Santa Fe: El turismo en el campo

Santa Fe propone múltiples opciones a la hora de pensar en una “escapada” al espacio rural: producción, campo, buena gastronomía, fiestas populares y el mismo río ofrecen esta válida alternativa al momento de pensar en un merecido descanso…

Santa Fe con su impronta de provincia productiva hace honor con ofrecer un entorno rural en cada uno de sus rincones donde la tradición y la historia reflejan la identidad de cada región. Los pueblos forestales y los bajos submeridionales en el norte provincial, la cuenca lechera en el centro y la maquinaria agrícola hacia el sur.

 

Cada rincón santafesino vive con los tiempos que le impone su gente, donde las corrientes inmigratorias dejaron sus huellas con una riqueza única desde la religión, cultura, formas de producir y sabores de la gastronomía.

 

Al tradicional paisaje de campo donde las vacas son el principal atractivo de la cuenca lechera en el recorrido de la Ruta de la Leche se suma ahora con fuerza el entorno costero, donde se modifica el paisaje pero no la tradición ligada al trabajo de campo. El asado a la estaca puede ser postergado por una buena fritanga a orillas del río, pero el gaucho con sus pilchas típicas, sus costumbres de tratar al visitante y sus labores cotidianas son las mismas.

 

Abriendo la tranquera

“Hoy la oferta de servicios gastronómicos y de alojamientos viene teniendo un importante desarrollo de la mano del sector privado que en algunos casos busca un complemento al ingreso y en otros una reconversión de la actividad. Esto permite la incorporación de un nuevo empleo para regiones donde la tradición históricamente fue productiva y hoy se anima a una incursión en el turismo”, le destaca a Campolitoral Javier Dellamónica, Director Provincial de Turismo y especialista en turismo Rural.

 

“Así fue con algunos lugares ya característicos, como la Posada de Risa-Erni en Presidente Roca, o la Posada Don Elder en Sunchales, o Doña Blanca en Alejandra, o la Estancia El Arbol en Totoras”, agrega. Son algunas de las propuestas que tienen para ofrecer un lugar donde dormir con servicios de buena calidad y un entorno que los hace únicos; sumado a un museo, una cabalgata, visita a la cristalería San Carlos, pasear por áreas naturales con avistaje de flora y fauna como propuestas recreativas para el espacio rural.

 

Según el funcionario, los pueblos rurales son otro de los atractivos en sí mismos, que por el sólo hecho de preservar su ritmo habitual generan un atractivo para todo el visitante que quiere conocer el entorno rural en plena armonía con el ambiente y la calidez de sus habitantes, siempre dispuestos a estrechar una mano a quien se muestra interesando en conocer algo de lugar.

 

Por todo esto, Santa Fe es una provincia que espera al visitante en cada uno de sus rincones con la intención de que su regreso sea impregnado con el mejor sabor a historia.

 

Un repertorio de futuros posibles

Consolidación. La Ruta de la Leche expone un pasado con un sabor muy particular. Además representa un modelo a seguir. Foto:Gentileza

Ruta de la leche

Pocos años atrás, hablar de turismo en medio del la Cuenca Lechera Santafesina sonaba algo extraño. ¿Qué atractivo podría convocar visitantes a estos pueblos de inmigrantes con sus historias y sus costumbres, enteramente dedicados a la explotación agrícola-ganadera, básicamente a la producción de leche y sus derivados?. Pero poco a poco, eso que para los habitantes de la región significaba lo cotidiano, lo obvio, comenzó a enfocarse desde otra óptica.

 

Tal vez la necesidad de diversificar sus explotaciones, las visitas de parientes desde la vieja Europa, el apoyo técnico de INTA, las impresiones traídas de otros sitios vacacionales, hicieron que comenzaran a preguntarse: ¿Porqué no nosotros? ¿Porqué no desarrollar una actividad turística a partir de nuestra propia historia, de nuestra etnia, de nuestras costumbres, de la arquitectura de nuestros pueblos, de la gastronomía regional y de la actividad productiva en sí misma?.

 

“Así, a partir de esta revalorización del patrimonio, con mucho trabajo, esfuerzo y capacitación se ha ido plasmando la puesta en valor de distintas opciones convertidas en propuestas turísticas en pleno desarrollo”, explica Dellamónica.

 

Y agrega que a esta altura ya no suena extraño que Pueblo Roca convoque a familias de localidades vecinas los fines de semana, y que sea un destino elegido para turismo educativo. “Ya se ha hecho costumbre que extranjeros arribados por diferentes motivos a las ciudades de Rafaela, Esperanza o Sunchales deseen pasar un día de campo disfrutando de la cocina casera y del folklore del lugar”, concluye. De hecho, es cada vez más frecuente que en el libro de visitas del Museo de Moisés Ville se lean frases escritas en diversos idiomas con entusiasmo y asombro de quienes llegan hasta allí desde los más lejanos rincones del mundo.

 

Y si hablamos de gastronomía regional decir bagna cauda es decir Humberto Primo y cualquier referencia a la pasta sciuta o los ravioles se asocia de inmediato a la comunidad de Roca o Ramona. Nadie que pasó por allí olvidará el sabor del dulce de leche artesanal o el placer de compartir un asado criollo.

 

La “Ruta de la Leche”, se va perfilando como un auténtico destino turístico en el que aparecen interesantes recorridos conformados por actividades recreativas, culturales, productivas o educativas en las que se pone de manifiesto la verdadera identidad de estos pueblos.

 

Valorar lo nuestro

A la hora de los balances y desafíos a futuro, Dellamónica se ilusiona, aunque sabe que con tanto potencial en la región, se requiere de una continuidad en las políticas. “Mucho se ha logrado, y mucho falta por hacer. Poner en valor un recurso lleva implícito un proceso que lo transforme en un producto atractivo, diferente y de calidad. Todavía hace falta capacitación en todos los tramos y concientización turística extendida hacia toda la comunidad”.

 

Es cierto que todo esto tiene un costo, pero también es cierto que los beneficios son innumerables. “Ese es el desafío que hoy enfrentamos de manera conjunta INTA, ADETUR (Asociación para el desarrollo del Turismo Rural) y la Secretaría de Turismo de la Provincia, dependiente del Ministerio de la Producción que nos hemos comprometido en el desarrollo de esta empresa”.

 

Instrumento de integración

El turismo rural reclama un lugar en la política turística. Para Ernesto Barrera, presidente de la Cámara Argentina de Turismo Rural y Director del Área de Turismo Rural de la Facultad de Agronomía de la UBA, el tema ofrece una esperanza de desarrollo e integración en todas las regiones del país. “Así lo expresaron los más de 1.000 participantes reunidos el año pasado en el Foro Nacional de Turismo Rural Mil x Mil organizado por CATUR y auspiciado por CAME y el Ministerio de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires”. El evento que congregó el deseo de expresarse y de ser escuchados de intendentes y emprendedores de más de 300 localidades rurales convencidos que tienen mucho potencial turístico.

 

Según Barrera, el turismo rural no lo hacen sólo las estancias, tiene muchas modalidades: agroturismo, ecoturismo, turismo salud, de aventura, religioso, de estancias, deportivo, científico, de agroindustrias, de comunidades indígenas, gastronómico, educativo, fiestas rurales. Decenas de museos y cientos de centros tradicionalistas enriquecen culturalmente la oferta.

 

Inversión e integración

“El mundo rural no sólo produce alimentos, también sostiene el paisaje cultural, sus tradiciones, la arquitectura, la naturaleza, los saberes de identidad. Quienes allí viven quieren quedarse, pero no es fácil, desde los años 60 el desarrollo tecnológico tiende a concentrar la tierra y expulsa población. El turismo se ofrece como un instrumento esperanzador”, asegura.

 

Además de estos beneficios, diversifica ingresos, desarrolla agroindustrias, valoriza la identidad. Abre las puertas a un futuro promisorio para muchos. Por eso su análisis debe ser económico, sociocultural y ambiental, considerando todas sus externalidades. Barrera asegura que el gobierno actual, especialmente a través del INTA y del Ministerio de Agricultura, invirtió más que ningún otro en turismo rural, pero el esfuerzo no luce, aunque “lo tapan mezquinas competencias entre organismos, la falta de coordinación y numerosas trabas”, sostiene el especialista.

 

Para ello, la apuesta es clara: “Necesitamos una política unívoca, asociada al desarrollo rural inclusivo que escuche la voz de la ruralidad, de intendentes, pobladores y productores”.

Fuente:campo@ellitoral.com

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