Es el pueblo chileno que en el 2008 fue arrasado por el volcán.Hoy, sus pobladores se esfuerzan porque el gobierno los reconozca.Aún cuando el gobierno chileno se niega a considerar habitable la zona sur de la villa costera, destruida por el volcán hace 5 años, unas 1.200 personas han iniciado…
su repoblamiento con la expectativa de una mejor calidad de vida, trabajo y, principalmente, porque no soportaron el desarraigo que implicó la emigración luego de la hecatombe natural.
«Los que nos dieron por muertos, políticamente deben estar arrepentidos porque Chaitén está con vida y absolutamente es viable», sentenció al respecto el alcalde Pedro Vázquez. Con todo, se dan contradicciones como el precio de los terrenos particulares, que aumentaron su valor diez veces, mientras el estado conserva centenares de lotes comprados a los que se vieron obligados a partir.
Ya han sido repuestos los servicios de energía eléctrica y agua potable en el sector norte de la ciudad, que este año volvió a constituirse en capital de la gobernación y retomó su rol de «puerta de la Patagonia chilena», por ser cabecera de la conectividad bimodal (mar/tierra) con Puerto Montt y Chiloé. También funciona una escuela primaria, un centro de salud y otras dependencias oficiales reacomodadas en espacios que el estado terminó adquiriendo a precio fiscal.
Del total de habitantes, unos 400 constituyen una población flotante con trabajadores dedicados a obras públicas (en especial la contención de riberas del río Blanco, que en 2008 produjo el alud y se llevó al mar casas y autos); además de reconstruir varios edificios públicos.
De todas maneras, los chaiteninos siguen descreyendo de sus autoridades políticas y aseguran que «todo lo hicimos nosotros mismos: al principio nos mirábamos y éramos 10, después 50, al año 100. Fueron tres inviernos muy tristes, pero igual nos quedamos en lo que era una ciudad fantasma».
Para el jefe comunal, «Chaitén es viable, en los últimos tres años venimos trabajando por su reactivación. Por un estudio de seguridad que sigue vigente, la habilitación de espacios urbanos ha sido parcial y en el sector sur un 80% de las que fueron viviendas hoy son propiedad fiscal, que el estado las está derrumbando por el riesgo que presentan por sus condiciones de infraestructura».
Una recorrida por el lugar permite observar todavía muchas casas tapadas por cenizas y evidencian que sus moradores salieron con lo puesto: cada cama, silla o electrodoméstico siguen en su sitio, con escenas mudas sólo comparables a las fotos de guerras o los grandes cataclismos ocurridos en la historia reciente. Con todo, el jefe comunal reconoce que «unos 700 habitantes están viviendo en Chaitén sur y esa situación amerita dignificar su seguridad y calidad de vida». Hay que aplicar allí «un buen plan de mitigación y monitoreo. Estamos hablando de unas 150 familias que son sensibles de ser evacuadas en caso de riesgo». En el mismo barrio sigue de pie un enorme edificio escolar, que está sufriendo las consecuencias climáticas y espera ser rehabilitado.
Sobre ambas riberas del río Blanco se notan espacios verdes delimitados y cercados para que no vuelvan a ser ocupados. Se trata –precisamente– de la zona más castigada por el volcán, cuyas casas, edificios y hasta vehículos terminaron sepultados por el mar y las cenizas.
Según Vázquez, la posibilidad de reconsiderar a Chaitén como «zona habitable» por parte del gobierno central, «debe ser limitada a lo que quedó. Un crecimiento del área urbana debiera ser hacia zonas más seguras», aún cuando quedó descartada la mudanza de la ciudad a la bahía de Santa Bárbara, 10 km hacia el norte.
Antes de la erupción del volcán, Chaitén llegó a tener unos 8.000 habitantes. En cuanto al proceso del retorno de la población, para José Nancuante Kammel, jefe del Departamento Social, «es un aspecto más bien subjetivo, pudiendo existir varias opiniones y percepciones, pero generalizando están relacionadas con factores de: tranquilidad, solidaridad, cercanía afectiva y social, identidad territorial, historia familiar, empleo y complejidades de adaptación e integración con las ciudades donde se desplazaron en el año 2008».
Se dio el caso de un barrio construido íntegramente en Palena para chaiteninos, que finalmente no fue aceptado por sus adjudicatarios. «La decisión de retornar es privativa de cada familia, y nosotros las estamos asistiendo desde el municipio con agua potable y una red propia de energía, a la espera de que el gobierno tome la decisión de reponer los servicios», graficó Vázquez.
«Valió la pena»
Bernardo Riquelme tiene 44 años y cumple su segundo período como concejal de oposición. Vive en Chaitén desde hace 27 años, donde es dueño de la radio Provincia de Palena. En el 2008, cuando el volcán hizo erupción, fue uno de los últimos en abandonar el poblado. Volvió rápido y en las épocas duras se dedicó a llevar turistas extranjeros hasta la boca del cráter porque «los gringos querían vivir una experiencia extrema. Había temblores de grado 6, de 7 minutos, con desprendimiento de material y la gente quería estar ahí y necesitaban alguien que los llevara».
Cinco años después asegura que «valió la pena, porque lo importante es que uno está en el lugar que elige. El que regresa es porque así lo decidió, a pesar de todas las dificultades, sin agua, sin luz, con los temporales o la falta de caminos. Algo tiene este pueblo que cautiva, la naturaleza y su gente».
Pese a la amenaza del material piroclástico que caía a diario y los llamados a evacuar, el «locutor rebelde» se las arregló para llegar en cada jornada a sus escasos oyentes con un mensaje de esperanza. «Fue difícil, complicado. Apareció la BBC de Londres que trajo un generador eléctrico y los propios pobladores llegaban con un bidón de combustible para no interrumpir la transmisión», recordó ante «Río Negro».
Turismo
Acerca de las posibilidades turísticas, el alcalde precisó que «el volcán nos tiene que devolver la mano. Hoy viene mucha gente para ver lo que nos pasó y cómo hemos ido avanzando y evolucionando». Sumó otros atractivos como «la aventura de subir hasta el cráter», que sigue con sus fumarolas cotidianas; las termas de El Amarillo; el Parque Pumalín; la pesca en los ríos y lagos de la zona; el Santuario de la Naturaleza; además del gran litoral marítimo recostado sobre el Pacífico sur, rico en mariscos y frente a la Isla Grande Chiloé.
En las políticas a implementar en el corto plazo, en conjunto con otras localidades cercanas, como Futaleufú y Palena, apuntan a captar turistas argentinos de distintos puntos de la Patagonia.
Fuente:www.rionegro.com.ar
Por:fernando bonansea fernandobonansea@yahoo.com.ar