En Bariloche hay 35 habilitados que ofrecen cerca de 1.500 camas. Durante enero y febrero hospedarse en una habitación compartida con desayuno y cambio de sábanas costará, en promedio, entre 180 y 200 pesos. Una privada con los mismos servicios, en tanto, tendrá un valor estimativo de 500 pesos.
“A diferencia de un hotel, en este tipo de lugares se comparte todo el tiempo. Nunca estás solo. Se genera una atmósfera muy especial”, señaló a ANB Pablo Molteni, presidente de la Asociación de Hostels de Bariloche.
Contó que la cocina “es el lugar en el que mayor intercambio cultural hay”. “Muchos son los que se empiezan a conocer en esta zona”, agregó y remarcó que los hostels cuentan con una importante ventaja en el plano económico, ya que los visitantes no tienen la obligación de ir a comer a restaurantes todos los días.
Molteni confió que de acuerdo a las reservas y consultas recibidas por los titulares de los diversos hostels de la ciudad, proyecta una “muy buena” temporada estival. Estimó que los niveles de ocupación oscilarán entre el 90 y 95 por ciento, la misma cifra que se registró en el verano pasado.
Informó que el mayor flujo de turistas se registra en verano, aunque aclaró que en el último invierno “el trabajo fue bastante bueno”. En julio hubo un 75 por ciento de camas ocupadas, mientras que en agosto la cifra trepó al 80.
El titular de la Asociación dijo que los huéspedes provienen en su mayoría de Estados Unidos y Europa. Recalcó que los israelíes también hacen uso con mucha frecuencia de esta atractiva propuesta y señaló que en los últimos años reciben numerosos sudamericanos.
En general, la franja etaria de los visitantes va desde los 20 a los 40 años. Muchos arriban a la ciudad sin un recorrido delineado y al llegar comienzan a diagramar el circuito, el cual en muchos casos incluye actividades en la montaña, como caminatas y escaladas.
Los que llegan a América del Sur desde otros continentes van recorriendo diversos países hasta llegar a esta localidad, donde permanecen algunos días y siguen camino, en busca de nuevas aventuras.
Luego de las restricciones para comprar dólares, se notó un incremento de argentinos que comenzaron a utilizar estos albergues para abaratar costos durante las vacaciones.
“Algo muy habitual es que turistas de distintos países después de conocerse organicen juntos excursiones o diferentes planes”, sostuvo Molteni, quien es propietario del hostel Achalay, ubicado a unas pocas cuadras del centro.
Destacó que hace varios años “la movida hostelera creció mucho en Bariloche en cuanto al servicio que se ofrece”. Aseguró que en este punto “se levantó mucho la vara”. “Hay más diversidad y mejor calidad”, afirmó.
Todos brindan Wi-Fi, sala con televisión, área de juegos y cocina. Para fortalecer el aspecto recreativo algunos ofrecen hasta mesa de ping pong o bien juegos de mesa y cartas.
“Varios tienen bares y otros son más culturales. Muchos organizan salidas en el día o a la noche”, explicó Molteni. “Siempre hay alguien con quien charlar y pasarla bien”, expresó.
Fuente:(ANB)(foto Facebook Asociación de Hostels de Bariloche)
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