Chaco:Cráteres y meteoritos atraen a turistas en la reserva de Campo del Cielo

La mayor concentración de presencia extraterrestre del país se encuentra en el Monte Chaqueño,donde numerosos meteoritos y cráteres provocados por una «lluvia de fuego»hace miles de años son ahora un atractivo turístico en la reserva natural Campo del Cielo,en el sudoeste de Chaco,entre el bosque y plantaciones de algodón.Estas piezas llegaron del espacio hace unos 4.700 años, a partir de la explosión de un asteroide e impactaron en el actual paraje Las Víboras, próximo a la localidad de Gancedo, donde anualmente se celebra la Fiesta Nacional del Meteorito…

En Campo del Cielo queda la huella de aquella luvia de fuego, que aparentemente cayó como un latigazo sobre el suelo, ya que la mayoría de los meteoritos y los cráteres forman una línea recta en el verde natural.

Los meteoritos están conformados por hierro y entre ellos se destaca el llamado El Chaco, que pesa 37 toneladas y es el segundo de un sola pieza en tamaño del mundo (el primero es el Hoba, de 60 toneladas y caído hace unos 80 mil años en Namibia).

Fuentes de Turismo de Chaco indicaron a Télam que la reserva está abierta todo el año, aunque recordaron que la mejor época para visitar este atractivo, como toda la provincia, es de abril a octubre, cuando hace menos calor y la temperatura es más soportable para los turistas.

También aconsejan recorrer Campo del Cielo antes de las 18 -aunque el acceso está abierto todo el día- para aprovechar la iluminación, y siempre consultar a los guardaparques del lugar para sacar más provecho de la visita.

Lo ideal es pernoctar en Gancedo o en la vecina Charata, ambas localidades que cuentan con plazas hoteleras y opciones gastronómicas, a la vera de la Ruta Nacional 89, a unos 300 kilómetros al oeste de Resistencia, casi en el límite con Santiago del Estero, provincia a la cual se extiende la zona de impacto de meteoritos.

Para llegar a Campo del Cielo hay que abandonar el asfalto de la ruta 89 y tomar un camino de tierra, con mantenimiento permanente, que garantiza el acceso en cualquier época del año, aunque en Turismo sugieren evitar los días de lluvia, cuando se forma barro.

Desde Gancedo, son unos 20 kilómetros a través de sembradíos de algodón y montes cerrados, al final de los cuales se entra al museo a cielo abierto donde cayero los fragmentos del asteroide que pesaba más de 840 toneladas y explotó durante su ingreso a la atmósfera.

Además de El Chaco, descubierto en 1969, hay otros de buen tamaño, como El Toba, de 4.210 kilogramos y algunos también nominados, aunque más pequeños, como El Taco, Mataco y Tonocote, entre otros.

A partir de allí, los visitantes adeptos al senderismo pueden realizar algunos de los recorridos hacia los seis cráteres habilitados de un total de 26: La Victoria, La Negra, La Sorpresa, La Cañada, Rubín de Celis y Raúl Gómez.

Esas visitas guiadas por los cráteres y asteroides se realizan por senderos ecológicos y avistaje de animales silvestres en su hábitat natural, actividades ideales para quienes buscan estar en contacto pleno con la naturaleza y fragmentos del universo extraterrestre.

Campo del Cielo depende de la Asociación Chaqueña de Astronomía (ACHA), entidad que, con la colaboración de autoridades municipales y provinciales, ha erigido un predio en el cual los concurrentes cuentan con la infraestructura necesaria para pasar una agradable jornada de visita.

Anualmente se celebra allí la Fiesta Nacional del Meteorito -la última fue el 12 y el 13 de septiembre pasados-, con números artisticos y la elección de su reina, en una actividad auspiciada por el Ministerio de Turismo de la Nación y el Gobierno de Chaco.

La historia del lugar, sagrado para las culturas qom y wichi, comenzó a ser escrita por los primeros exploradores que arribaron a la zona, atraídos por una leyenda que habla sobre un trozo de hierro caído del cielo.

A partir de 1576 se movilizaron, debido a de esa creencia, varias expediciones en busca de metales preciosos, ya que también se decia que era un gran trozo de plata, hasta que en 1778 se determinó que no se trataba de ese metal, sino de hierro de muy particular calidad.

En 1923 se realizó la primera misión científica, dirigida por el geólogo Juan José Nágera, a la que siguió la del científico estadounidense William Cassidy, de 1962 a 1972, quien descubrió 16 cráteres, que se sumaron a los cuatro hallados por el anterior.

A partir de 1986, ACHA realizó varias incursiones en la zona de dispersión, en las que fueron estudiados seis cráteres nuevos, que se incorporaron a la lista de los ya conocidos.

Fuente: Télam

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