Volar:El mundo de las millas,claves y estrategias

¿Cuánto hay que volar para obtener un pasaje gratis? ¿Cómo gano más puntos? ¿Puedo regalar mis millas? Todo lo que hay que saber para juntar millas, puntos o kilómetros y seguir viajando…

De los beneficios tentadores que los operadores turísticos le ofrecen al viajero, las millas aéreas son como las fichas que uno tiene guardadas virtualmente para cumplir un sueño recurrente. Ese mundo paralelo que insiste y pide ser real, un día golpea la puerta. Lo potencial se hace acto: viajes que no iban a concretarse –parecían inalcanzables– de repente aterrizan aquí, con el auspicioso cartel del quizás. Las millas suponen, además, un costado lúdico: la indeclinable necesidad de recorrer el mundo para acumular ese kilométrico historial que permitirá, más tarde, seguir viajando. El gerundio, proceso, devenir irrefrenable, eslogan obvio, es el mejor modo de definir la oportunidad inmensa que abre la acumulación de millas. Precisamente el presente continuo: viajar viajando .

 

Todo el mundo dice que las millas se “juntan”, como las figuritas en la escuela. Se juntan, se guardan y se canjean, un acto de acopio infantil cuya consecuencia más esperable es cierto margen de frustración: como las figuritas, tener la primera entusiasma, pero no alcanza. Así, el primer viaje, esos mil o dos mil kilómetros iniciáticos parecen una puerta de entrada a los vuelos gratuitos, pero… – ¿ ¡ Qué!? ¿No me he ganado nada con esta pila de kilómetros andados? ¿Ni un cuarto de viaje?

 

No (ay… la frustración), hacen falta muchos –en serio, muchos– vuelos para disponer, verdaderamente, de un beneficio real en materia de millaje.

 

Veamos a continuación cómo se despliega esta dinámica (no es igual para todas las compañías aéreas, pero tampoco es particularmente compleja), qué beneficios concretos tiene llevar el sticker de “pasajero frecuente”, cuándo y cómo utilizar estos puntos, qué otros productos –además de los vuelos– los proveen, las alianzas entre aerolíneas en la desbordante globalidad corporativa y todas las otras preguntas que el viajero común suele hacerse cuando hojea las ofertas, vislumbra los paisajes, coquetea con las opciones y recuenta una y mil veces el ancho de su bolsillo. El beneficio está allí. Hay que saber aprovecharlo.

 

Punto de partida

Asumir el perfil de pasajero

 

Para arrancar, no estaría mal hacer una sensata inspección de autorreconocimiento: ¿soy o no soy realmente un pasajero frecuente? Porque a quienes se asuman como clientes asiduos del mundillo aéreo les convendrá hacer foco, precisamente, en el vínculo face to face con la aerolínea, establecer una relación aceitada con la compañía, es decir, conocer sus reglas de funcionamiento, los destinos a los que se extiende su red, las frecuencias, estar pendientes de las novedades, ofertas y promociones, los convenios que establece con otras líneas aéreas y entidades bancarias.

 

¿Cómo lograrlo? Hay que dar dos pasos: a) darse de alta como pasajero frecuente, o sea, asociarse al programa de la empresa, y b) siempre que se pueda, comprar pasajes en esa misma línea aérea (o en su red de aerolíneas asociadas), aunque esto implique, muchas veces, resignar promociones seductoras y terminar optando por vuelos que no son precisamente los más directos o los más económicos. Todo en pos de la gula de las millas. Esto, como decimos, para quienes viajan largo y seguido.

 

Es distinto el caso de las personas que vuelan cada tanto, quizás sólo en las vacaciones, o quienes siempre hacen viajes cortos. A ellos, un consejo: concentrar los esfuerzos de acumulación de puntos vía las entidades bancarias, es decir, a través del consumo con tarjetas de crédito. Es que la chance para estos pasajeros no-tan-frecuentes de conseguir, por caso, un vuelo Buenos Aires – Roma mediante el canje de millas viajando muy esporádicamente es, al menos, acotada.

 

Otra ilusa expectativa es esperar que de itinerarios que no llegan ni a los seiscientos kilómetros se desprenda una abultada acumulación de puntos. Por suerte, los programas de recompensas (suelen rotularlos en inglés: rewards ) que ofrecen los bancos abren, como veremos, un espectro alentador a quienes tienen un consumo mensual alto, dado que la compra de productos y servicios (o sea, desde pagar con tarjeta de crédito en el supermercado hasta tener la luz y el gas en débito automático) permiten sumar puntos al titular, que luego se verán reflejados, convenios y equivalencias mediante, en millas gratuitas de vuelo. Como se deduce, esto no ocurre de cualquier manera ni bajo cualesquiera condiciones. Hay alianzas específicas entre las compañías y pautas claras que conviene conocer.

 

Pertenecer al club

Requisitos y privilegios del viajero frecuente

 

Ejemplos concretos. Aerolíneas Argentinas desarrolló un programa de viajero frecuente llamado “Aerolíneas Plus”. Para aprovechar los beneficios de este plan hay que darse de alta y pasar a formar parte del club. Fácil: en la página web de la compañía se llena un formulario con los datos personales y, ya subida la información, llega por correo electrónico, en segundos, un aviso con el número de socio correspondiente. Hay que imprimir esta información y tenerla a mano (¡siempre!, insisten), ya que el número de afiliación será solicitado por representantes de la aerolínea ¡y no se conforman con el número de pasaporte! Atención: aunque la aerolínea pida los datos del socio al hacer la reserva, seguramente los solicitará, por segunda vez, en el mostrador de la compañía, minutos antes del vuelo.

 

Pero no es el mismo carnet de socio para todos. Compañías como United Airlines (y sus socias; Copa Air, entre muchas otras) establecen diferencias de categoría entre los pasajeros. Así, el tipo de membresía del programa MileagePlus de United varía según la cantidad de millas netas voladas por año y las tarifas adquiridas en los vuelos. Claro, según el estatus del pasajero frecuente, los beneficios cambian notablemente.

 

La compañía Air France-KLM complejiza aún más el escenario, ya que con sus vuelos se pueden ganar, a falta de uno, dos tipos de millas: las llamadas “millas de premio”, para ser canjeadas por vuelos propiamente dichos y, además, las “millas de categoría”, con las que se eleva el estatus del pasajero. Así, el socio que alcanza las clases Flying Blue Elite (Silver) o Elite Plus (Gold y Platinum) puede obtener hasta un cien por ciento más de “millas de premio” que un viajero regular.

 

Una recomendación general en la que los responsables de las líneas aéreas coinciden es en insistir a sus pasajeros que conserven el boarding pass (la tarjeta de embarque), al menos hasta verificar que las millas del vuelo se hayan acreditado correctamente en la cuenta de viajero frecuente.

 

Por suerte, para los despistados sin remedio Aerolíneas Argentinas implementó un changüí de seis meses posteriores al vuelo para ingresar los datos de la tarjeta de embarque, de modo de no echar a perder los puntos del trayecto hecho. Pero cada aerolínea maneja esta regla a su modo: en American Airlines las millas se pueden acreditar hasta un año después del vuelo. Y mientras compañías como Delta tienen como requisito –para acreditar las millas con posterioridad– que el usuario se haya hecho miembro del programa de viajero frecuente con antelación al vuelo, American, por su parte, ofrece, como ventaja, hasta un mes de retroactividad, o sea que se pueden acopiar los puntos correspondientes a los vuelos inmediatamente anteriores a la afiliación, siempre que el viaje haya sido por American (no valen las líneas aéreas asociadas. Atención con los mil y un peros).

 

Si por alguna razón las millas no se acreditaran (culpa del pasajero, culpa de la compañía…), habrá que avisar online o telefónicamente, según la vía de comunicación que ofrezca la empresa. Pero ojo, quizás no alcance con informar los datos del boarding pass: algunas aerolíneas exigirán que se envíe por fax, en imagen escaneada vía e-mail o por correo convencional el propio pase de embarque. Como se ve, es fundamental no desecharlo. Y si no, ¡alpiste!

 

Verdades verdaderas

Cuánto hay que viajar para ganar un pasaje gratuito

 

Ahora bien, lo que todo el mundo quiere saber es cuánto hay que viajar (concretamente: cuántas veces, qué distancia y, además, cuántos años le llevará al viajero promedio, si existe tal cosa) antes de triunfar y canjear, de una vez por todas, las millas acopiadas a cambio de un vuelo gratuito.

 

Marcelo Costa, gerente regional de Delta para Sudamérica, clarifica la cuestión: “La cuenta sería más o menos así: para tener un ticket gratuito de un viaje que no supere, entre la ida y la vuelta, las 10.000 millas, habría que hacer seis veces una distancia como esa, y el séptimo viaje tendría que ser gratuito. Pero para ser más precisos y estar más seguros, cubrámonos afirmando que cada siete viajes de este tipo, el octavo es gratis”. ¿Cuánto tiempo llevará? Otra vez, depende de cuán asiduamente vuele uno.

 

Un aspecto que hay que remarcar es el tema del costo, en millas, que tienen estos viajes “gratuitos”. Porque las millas funcionan como el patacón o billete de esta suerte de estanciero ficcional. Las reglas del juego son estas: el pasajero gana, por cada viaje realizado, tantas millas como distancia haya recorrido. Si el viaje en avión fue de 4.500 millas por tramo, el pasajero asociado a la aerolínea suma, a su haber, entre la ida y la vuelta, 9.000 millas. Pero, lógicamente –esta es la clave para entender todo–, esas 9.000 millas no sirven en ningún caso para hacer un viaje cuya distancia real sea, precisamente, 9.000 millas: los viajes cuestan muchísimo más. Por ejemplo, un vuelo ida y vuelta como el que mencionábamos, de 9.000 millas, por Delta costaría unas… ¡60.000 millas!

 

En American Airlines, el panorama es un poco más alentador: según explican, su premio más conveniente (“premio”: léase, el producto adquirido tras el canje de millas) a Estados Unidos cuesta desde 40.000 millas, beneficio al que el cliente accedería luego de realizar cuatro viajes, ida y vuelta, Buenos Aires – Nueva York.

 

Es que el valor del vuelo depende de múltiples factores: el tipo de aerolínea (lo que define su rango tarifario, decisiones corporativas que exceden la humana pequeñez del pasajero), el grupo de aerolíneas asociadas al que pertenezca la empresa (porque las líneas aéreas nucleadas en teams como Star Alliance, Oneworld o Sky Team se ponen de acuerdo para no diferir demasiado en estos números), la temporada en la que se quiera viajar (dato esencial. “No es lo mismo querer hacer un Buenos Aires – París el 25 de diciembre que el 10 de noviembre”, aclara Marcelo Costa), las frecuencias que maneje la aerolínea a ese destino puntual y demás aspectos que hacen, en general, a la configuración de la demanda y a las tarifas. De modo que en este juego de trueque las millas pierden su relación lineal con el espacio recorrido y pasan a ser, plenamente, moneda de cambio, cuyo valor dependerá de estos y otros varios parámetros.

 

En la medida en que se anuncian más convenios y conglomerados corporativos (un escenario flexible que muta a cada rato), el pasajero va adquiriendo más beneficios: usa sus millas para vuelos en una cantidad mayor de líneas aéreas, lo que incrementa el espectro de opciones de destinos, frecuencias y servicios en general.

 

Efecto dominó

Cómo comprar millas y en qué gastarlas

 

¿Millas o kilómetros? Depende de la aerolínea. Acertadamente, compañías como LAN adaptaron su programa de acumulación de puntos a los usos y costumbres regionales, de modo que los 1,5 millones de argentinos que forman parte del Programa de Pasajero Frecuente Lanpass suman, con sus viajes, puntos en el formato de “kilómetros”.

 

Igual, se los llame como se los llame, una verdad contundente es que en general los puntos (otra vez, millas o kilómetros…) no sobran y muchas veces ni alcanzan. Aunque (¡notición!) pueden comprarse.

 

No. Desde ya que no es lo mismo que comprar un pasaje en forma convencional –con dinero– porque con este mecanismo se aprovecha el haber, por pequeño que sea, de los puntos acumulados en viajes anteriores. Parece tonto decirlo, pero esto no funciona al revés: las millas se compran, pero no se venden. Y si cabe la duda, en general no hay un límite mínimo de millas que haya que tener acumulado para poder comprar más, pero sí hay un límite máximo, que ronda las 60.000 millas por año.

 

Además de LAN con sus promociones de “kilómetros + dinero” (sólo para destinos de Argentina), American Airlines es una de las varias compañías que ofrece un servicio de estas características, el programa “buyAAmiles”, sólo apto para los socios de su club de pasajeros asiduos AAdvantage.

 

¿Y cuánto cuestan las millas? Hay una tabla cuya lógica puede resumirse en: más millas comprás, más barata te sale cada una. Por ejemplo, buyAAmiles ofrece millas a US$ 0,0295 cada una, para compras de 1.000 a 5.000 millas, pero baja a US$ 0,0275 si es de 6.000 a 60.000 millas. Para hacerlo más claro: 1.000 millas costarían casi US$ 30, mientras que 5.000 millas, unos US$ 150. A estos valores hay que sumarles el 7,5% por el Impuesto Federal de Consumo, además de una cifra por el trámite de la transacción (unos 35 pesos).

 

Es importante saber que las millas compradas no son intercambiables pero –punto digno de atención–, como en cualquier otra compra, al adquirir millas con ciertas tarjetas de crédito se siguen acumulando más puntos (o sea, rewards ) y, por carácter transitivo, nuevas millas. Estrategias de marketing dispuestas en el esplendor del efecto dominó.

 

Más buenas noticias, en particular para los viajeros que con su tesoro de puntos no vuelan ni a la esquina. Un verdadero redoble de apuesta es el que proponen algunas líneas aéreas que permiten al pasajero usar las millas guardadas para adquirir otros productos, algunos para nada turísticos.

 

Por ejemplo, el catálogo Lanpass habilita a sus socios a cambiar los kilómetros ahorrados por productos distribuidos en dieciséis categorías, que van desde automotor, celulares y electrodomésticos hasta cuidado personal y “mundo infantil”.

 

Y claro, los socios también pueden aprovechar sus kilómetros para gestionar upgrades dentro de las clases tarifarias del avión, y su membresía en salas “vip” de los aeropuertos. Del mismo modo, compañías como American Airlines ofrecen canjear los puntos por paquetes vacacionales, jornadas de alquiler de autos y estadías en hoteles de todo tipo. ¿Agotado de tanta información? Sigamos un poco más.

 

Globalidad corporativa

El canje de puntos y las alianzas con los bancos

 

Como esbozábamos, la gigantesca red de alianzas entre compañías abren el espectro de un modo impensado para el ahorrista de kilómetros de vuelo. Y los bancos, entre otros rubros, no se quedan afuera. Así, los socios de Lanpass juntan millas a través de los vuelos que hacen por LAN, TAM y las líneas del conglomerado Oneworld, además de cuando canjean los puntos de sus gastos con tarjetas de crédito del BBVA Francés-Lanpass o por medio de convenios comerciales, como los que tienen con Jumbo Más, Personal, Zurich, Remax, Top Trip y Assist Card.

 

El responsable de la Tarjeta BBVA Francés Lanpass, Cristian Haas, explica que “los clientes pueden sumar kilómetros de vuelo contratando plazos fijos, seguros, préstamos y débitos automáticos”. Y agrega: “Por cada dólar consumido –o su equivalente en pesos– se acumulan 1,61 kilómetros; es un programa muy conveniente: con un consumo mensual de unos US$ 800, en el lapso de un año nuestros clientes ya están viajando por LAN”.

 

En la misma línea, los afiliados al programa AAdvantage de American Airlines tienen más de mil oportunidades de sumar puntos, contando los vuelos, estadías en hoteles, alquiler de autos, consumo en restaurantes y demás compras que hagan a través de la tarjeta de crédito Citi – AAdvantage.

 

El panorama es similar para los clientes de banco Galicia, a través del programa de fidelización “Quiero Viajes”: con los puntos ganados en las compras con tarjeta de crédito y débito, los saldos en cajas de ahorro, seguros y otros productos contratados, el cliente suma puntos que puede canjear por pasajes (¡en cualquier aerolínea!), noches de hotel, paquetes turísticos, cruceros o alquiler de autos. Como en otros programas, si no se cuenta con el cien por ciento de los puntos se puede pagar la diferencia en pesos. Además –como veremos–, el producto canjeado se puede adjudicar a un tercero, sin importar, en absoluto, su relación con el banco.

 

Aerolíneas Argentinas ofrece la opción de sumar millas con los puntos ganados a través de las tarjetas de crédito de distintas entidades bancarias: Credicoop, Hipotecario, Galicia, Grupo Macro, Banco de la Provincia de Buenos Aires, Banco de la Nación Argentina y American Express. A esto se suma que desde hace un año los miembros de Delta Sky Miles y Aerolíneas Plus aprovechan los beneficios recíprocos de acumulación y redención (así le llaman al canje) de millas: para Aerolíneas, este acuerdo implica la posibilidad de llegar a más destinos del globo; para Delta, una puerta de entrada a la región.

 

United Airlines, a través de MileagePlus, ofrece la chance de acumular millas por medio de las tarjetas de crédito Visa y Mastercard MileagePlus ICBC, además de la estadía en determinados hoteles, alquileres de autos y hasta en la utilización de la línea ferroviaria estadounidense Amtrak.

 

Es interesante la propuesta del banco Santander Río, que ofrece a los socios de su “Superclub” acceder, por medio del canje de puntos, a los productos que comercializa la agencia de viajes Despegar.com: por ejemplo, estadías en alguno de los 150.000 hoteles con los que tienen convenio, adquirir paquetes de viaje, pases a parques temáticos, estadías en cruceros, alquiler de autos y, claro está, vuelos en el variadísimo arco de compañías que despliega esta importante plataforma de viajes online.

 

También son ilimitadas las aerolíneas que se pueden escoger al aprovechar los puntos ganados con las tarjetas de crédito VISA, American Express o MasterCard emitidas por el banco HSBC. Es así: cada cinco pesos gastados se gana un punto HSBC Rewards. Y a partir de 7.500 puntos acumulados se puede adquirir un vuelo de cabotaje, ida y vuelta. Con 13.000 puntos, aseguran en el banco, se abre la posibilidad de volar a Uruguay, y con 45.000, a Estados Unidos.

 

En síntesis, con las millas se adquieren productos y con los productos se suman millas. Es evidente que para sacarle el jugo a estos programas habrá que leer la letra chica de los correos electrónicos y folletos que, sin llegar a ser oportunamente atendidos por el usuario, quedan muchas veces relegados, sin ninguna mediación, al tacho de basura.

 

Sin embargo, no habría que eludir un comentario realista. Incluso con la voluntad mayúscula de aprovechar hasta el más nimio beneficio, habrá que remar bastante para sumar puntos: en la mayoría de los casos mencionados, cada dólar gastado equivale solamente a (uf… solamente) una milla. Sólo una.

 

Flor de regalo

Transferencia y vencimiento de los puntos

 

¿Busca un regalo original? Información relevante para quienes nunca llegan con los puntos (o para aquellos que se angustian deliberando cómo gastarlos) es que las millas son transferibles, es decir que se pueden obsequiar entre pasajeros asociados al mismo conglomerado (como decíamos, Star Alliance, Oneworld y Sky Team).

 

No es cosa de andar mendigando millas por ahí, pero recibir una “donación” de este tipo es muy simple: en general no hace falta demostrar ningún parentesco con el “donante”, y sencillamente, como el dinero bancarizado, se lleva adelante una transferencia.

 

Claro que hay diferencias en el cómo. Por ejemplo, en American Airlines las millas se pueden pasar únicamente entre cuentas de socios AAdvantage y la transacción tiene un costo aparte (1.000 millas, US$ 20; 24.000 millas, US$ 290), pero en líneas como Delta se ofrece la opción de adjudicar premios (por ejemplo, un vuelo entero) a un socio cualquiera de Sky, sin costo alguno por la transferencia.

 

Otro ítem clave es la vida útil de los puntos, ya que su vencimiento, en especial si es inminente, es una buena razón para decidirse a obsequiarlos antes de que se echen a perder. Salvo casos excepcionales como el de Delta, cuyas millas quedan vigentes en formol por años, o los puntos eternos del programa Membership Rewards de American Express –canjeables por millas en nueve líneas aéreas y más de cuarenta asociadas–, la mayoría de las aerolíneas impone una fecha de expiración que oscila entre dieciocho meses y tres años desde la acreditación de los puntos. En general, estos plazos se prorrogan si se demuestra “actividad en la cuenta”, o sea, si se siguen comprando vuelos y sumando más millas.

 

Y como todo ha de expirar alguna vez, esta nota también. Con tan abultada información en la cabeza, es hora de sentarse a evaluar, en las actividades y gastos cotidianos, de qué modo, con qué nueva estrategia sumaremos una milla más al arca propia. Ese granito de arena que le va dando forma al próximo viaje.

Fuente:www.clarin.com/POR IRENE HARTMANN / IHARTMANN@CLARIN.COM

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