espectáculo entretenido.
El ritual sigue los mismos pasos noche tras noche: un presentador que pasa lista a las nacionalidades que visitan el lugar, el aplauso de bienvenida, malambo, baile con boleadoras, danzas típicas y las canciones que comienzan con zambas y chacareras, hasta que el multiculturalismo entra en juego y algún italiano sube al escenario a contorsionarse al ritmo de volare , mientras los españoles corean ¡ Que viva España!
Jakob Hansen, un turista que viene desde Dinamarca, no sale del asombro después de haber visto el zapateo de malambo que pisó con fuerza las tablas. "Es extraño ver hombres bailando solos, sin parejas. Es una danza muy masculina", dice, manteniendo la vista atenta al escenario, y luego suelta un Exciting, palabra que resulta ser la que mejor describe a nuestro baile.
La noche aquí termina con gauchos que sacan a bailar al público, gritos que piden canciones desde las mesas, paisanas que revolean pañuelos junto a algún marido que se acercó para la foto y el show se convierte en una fiesta que no divide las mesas ni el escenario, mientras que la gente, entre plato y postre, sube a disfrutar de sus 15 segundos de fama.
Peña jujeña
Es sábado, y en la plaza central de Tilcara, una adolescente intenta organizar, vía teléfono celular, su salida nocturna: "Esta noche? No. Qué boliche ni ocho cuartos, yo me voy a la peña". Desde temprano se comienzan a ver grupos de chicos que se reúnen en las esquinas, turistas que pasean buscando lugares donde cenar. Las peñas se reconocen por notas pegadas en las ventanas de algunos locales de comida, donde anuncian el horario en que dará comienzo el espectáculo.
La peña de Carlitos se encuentra en una esquina frente a la plaza principal de Tilcara. En un restaurante que antiguamente funcionaba como comedor familiar, El Pucará, se levanta un tablón con dos micrófonos altos. Se oye la voz de Carlos Cabrera que recita: "Jujuy te han puesto de nombre, debe ser cosa de Dios, en el idioma del cielo, así se llama el amor". Sus coplas hacen un recorrido por las festividades que comienzan el 1° de enero, suenan carnavalitos, mezclados con canciones y relatos de la zona.
"Hay noches en que los argentinos somos unos pocos, recibimos turistas de Italia, Brasil, Alemania, Suiza. Algunos no entienden nada, pero se contagian de nuestra alegría y uno los ve que se van contentos", nos cuenta Carlos, al tiempo que su mujer va haciendo circular un libro grande de tapa dura para que los visitantes dejen mensajes en el idioma que prefieran.
Mientras tanto, a pocos metros se encuentra El nuevo progreso, un bar almacén al estilo Palermo Hollywood que ofrece arte y cocina, platos bien presentados y ambiente relajado, fuera de todo tipo de show. Simple como un joven que canta canciones de amor a su jujeña enamorada, los comensales que aplauden cada actuación, en una atmósfera iluminada por velas y alguna luz que entra desde la calle.
Aro, aro, aro
Ubicado en una esquina, alejado de la plaza 9 de julio y la catedral de Salta, La Casona del Molino es sin duda la peña más genuina. Su puerta abierta invita a recorrer las habitaciones que se conectan unas con otras e incitan a deleitarse con la cocina salteña. Estas habitaciones se unen en un patio que nos traslada a la época colonial y así la noche se desarrolla en una especie de tertulia donde es fácil sentirse en una cena entre amigos. No hay carteles que indiquen un horario de comienzo, no hay escenario ni tarimas, tampoco micrófonos. Es incontenible la pregunta: "Pero ? ¿aquí hay una peña?"
Rubén Cruz es el encargado del lugar. Nos cuenta que la casona se fue haciendo por la misma gente que la frecuentaba y fue pensada para salteños, algo que la hace más atractiva para el turista. "Acá si ves a un gaucho es porque es un gaucho, no está disfrazado", enfatiza.
El lugar es libre para que todo el que quiera pueda expresar su música, por eso no hay anuncios, todo surge de manera espontánea.
Rubén dice: "En cada habitación se arma una peña diferente, el que quiere disfrutar una u otra elige o se queda en el silencio y se va a donde nadie esté cantando".
Desde una mesa, tres hombres y una guitarra comienzan a compartir su música, mientras que por una de las puertas aparece un joven con otro instrumento y se sienta en otra mesa más alejada.
Uno de los hombres no canta, sólo acompaña con palmas y ríe. Su nacionalidad: inglesa. "Yo vine en 1996 y me enamoré de Salta, encontré acá mi centro del mundo", dice Sammy con una sonrisa y sin perder su acento inglés bajo un sombrero de gaucho.
La gente sigue comiendo y acompañando la música con aplausos, las velas iluminan las mesas y los faroles el resto del caserón. Da la sensación de que en ese patio todos se conocen y Sammy lo confirma: "El que viene dos veces, ya es amigo".
"Un hombre de Helsinki aprendió a tocar folklore con su guitarra, él viene muy seguido a la peña para hacerse escuchar. Su expresión no insinúa la mínima alegría, pero internamente su disfrute se nota en la música que toca", nos cuenta este "gaucho" extranjero.
En este lugar todas las noches son diferentes, nada está planificado, puede haber menos o más música, que comenzará entrada la medianoche y seguirá hasta que las velas no ardan.
Por María Fernanda Lago
Para LA NACION
Datos útiles
Cómo ir
* Aereolíenas Argentinas y LAN tienen vuelos diarios a Salta, a partir de $ 780 (con impuestos).
* Andes Líneas Aereas ofrece vuelos diarios a Jujuy por $ 1100.
En Salta
* La Vieja Estación: Balcarse 885. Cobran 15 pesos por derecho al espectáculo.
* La Casona del Molino: Luis Burela 1, esq. Caseros. Entrada gratis.
En Jujuy
* Lapeña de Carlitos: Lavalle 397. Entrada gratis.
* El Nuevo Progreso: Lavalle 351. Cobran 7 pesos por derecho al espectáculo.
* Altitud: Belgrano 319. Entrada gratis.
Información
* Casa de Salta en Buenos Aires: Av. Roque S. Peña 933; Tel: 4326-2456/9; www.turismosalta.gov.ar
* Casa de Jujuy en Buenos Aires: Av. Santa Fe 967; Tel: 4393 6096; www.turismojujuy.gov.ar