Córdoba:El mito nazi del gran hotel Viena

La imagen del viejo y derruido edificio se destaca en la renovada costanera de Miramar. La familia del antiguo dueño niega la supuesta vinculación con el nacionalsocialismo alemán.Los hechos y detalles llamativos que alimentan la mitología del Gran Hotel Viena, a orillas de la laguna de Mar Chiquita, encuentran un contexto ideal entre viejas paredes impregnadas por los vestigios de un pasado de esplendor, que mezcló el orgullo de la cultura germana con el encanto de un paisaje misterioso…

 

Los turistas suelen quedar sugestionados tras recorrer su interior mientras una guia les relata la historia del hotel, en la que ocupa un espacio significativo la sospecha sobre la presencia de jerarcas nazis que venían a descansar al complejo, entre los que podría haberse encontrado (aunque nunca fue comprobado) el propio Adolf Hitler.

 

Pero el mito encuentra resistencia. Un nieto de Máximo Emilio Germán Pahlke, el empresario que construyó el hotel, desmiente de plano la vinculación de su familia con el régimen nacionalsocialista y rechaza las teorías que hablan sobre hechos sobrenaturales o fantasmas. Otro ingrediente para la polémica es que la Municipalidad de Miramar y la firma Wandorf Company SA, creada por Máximo Pahlke (hijo) en 1965, discuten actualmente en la Justicia la posesión de ese antiguo complejo turístico.

 

Más allá del entredicho planteado con la familia Pahlke, Patricia, la encargada de los recorridos guiados, desde un primer momento prepara a los visitantes para que imaginen que, alguna vez, el líder nazi podría haber deambulado por los ahora enigmáticos rincones del magnífico edificio. Los supuestos episodios sobrenaturales que ocurren en la habitación 106 estimulan aún más la fantasía, con la ayuda de cierto aire fantasmal propio de una arquitectura en ruinas, las viejas y solitarias camas de formato hospitalario y hasta la imagen invertida del paisaje exterior producida por una habitación convertida en cámara estenopeica.

 

Aunque la relación del nazismo con Córdoba pone tradicionalmente al Hotel Edén de La Falda en el centro de la escena, sobre el hotel edificado a orillas del mar de Ansenuza también se hilvanó a través del tiempo una serie de versiones en ese sentido, a partir del origen germano de sus primeros dueños, el estilo racionalista alemán de la construcción y el celo con el que, cuentan los vecinos de Miramar, se preservaba la intimidad de los visitantes que se hospedaban en ese lugar. Los antiguos propietarios tenían un enorme interés en captar visitantes provenientes de Alemania, hasta el punto de contratar una empresa especializada de Buenos Aires con personal preparado para hablar fluidamente alemán.

 

Un hotel de lujo para Miramar

 

El terreno donde quedó erigido el Gran Hotel Viena pertenecía originalmente a María Scorchuber de Trementzberger, una más de los muchos ciudadanos alemanes, austríacos y croatas que poblaron la costa sur de la Laguna de Mar Chiquita a comienzos del siglo pasado. En ese lugar existía la Pensión Alemana, una humilde propiedad hasta la que llegó en 1936 la familia de Pahlke, gerente general de la firma Manesmann, una compañía asentada en Avellaneda que se dedicaba a la fabricación y distribución de caños de acero preensamblado. También gerenciaba la empresa Tamett, dedicada a la producción de hierros para la construcción.

 

Pahlke estaba casado con Melita María Fleischberger, una austríaca oriunda de la ciudad de Viena con la que tuvo dos hijos: Máximo Wolfgang Otto y Gertrudis Erica. Como la familia conocía las propiedades curativas de las aguas de la laguna, eligió ese lugar para aliviar el asma de Melita y la soriasis de Máximo, dolencias que evidenciaron un notable retroceso gracias a la balneoterapia y la fangoterapia. Así, los Pahlke decidieron invertir en Miramar y, tras adquirir la propiedad a Scorchuber, contrataron a comienzos de la década del ’40 a la empresa alemana Gruen-Bilfinger para que iniciara la construcción del Gran Hotel Viena, que concluyó en 1945 e insumió una inversión que distintas estimaciones sitúan en 25 millones de dólares.

 

Cuando la obra fue terminada, el enorme edificio quedó convertido en un hotel de lujo dentro de una comunidad de 1.600 habitantes, con 84 habitaciones que disponían de comodidades y servicios absolutamente adelantados para esa época en el lugar. La mayor parte de los accesorios fueron traídos de Alemania, igual que los costosos generadores Deutz, que le permitía al complejo tener mejor iluminación que en el resto del pueblo. La solidez de la construcción impidió que la naturaleza pudiera doblegarlo totalmente.

 

Uno de los muchos datos que alimentan las especulaciones de aquellos que abonan la hipótesis sobre la presencia de nazis dentro del hotel es la hermética forma de vida que llevaban los visitantes del lugar, resguardados bajo la custodia de al menos una decena de guardias que monitoreaban el movimiento interno y externo. Ese personal estaba bajo la conducción del jefe de seguridad Martín Kruegger, que según la leyenda murió envenenado en 1952, aunque los familiares de Pahlke, que también desmienten el supuesto pasado nazi de este hombre, adjudican su fallecimiento a un ataque cardíaco.

 

El encierro inexpugnable no significaba incomunicación, porque el hotel contaba con un sofisticado sistema de telefonía y un moderno equipo de radio de alta tecnología, cuya antena estaba instalada en la torre del tanque de agua, de 22 metros de altura. Esto, por supuesto, permitía el contacto a larga distancia, incluso con Europa.

 

¿Hitler en Mar Chiquita?

 

El 20 de julio de 1944, un grupo de oficiales de la Wehrmacht liderados por el coronel Claus Philipp Maria Justinian Schenk Graf von Stauffenberg intentaron un golpe de Estado contra el régimen nazi a través de la denominada Operación Valkiria, cuyo eje era la reserva del ejército. En ese plan, el propio Stauffenberg intentó acabar con la vida de Hitler, colocando una bomba en la sala de conferencias de la Führerhauptquartier Wolfsschanze o Guarida del Lobo. El artefacto explosivo detonó cuando el líder nazi se encontraba analizando la estrategia militar sobre un mapa, lo que le ocasionó heridas en un brazo, quemaduras en el cabello y cortes en el rostro.

 

Ese episodio adquiere importancia en los divulgadores de la leyenda del Gran Hotel Viena, porque se trata de vincular la fecha del atentado con el momento en que presuntamente Hitler llegó a Miramar para aprovechar las propiedades curativas de la laguna, que le ayudarían a una rápida recuperación de las heridas sufridas durante la explosión dentro de su búnker. Las preguntas sobre la veracidad del hecho son inevitables: ¿es sólo producto de la imaginación popular? ¿Quizás una historia que debería ser indagada con más profundidad? Para el sitio web www.granhotelviena.com, desde el que se busca desmentir este mito, se trata simplemente de “una patraña para atraer turistas al lugar”.

 

Recuerdos y anécdotas

 

Al no encontrarse sustentos escritos, la historia del antiguo hotel de Miramar se reconstruye en gran medida a través de la tradición oral, con dichos, recuerdos y anécdotas personales de los vecinos. Es así como la infidencia de una empleada, en los años ’40, propagó hasta la actualidad la hipótesis sobre la visita de Hitler al lugar, lo que incluye hasta una reunión secreta con Juan Domingo Perón cuando era el hombre fuerte del gobierno de facto que había tomado el poder en 1943.

 

Los datos sobre el estrecho vínculo de Hitler con Argentina, sobre los que trabajó el FBI, contradicen la historia oficial, que ubica su muerte en el búnker de Berlín, el 30 de abril de 1945. En el libro The grey wolf: the escape of Adolf (El lobo gris: el escape de Adolf), de los escritores británicos Simon Dunstan y Gerrard Williams (a los que el periodista barilochense Abel Basti acusó de plagio), se asegura que Hitler murió en Bariloche en 1962, a los 73 años, alternando su estadía entre las provincias de Río Negro y Córdoba. ¿La Falda-Miramar-Bariloche, un triángulo perfecto para el refugio de un anciano alemán con el pasado más oscuro de la humanidad?

 

La polémica

 

La Asociación Civil Amigos del Gran Hotel Viena tiene actualmente la responsabilidad de explotar el hotel como museo y organizar las visitas guiadas, con el apoyo de la Municipalidad de Miramar. A partir de su tarea de divulgación tomó forma la presunta vinculación entre Máximo Pahlke y el régimen nazi, una de las cosas que más parece molestar a los descendientes del empresario. Además del litigio entablado por la posesión del edificio y los terrenos sobre los que se asienta, el sitio en Internet desde el que se contraataca el mito nazi busca mostrar lo que aseguran que es la “verdadera historia” de esa impresionante construcción.

 

Desde la web, se plantea que desde el 22 de septiembre de 1964 el edificio y los terrenos que ocupa el Gran Hotel Viena son propiedad de la firma Wandorf Company SA. La Municipalidad de Miramar, por su lado, cuenta con documentos que acreditan que el municipio tomó posesión del edificio y el predio para su preservación.

 

Los que se aferran cerradamente al mito nazi creen que existen demasiados justificativos como para mantener las sospechas. Para ellos, la carencia de archivos documentales que justifiquen las grandes inversiones en un pueblo tan pequeño y la falta de registros o imágenes de los huéspedes que pasaron por el lugar durante el período 1939-1946 fortalecen los enigmas.

 

Fuente y fotos:www.lavoz.com.ar /*Especial

Por Gustavo Dipalma*

Deja una respuesta