Brasil: Itacaré, la próxima frontera

En el inagotable estado de Bahía, a 440 kilómetros de Salvador, este municipio todavía poco frecuentado por argentinos combina rutas de aventura con playas y una agitada vida nocturna al ritmo del forró…

 

ITACARE.- A unos siete metros, entre infinitas palmeras, en un camino rodeado de selva y vegetación se escucha un grito. Es Zé, que se esfumó en pocos segundos y trepó en busca de cocos. Baja a una velocidad impresionante y con un machete hace un pequeño agujero en las frutas para convidar su agua, lo que permite continuar la travesía hacia playas imponentes y exuberantes.

Zé nació hace 21 años en Itacaré y trabajó desde chico en la inmensidad de la selva tropical, hasta que a los 18 aprendió a leer y escribir, y se convirtió en un excelente guía. Ahora nos lleva justamente por su tierra, a 440 kilómetros de Salvador de Bahía, un lugar elegido para el turismo aventura, que combina rafting, paseos en canoas, surf y rappel, con excursiones por caminos selváticos pegados a exóticas playas declaradas áreas de protección ambiental.

Ciudad al sur del estado de Bahía, Itacaré esconde múltiples maravillas aún poco exploradas por argentinos, aunque en el mapa de los surfistas brasileños está desde hace varias décadas. Antes de la construcción de la ruta que la conecta con Ilheus, su difícil acceso la transformaba en un destino totalmente oculto.

Elegida por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y Carla Bruni (hace dos años pasó sus vacaciones en el lujoso hotel Txai), y por la presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, para descansar después de meses de campaña, Itacaré combina bellezas naturales con una vida nocturna.

Noche y música ao vivo
Jóvenes y adultos disfrutan de música ao vivo en la colorida Pituba, su calle principal… de tan sólo tres cuadras, pero repleta de bares, pequeños locales y una feria artesanal. En ese escenario alegre aparece Luz. Tiene 10 años y canta rock and roll en un bar al aire libre lleno de gente a la madrugada. Es la segunda voz de la banda que encabeza su madre en Favela, el sitio más repleto del lugar. Con su pelo rubio largo hasta la cola y su carita angelical se convierte en el centro de atención de cientos de personas atónitas al escucharla cantar. Disfrutan de la música, la cachaça y los bailes de exuberantes garotas, mientras hacen cola en los puestitos callejeros donde se preparan tragos con frutas.

Las fiestas de forró, ritmo típico brasileño, en la playa en la madrugada convocan a los más jóvenes, que deben hacer un esfuerzo para repartir sus energías entre la vida nocturna y las innumerables actividades diurnas que ofrece este lugar.

En una pequeña mesa de madera se encuentra Marcos, de 25 años. Oriundo de Mar del Plata, es de los pocos argentinos que se ven por acá. Guardavidas de diciembre a marzo en su ciudad natal, dedicó el resto de su año a conocer playas brasileñas. Hace tres meses se instaló aquí para surfear, pero por las noches tiene su ritual: pasar por Pituba para tomar una cerveja bem gelada y absorber un poco de la alegría bahiana. «Es un lugar muy tranquilo. Da mucha paz», dice.

La pavimentación de la ruta BA 001, la primera ecológica del país, que incluye llamativos caminos de redes para que circulen animales, transformó en los últimos años este sitio en un lugar turístico en el que siguen construyéndose hoteles, posadas y restaurantes, y hasta tiene campings para alojar a aquellos que no quieren gastar demasiado dinero (unos 20 reales la noche por persona). Su aeropuerto más cercano es el de Ilheus (a 72 kilómetros), adonde llegan vuelos desde Buenos Aires con conexión en San Pablo y otros con escala en Salvador. De allí, lo mejor es alquilar un auto o viajar en ómnibus.

Trilha das cuatro praias
Aunque hay diferentes opciones para llegar al mar, la trilha das cuatro praias es un destino obligado. Es una especie de laberinto repleto de inmensas palmeras, árboles y plantas de cientos de variedades -muchas en peligro de extinción- a través del cual se llega a las playas Engenhoca e Itacarezinho, con bares e infraestructura para el turismo, y a Camboinha y Havaizinho, dos playas vírgenes para los amantes de la naturaleza pura. Allí está prohibido comerciar, no hay baños ni los típicos paradores. Pero sí suficiente espacio para armar un partidito de fútbol en el que las mujeres son aceptadas de igual a igual.

A un costado de la playa se encuentran Sergio y Marisa, que traen por primera vez a sus tres hijos al mar. Mientras Carlitos (5), Jorge (4) y Roberto (3) se revuelcan en la fina arena blanca y hacen piruetas -que algún día serán perfectos movimientos de capoeira-, Sergio cuenta que (al igual que Lula) es tornero mecánico y que su jefe lo envió a trabajar aquí, dado que aún no hay una industria demasiado desarrollada. Su esposa, en cambio, mientras se dedica a la crianza de sus hijos empieza a planificar las comidas que ofrecerá en las playas durante la temporada de verano.

Para los paladares gourmet, cientos de restaurantes ofrecen platos típicos como la moqueca de camarones o de pescado, mariscos de todo tipo, feijoadas y un postre ideal: mousse de maracuyá. El menú ronda los 50 reales en sitios más lujosos, pero también se puede comer por 30. Para el mochilero, siempre está la opción de comprar en el supermercado local y cocinar entre amigos, lo que resulta mucho más económico.

La mayoría de las posadas están cerca del centro. De allí se puede ir caminando a las playas del Resende, de la Concha o a Tiririca, con fuertes olas y frecuentada durante todo el año por los surfistas. También hay otras más alejadas, mucho más tranquilas, aunque de más difícil acceso.

Con una temperatura promedio de 25°C -en el verano alcanza los 40°C-, adentrarse en una de las opciones que ofrece el nordeste brasileño es siempre una garantía. Mucho más si se tiene la suerte de estar acompañado durante la travesía por un guía como Zé, que recién empieza un nuevo camino y disfruta de compartir su amor por la naturaleza.

Por Tamara Krell
Enviada especial

DATOS UTILES
Cómo llegar
GOL llega a Ilheus, el aeropuerto más cercano, con un vuelo con escala en San Pablo y Salvador (a partir de US$ 479). TAM tiene vuelos con escala única en Salvador (a partir de US$ 580).

Desde Ilheus se puede alquilar un auto o reservar un servicio de ómnibus hacia Itacaré de la Compañía Rota. El viaje dura alrededor de una hora y media.

Más información
Comité Visite Brasil – Embajada de Brasil en Buenos Aires, Cerrito 1350, entrepiso; 4515-2422;
turismo@brasil.org.ar
www.brasil.org.ar
www.braziltour.com

LA CIUDAD DE JORGE AMADO
ILHEUS.- Cidade do romance. Esa leyenda puede leerse en una pared en una pequeña plaza de esta ciudad al sur del estado de Bahía. Su explicación es clara. Semejante fama mundial se debe a que fue el escenario en el que se crió el famoso escritor brasileño Jorge Amado, y que inspiró la mayoría de sus novelas.

Ilheus, considerada la capital del cacao, tiene hermosas playas, ríos, cascadas y un centro histórico de lo más llamativo con grandes caserones, calles de piedra y una plaza principal que reúne a las familias locales por las tardes para compartir comidas típicas como acarajé, tartas, quibes, caldo de caña y tapioca. Casi todas elaboradas con el aceite de Dendé, herencia de los africanos, y el más difundido de toda la zona.

Detrás de la plaza principal se encuentra la catedral de San Sebastián y a su derecha, el bar Vesubio, que según el guía es uno de los 10 más famosos del mundo, escenario del romance de la novela de Amado Gabriela, Clavo y Canela.

Desde allí sale la calle Jorge Amado, donde se encuentra el teatro municipal y la casa del escritor, hoy convertida en la Casa de Cultura de Jorge Amado, donde se conoce su vida y obra.

Del otro lado de la plaza, y por la avenida Suárez López, pegada a la playa pasa en Carnaval la alegría de los tríos eléctricos, camiones que se llenan de grupos que bailan y cantan, rodeados de la gente que se acerca para vivir la fiesta.

Sorte Grande era el nombre de la lotería que ganó la familia de Amado en 1912 y que permitió a su padre comprar el caserón donde vivió el escritor, que hoy es museo. Pero esa misma sorte la tuvieron los habitantes de esta pequeña ciudad brasileña, famosa por sus romances, traducidos a casi 50 idiomas y exportados a todo el mundo.

MARAU
Llegar a la península de Maraú no es nada fácil, pero el largo trayecto vale la pena. A 180 kilómetros de Salvador de Bahía y a 38 de Itacaré es un destino al que sólo se llega en barco. Desde la bahía de Camamú, ciudad típicamente brasileña que abastece unas quince islas que la rodean, se toma un barquito de unos 40 minutos que arriba a Barra Grande, el sitio más poblado de la península, donde se encuentran la mayoría de las posadas y los restaurantes.

El exótico camino -por el que se atraviesan pequeñas islas de manglares, la isla de la piedra agujereada- va también a Ilha Grande, donde viven unas 18.000 personas exclusivamente de la pesca y donde no hay negocios ni restaurantes. Todo se comercializa en Camamú.

Además de sus extensas playas desiertas, Maraú es conocida sobre todo por su playa Taipu de Fora, en la que se forman magníficas piscinas naturales de 7 kilómetros cuando baja la marea. Allí se puede disfrutar del buceo por la infinidad de peces y de la calidez del mar.

Fuente: www.lanacion.com.ar/ Foto GENTILEZA EMBAJADA DE BRASIL/DANI BATISTA

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