Turismo para todos por Antonio Torrejón (*)

En 1964, como autoridad turística de Chubut, tuve la suerte de concurrir a una reunión nacional del sector en la ciudad de Paraná, donde me quedó grabada la sugerencia de que para romper la estacionalidad en el turismo se debía aplicar el criterio –ya vigente en el hemisferio norte– de crear fines de semana largos y escalonar las vacaciones escolares…

A lo largo de la historia que me tocó transitar dentro del sector, el tema de la estacionalidad era obligado en todo congreso o foro relacionado con el turismo, tanto regional como nacional.

 

No obstante, recién en 1986 Francisco Manrique, al asumir como titular del organismo nacional de turismo, tomó nuestra idea de concretar los fines de semana largos a los efectos de promover el turismo interno y facilitar la llegada en número durante todo el año a los lugares que superan los 1.000 kilómetros del eje Buenos Aires-Rosario. En ese sentido, consultó y buscó junto con el Consejo Federal de Educación la conveniencia de escalonar también las vacaciones de invierno a los efectos de fomentar el consumo y dinamizar las economías distantes.

 

Ese objetivo que comenzó con Manrique tuvo su continuidad mejorada y de proyección enriquecedora partir del 2003, cuando asumió Enrique Meyer en el sector oficial de Turismo, en consonancia con el modelo de reconstrucción nacional impulsado por Néstor y Cristina Kirchner.

 

De esta forma los organismos de turismo municipales y provinciales entendieron los beneficios que conlleva el ordenamiento de feriados y la necesidad de crear productos turísticos «todo el año» a los efectos de satisfacer la demanda generada.

 

Es redundante recordar que poseemos una geografía exquisita desde los extremos limítrofes norte, centro y sur, que integra en aprovechamientos racionales la amplia geografía del territorio nacional, contempla diversidad de climas y ofrece alternativas para todos los gustos, nacionales e internacionales.

 

Es menester que las administraciones del Estado, tanto locales como regionales, trabajen junto a sus comunidades en la sostenibilidad de la oferta turística para generar puestos de trabajo legítimos y perdurables, modeladores entre otras consecuencias y de un nuevo arraigo.

 

Es necesario, entonces, sincronizar las agendas de receso escolar para que complementen el calendario de feriados y –a su vez– las provincias ajustar sus estrategias de interrupciones locales de forma tal de cubrir los «huecos» estacionales, sin generar hipertrofia en los momentos de descanso.

 

Si bien es cierto que cada vez más los destinos buscan consolidarse como alternativas para disfrutar durante todo el año, se evidencia una ausencia de una «mayor conciencia valorativa del turismo» y de políticas de Estado que incorporen con otro procesamiento y tratamiento estas «conquistas sociales del siglo XXI».

 

En una actividad multidisciplinaria como es el turismo de hoy, sería importante que se comenzara un serio debate entre actores públicos y privados de la producción, el trabajo y nuestro sector de servicios terciarios y aspectos concurrentes sobre fines de semana largos de los estadistas argentinos para coincidir en políticas sinérgicas, abarcativas y largoplacistas respecto de la sustentabilidad de la estrategia de feriados enriquecidos, porque esa alteración de la agenda turística es en la teoría y principalmente en los hechos la mejor herramienta para romper con la estacionalidad.

 

El gran desafío es consolidar definitivamente un país turístico, inclusivo, sustentable e innovador que facilite el incremento de puestos de trabajo y la generación de una riqueza que satisfaga definitivamente en toda su geografía al nuevo país federal.

(*) Exministro de Turismo de Chubut y de Río Negro. Asesor nacional ad honórem del Ministerio de Turismo de la Nación

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