Desde arriba se puede contemplar todo el valle. Los cerros se suceden unos a otros hasta el horizonte. Hacia el norte, la ciudad de Tafí del Valle y su trazado urbano, mínimo ante la inmensidad del paisaje. Una extensa y frondosa vegetación cubre todo lo que está a la vista. Y la cruz, enhiesta en la cumbre, vigila a su pueblo…
La pendiente parece escarpada, pero se puede sobrellevar con un mínimo esfuerzo físico. El sendero trazado en zigzag conduce a la cima, allá donde la cruz asoma por contraste con el cielo. Llegar y contemplar, primer plan. Después: asombrarse. No es grato sentirse pequeño. Pero sí respirar de este aire.
Fuente y fotos: Agencia Tur Noticias