Es una huella de pescadores palanqueros y de canciones de cuna litoraleñas, que tienta con la gastronomía que trajeron consigo los inmigrantes centroeuropeos, y que incluye la posibilidad de descansar en un viejo convento y de explorar sus senderos a pie o en bicicleta, con conexiones en tren y en lancha.
La Huella Entrerriana Litoral es una de las más nuevas del país y se encuentra en pleno despliegue, de allí que -a diferencia de la Huella Andina Patagonia, la màs desarrollada hasta el momento y que abarca tres provincias y 42 etapas- sea mucho más modesta en extensión y comprenda por ahora sólo cinco etapas.
La primera de ellas va de Paraná a Aldea Brasilera, cubre en total 16,6 km, dura 5 horas, no ofrece dificultades e incluye una conexión en tren o en colectivo urbano.
Un servicio regular de trenes conecta de lunes a viernes y en dos frecuencias (08.15 y 16.00) la ciudad de Paraná con la localidad de Oro Verde; aunque también se puede hacer el trayecto en colectivos urbanos (líneas 6 y 15) que pasan por el centro de Paraná cada treinta minutos.
En Oro Verde se comienza a caminar por la senda pedestre hasta la Escuela Normal Rural Juan Bautista Alberdi, que cuenta con paseos internos, un tajamar natural, un tambo y el Observatorio Astronómico. Allí se pueden comprar productos de campo de elaboración propia y observar el trabajo campero.
Oro Verde también ofrece el Paseo de los Trenes, donde se puede conocer la historia del ferrocarril, ver vagones restaurados y comer en un buen restaurante que funciona en un vagón.
En dirección al oeste, buscando el río Paraná, la senda se adentra en la campiña donde las granjas conforman el paisaje, y se llega a Aldea Brasilera, buen lugar para quedarse a dormir y disfrutar allí de la gastronomía típica de los alemanes del Volga; o bien, continuar caminando 4 km más en dirección al paraje La Virgen y percnotar a mitad de camino en La Balconada, que dispone de cabañas equipadas, quinchos y mirador.
La segunda etapa del viaje comprende desde Aldea Brasilera hasta el balneario Valle María, mide 11 km, dura 4 horas e incluye en el Paraje La Virgen el descenso hasta el río desde una barranca de 60 metros de altura, en sendero seguro de media dificultad.
Llegando a La Virgen, la barranca dibuja una hoya donde se forma una laguna, un lugar mágico. Es 1,5 km de camino costero natural que separan el río de la barranca y mientras se camina se puede ir conociendo el arte de los pescadores, cuyas canoas van y vienen al igual que grandes buques cargueros, barcazas y remolques.
En el Paraje, donde se puede percnotar y comer riquísimas empanadas de surubí o un dorado a la parrilla, se rinde tributo a la Virgen María: allí, todos los 8 de diciembre llega la procesión desde las aldeas vecinas con ofrendas.
Llegados a este punto, se puede solicitar un servicio de traslado para regresar a Paraná o contratar una lancha para llegar al balneario Valle María, cabecera de la próxima etapa, que cubre 9 km, dura 3 horas y no ofrece dificultades.
Valle María cuenta con una extensa playa, servicios de camping, cabañas y restaurante. Desde allí se ascenderá por la barranca para adentrarse en un humedal pletórico de garzas, cuervillos y patos, hasta arribar al Mirador del Paraná, ideal para pasar un día de campo con picada de salamín, queso, pan casero y asador criollo. Los fines de semana hay peña donde predomina la música de los alemanes del Volga y se mezclan la polka con la chamarrita.
Al bajar la lomada se encuentra la Casa de Retiro Stella Maris donde se puede dormir, comer y realizar visitas guiadas por el convento o por colonias cercanas como San Francisco y Puerto Alvear.
La cuarta etapa comprende 17,7 km, dura 6 horas, no tiene dificultad y va desde Stella Maris a la ciudad de Diamante. La senda transcurre por sembradíos, lomadas de la cuchilla de Montiel y llega a Aldea Protestante, donde se puede apreciar el trabajo artesanal en cueros y metales, propio de la cultura de los alemanes del Volga, y desgustar su gastronomía típica. A unos 4 km está Strobel, una localidad que nació con el tren. Siguiendo la vía se llegará a Diamante, pasando por La Ensenada, un área de humedales incluida en una propuesta de sitio Ramsar.
Diamante es una ciudad turística y cuenta con todos los servicios: alojamiento, camping y gastronomía. La quinta y última etapa va desde allí al Parque Nacional Pre Delta, es una distancia de 8,6 km, dura dos horas y media y no tiene dificultad.
Ya dentro del área natural se pueden recorrer senderos, visitar lagunas, observar la fauna y la flora acompañados por un guía, realizar paseos náuticos por el arroyo La Azotea y excursiones en búsqueda de la Flor del Irupé. Por supuesto, cuenta con un área de servicios, camping, un Centro de Interpretación y ofrece la posibilidad de regresar a Diamante en bicicleta o en un transporte no regular.
Fuente:Télam