Hace muchos años, que quienes estamos en la gestión del turismo Argentino, insistimos periódicamente en conseguir como aporte diferencial para el sector la prerrogativa, de que a los turistas de los países “no fronterizos”, contra presentación de su pasaporte, no le cobremos el “IVA” en los servicios de alojamiento…
Esto nos haría más competitivos en los mercados, que por las distancias, y hasta que instalen en sus mentes, los valores de nuestras casi exclusividades, crezcan en pensar en el “Cono Sur Americano” Chile tiene esta avance, y de allí que en algunos productos, como pesca deportiva, Antartida, etc.
Los clientes del hemisferio norte los visiten en mayor número a ellos. Ya que a parecidas propuestas, los prefieren, porque son más competitivos. Nuestra intención no mira al vecino para restarles tráfico, sino para duplicar las llegadas distantes e integrarlas inteligentemente desde sus primeras líneas, en el “target” Repiten muchos economistas que en un mundo globalizado la economía de los EE.UU. y la europea no pueden competir, desde los productos industriales con la de China o India, cuya mano de obra es muchísimo más barata, en salarios y en gastos sociales. Turismo, que es integrador de servicios, “no industria”, no tendría tantos vericuetos o amenazas para los economistas, ya que genera compras, que no son tan sensibles a la hora de inducir un viaje.
Nuestro sector no necesita la receta de la derecha para salir de la crisis…, abaratar la mano de obra. Algo de arcaico tiene nuestro sistema de “visión industrial”- económico cuando la rentabilidad de un producto depende de la baratura del factor humano. ¿Hemos de volver a la prehistoria del capitalismo, a las interminables jornadas laborales de mujeres y niños, porque son menos conflictivos? ¿No habíamos quedado que la rentabilidad depende de la capacitación y de la nueva aptitud, de la gente más formada?
¿O acaso nuestros empresarios y economistas son tan ineptos que no saben diferenciar el sector de servicios del industrial teniendo como rehén la calidad de vida de los trabajadores? O tal vez nuestro problema es de miopía: lo seguimos fiando todo al corto plazo industrial, sin importarnos lo que les suceda a nuestros hijos y nietos, seguimos inspirándonos en la máxima aquella: «después de mí, el diluvio».
¿Han de pagar los trabajadores la ineptitud y miopía de empresarios, economistas y políticos?
¿ O acaso es que unos y otros quieren matar la gallina de los huevos de oro, ya que en muchos destinos de Argentina, el turismo, lo es, y necesita que se le creen estas condiciones, para dar un nuevo paso hacia el futuro.