La nave zarpó en Venecia. Arranca una temporada récord con 400 mil turistas y 158 arribos.Las sensaciones son distintas. Las historias y las experiencias también. Casi 2.000 pasajeros y este enviado especial llegaron ayer al puerto de Buenos Aires en el MSC Opera, el barco que inaugura la temporada de grandes cruceros que cerrará en mayo…
Y sobre la cubierta, bajo un viento potente y un frío más característico de mayo que de noviembre, las emociones y los sentimientos se percibían de manera única.
Lo objetivo es que estamos en una temporada de cruceros que es récord : hasta mayo llegarán 400 mil turistas, un 21% más que en 2010. Habrá 158 arribos. El 72% de los pasajeros serán extranjeros: brasileños y alemanes, los que más valoran la Ciudad.
Desde el agua, mientras el barco maniobra en el bravo Río de la Plata, la silueta porteña se va dibujando hasta quedar detrás de las torres de contenedores que dominan la geografía de la terminal de cruceros. Hay quienes identifican edificios: el Sheraton. Están también los que no paran de sacar fotos, y los que contemplan en silencio, con cierta melancolía, o con alegría por el regreso.
Daniel y Sandra son un matrimonio que ronda los 50 años y se embarcó el 10 de noviembre en Venecia para hacer toda la travesía. “Aunque uno no se quiera bajar de acá, porque eso significa volver a la rutina y al trabajo, cuando te vas, a Buenos Aires la terminás extrañando. Yo, en particular, extraño a mis hijos… y a Huracán”, dice Daniel, que pasó por los puertos de Venecia, Malta, Barcelona, Casablanca, Santa Cruz de Tenerife, Recife, Salvador de Bahía y Río de Janeiro, la última escala antes de llegar a Buenos Aires.
Distinta es la mirada de Martina, de 25, que eligió volver de España en barco. Allí vive desde hace cuatro años, es guardavidas en Ibiza. “Tenía que traer mucho equipaje y en avión me cobraban mucho por el exceso. Aunque en estos años volví varias veces, llegar en barco es una experiencia diferente”.
Cuando dejó Río, en la cubierta superior del MSC Opera sonó “Con te partirò” (“Contigo partiré”), la misma canción que el argentino Guillermo Guido, que es parte de la tripulación , canta en el show de despedida que se hace en la última noche de gala de la navegación. En el arribo a Buenos Aires, a alguno se le habrá ocurrido tararear “Volver”, aunque fuera de día y la frente luciera bronceada. Es que el tango está presente en una travesía con cientos de argentinos, y también con extranjeros que quieren aprenderlo y sentirlo. Como Hanna, una alemana, de 26, que se pasó el viaje en las clases de tango y ayer le ponía cinta a las suelas de goma de sus zapatos para que patinaran sobre el piso lustrado. Preparaba una especie de muestra de fin de crucero junto a Juan, su novio californiano, hijo de argentinos, con quien viajó desde Frankfurt para vivir en Palermo y desarrollar su vocación de documentalistas.
Aunque en tres días de viaje se escucha varias veces decir que “lo que pasa en el barco se queda en el barco”, las historias de los pasajeros se bajan con ellos. Otro es el caso de los que trabajan a bordo. “Hace siete años que estoy acá y paso unos ocho meses por año en el agua. Soy de Monserrat y esta vida no la podés dejar nunca. Cuando bajás a tierra te parece que todo es lento”, dice Carlos Podestá, manager del equipo de entretenimiento del Opera, con 52 personas que se ocupan de divertir a los pasajeros. En mayo el Opera iniciará la travesía de regreso a Europa con destino a Southampton y se convertirá en el primer crucero de este tipo que sale de Argentina para anclar en un puerto inglés. Dentro de un año, desde Europa volverán a llegar nuevas historias. Algunas permanecerán a bordo; otras anclarán en Buenos Aires.
Fuente:www.clarin.com /Por Sebastián Clemente