En el exuberante entorno natural de Rio Grande do Sul, la ciudad de Gramado sorprende con su impronta alpina.Aunque para todo el mundo Brasil es playa, los brasileños se reservan tesoros escondidos en el interior. Provocativamente cerca de la Argentina, Gramado es una de esas gemas, fresca en verano y bien preparada para recibir a los visitantes…
Esta pequeña ciudad del estado de Rio Grande do Sul está a 130 km de la capital del estado, Porto Alegre, y más cerca de Buenos Aires que de Río de Janeiro.
Enclavada en las amables «Serras Gaúchas», es pequeña, fresca y muy joven. Está asentada sobre un terreno de pequeñas irregularidades: a escala humana. Cualquier casa puede ponerse sobre una torta de chocolate, las iglesias son pequeñas y primorosas y todo tiene un acabado que se derrama prolijamente en la decoración. Todo el encanto de un pueblito alemán del sur del Brasil.
Con elegancia alemana
La arquitectura de Gramado es elegante y preciosista, de líneas esquemáticas y rectas, con vistosos techos a dos aguas -a cada detalle que se construye se le pone un techito a dos aguas- y mucha madera, que rebasa la estructura para decorar las fachadas con puertas, balcones, ventanas y los listones que forman el típico enrejado esquemático sobre las paredes exteriores.
Por otro lado, las construcciones no se conciben sin una superabundante decoración vegetal; la naturaleza, aunque ordenada con geometría severa, agrega líneas curvas y colores frescos. Todo está pintado, y a todo lo que se pinta se le agregan flores y hojas.
Las calles están señaladas por carteles de troncos rústicos trabajados artesanalmente. En cada lugarcito con tierra se colocan disciplinadamente plantas con flores, cada árbol es podado con precisión, al pasto se lo mantiene como una alfombra y las calles están exquisitamente limpias, como los techos, los autos, las ventanas, las bicicletas, las casas.
El estilo alemán es obligatorio. Sólo puede construirse en cuatro tipos arquitectónicos, entre ellos el bávaro, el normando y el enxaimel (Fachwerk). Se menciona como héroe local al alemán Leopoldo Rosenfeld, quien diseñó la impronta de la ciudad e inventó el parque del Lago Negro, al que rodeó de una senda y cipreses importados de la Selva Negra. Para hacer de Gramado el modelo de fotogénico pueblito de tradicionalismo pintoresco, se prohibieron los shopping centers y los locales de cadenas de fast-food.
Además, en Gramado no hay inseguridad. El alivio y la paz que ofrece el estar amparado de cualquier violencia es uno de los principales atractivos turísticos, que explica en gran parte por qué las vacaciones aquí son un tesoro que los brasileños se han guardado como un coto privado.
Muchos brasileños -casi dos millones en 2007- pasan los dí-as más tranquilos de cada año en Gramado. Es una maravilla que los argentinos casi no descubrieron aunque está al alcance de la mano, camino a la costa, Florianópolis y Torres (300 km).
«¿Te acordás de aquellas vacaciones en Gramado, cuando éramos niños? Antes de que fué-ramos nosotros, mamá y papá fueron allí de viaje de bodas». La ciudad es elegida por los brasileños porque es apacible y clásica. Lugar para mieleros (de hecho, es punto principal de la Ruta Romántica, entre São Leopoldo y São Francisco de Paula) y para llevar a la familia. Nadie pasa en Gramado ningún sobresalto. No se festeja la Oktoberfest para evitar que se altere la paz, pero eso sí: la Navidad es ocasión de un festejo único en el mundo.
Naturaleza de Canela
En un camino que pasa por un Museo del Vapor y un Museo del Chocolate se asiste a una escena gloriosa: la visión desde 800 metros de altura de un valle (Valle do Quilombo) con montañas lejanas y cercanas, caminos, selvas y plantaciones hasta el horizonte. La ruta está bordeada de hortensias y lleva de Gramado al vecino pueblo de Canela, más suelto, más brasileño, más accesible y con mucha naturaleza.
En la Cachoeira do Caracol, un arroyo se deshace en el aire tras saltar de más de 100 metros hacia un pozo de agua y piedras, para rehacerse y perderse nuevamente a lo lejos, en el bloque vegetal de la Mata Atlántica. Esa catarata es esencia de la Tierra original: unos pájaros se meten en ella, la atraviesan como insectos en un vuelo fulminante, dejan que el agua los arrastre brutalmente hacia abajo y luego salen, persiguiéndose, atravesando los arco iris que se forman acá y allá, jugando.
De Navidad a Minimundo
Gramado es «pr&eciric;t-à-tourisme», fabricada para el turismo. La mitad de las viviendas son casas de vacaciones, la tradición del chocolate tiene menos de 40 años y fue importada de Bariloche, muchos visitantes observan un parecido con Disneyworld.
Aquí los eventos encuentran condiciones óptimas. Con producción copiosa se organiza la Festa da Col&ociric;nia, en la que participan las colectividades alemana, italiana y portuguesa; en Pascuas se hace Gramado Aleluya, en agosto el Festival de Cinema y en noviembre, el de Turismo y Natal Luz, la Navidad más larga del mundo (dos meses, de noviembre a enero). En estas épocas, Gramado se convierte en una ciudad temática: todos los árboles se transforman en árboles de Navidad, todo es papá noeles de todos los tamaños y colores, pingüinos, osos polares, renos, juguetes, paquetes de regalos, cometas, muñecos de nieve. Y de noche es todo luz: al andar por el centro, uno siente que camina dentro de un mundo de televisión.
La alemana Ritta Höppener estableció aquí un hotel que nació tradicional; al lado, su marido construyó una casita para que jugaran sus nietos. Con el tiempo, le agregó una maqueta de tren con montañas, después autos, árboles, gente, casas, hasta que todo el terreno quedó cubierto por una especie de soñada «Alemania minúscula». Todo el pueblo iba a ver la obra, cuya fama trascendió y atrajo a los turistas. Entonces ese abuelo, con amor por sus nietos y su entusiasmo por Alemania, convirtió aquello en Minimundo, que creció con las entradas que pagaban los visitantes, contribuyendo con el atractivo turístico del lugar. Los nietos hoy lo administran, igual que al hotel. Minimundo es, sin duda, una metáfora de Gramado.
Fuente:Gustavo Ng. ESPECIAL PARA CLARIN