Tratar bien a quienes nos visitan, además de elemental forma de cortesía, es una manera inteligente de cuidar una industria.Con una tendencia en alza, el turismo que ha llegado en los últimos meses a la Argentina se ha reanimado y comienza a alcanzar índices comparables a los más auspiciosos de antes de la gran crisis global de 2008…
Tanto sea que provengan de países vecinos como de horizontes más lejanos, los turistas extranjeros llegan al país atraídos no sólo por nuestra vasta geografía, sino también por variados aspectos culturales, como el tango, la gastronomía, la arquitectura o las artes en sus múltiples expresiones .
Esta industria sin chimeneas está asociada a los intereses de compañías aéreas, hoteles, restaurantes y demás sectores cuyas estrategias definen, en gran medida, su desarrollo. La presencia del Estado como diseñador de políticas que promuevan la actividad turística es fundamental a la hora de considerar infinidad de temas como cargas impositivas y tasas que gravan la actividad y una larga lista de etcéteras.
De igual forma, es menester que todos quienes, por su tarea, entran en contacto con el turista velen por su seguridad y satisfacción con la supervisión de las autoridades del nivel correspondiente. Por ello, no es posible que quienes nos visitan sean muchas veces presas de «cazadores» que sólo buscan aprovecharse o, peor aún, robarles desde el momento mismo en que ponen pie en uno de nuestro país.
Ya en Ezeiza mismo se producen situaciones de este tipo. Además de la existencia de mafias de toda clase, que intentan apoderarse de sus pertenencias aprovechando su descuido o violando sus equipajes, deben padecer confusas situaciones a la hora de cambiar divisas. El valor de la moneda extranjera es muy diferente en la agencia cambiaria del Banco Nación respecto de su similar privada; pero reiteradas denuncias señalan que ésta, de ubicación estratégica, es la única opción que permanece abierta justamente cuando arriban varios vuelos a la vez.
¿Cómo se explica, entonces, que los taxis y servicios de transporte para el traslado al centro de las ciudades puedan también tener precios tan disímiles y fuera del control de quienes regulan la actividad? No es posible que cualquier oportunidad sea propicia para aprovecharse de que quienes nos visitan no dominan nuestro idioma o no conocen nuestras ciudades.
Desde los países más visitados del mundo se estimula el ingreso del turismo, concientizando a la población sobre los importantes beneficios que conlleva el ingreso de divisas. Cuidar y asistir debidamente a quienes nos visitan no es una tarea menor, y la regulación y control debieran ejercerse responsablemente desde todos los ámbitos involucrados. Las cámaras y asociaciones de hotelería, gastronomía y transporte, las dependencias culturales de los distintos niveles, así como las reparticiones policiales que tratan con los turistas debieran contribuir a hacer que la estancia de quienes nos visitan sea segura, no sólo para su integridad física, sino también protegiendo sus bienes, y placentera.
No hay motivos, tampoco, para que se les cobre en dólares o euros por ingresos a parques nacionales, museos o tasas; una clara política discriminatoria respecto de los connacionales.
Desde las cataratas de Iguazú hasta El Calafate, pasando por Cachi y los esteros del Iberá, pero principalmente por las grandes ciudades como Buenos Aires, en primer lugar, deberán ejercerse en los ámbitos nacionales y locales acciones que impidan los atropellos, abusos, arbitrariedades y malos tratos que exhiben el costado más reprobable de nuestra sociedad.
Cuidar, velar, asistir y tratar bien a quienes nos visitan se impone no sólo como una elemental ley de cortesía, sino también como una forma inteligente de atender con esmero a una industria que motoriza a otras en beneficio de toda la economía