El norte cordobés ofrece a sus visitantes la posibilidad de disfrutar de una gran cantidad de paisajes inexplorados: bosques autóctonos, espejos de agua cristalina, salinas, ríos, sierras de palmas e imponentes cerros rocosos que le dan identidad propia.Este entorno constituye un espacio ideal para realizar prácticas de ecoturismo, cabalgatas, trekking, mountain bike y un sinnúmero de actividades recreativas en contacto directo con la naturaleza…
Es una región turística fascinante y su encanto distintivo se refleja en los senderos trazados por la historia, en sus pueblos de mirada sincera y en sus paisajes desbordantes de naturaleza y leyendas. Partiendo desde Córdoba capital, a esta área se accede por ruta nacional 9.
A lo largo del territorio se ubican dos de las áreas naturales más interesantes de la provincia: el Monte de las Barrancas, un oasis en las salinas que sorprenden a los turistas con su reflejo luminoso y por su extensión, y la frondosa naturaleza de Cerro Colorado.
Desde el inicio de la historia, las laderas pintadas del cerro Colorado, hoy reserva cultural y natural, marcan el inicio de una cadena de acontecimientos que sentaron las bases de nuestra nación.
Esta formación montañosa, erosionada por el viento y agua, fue poblándose de aleros y cuevas que utilizaron los indios comechingones para plasmar la historia de su pueblo, a través de pinturas rupestres.
En el norte de Córdoba se concentran siglos de cultura, materializados en pueblos y ciudades, donde la tradición religiosa y artesanal mantiene la esencia criolla.
Localidades como Ischilín, Tulumba, San Pedro Norte y Cañada del Río Pinto, se destacan por conservar un estilo colonial, que resguarda el pasado.
En estos poblados, los visitantes pueden disfrutar de productos artesanales típicos como cuero, cestería, cerámica y madera; además de la oportunidad de degustar la gastronomía tradicional y vibrar con la música folclórica.
Córdoba norteña estalla en mil paisajes distintos, de allí que los circuitos turísticos para recorrer la región son diversos. Sin embargo, todos apuntan al disfrute de la naturaleza y la cultura en medio de la absoluta tranquilidad.
Los visitantes entrarán en contacto con una gran diversidad de paisajes: bosques autóctonos, espejos de agua cristalina, salinas, ríos, sierras de palmas y cerros rocosos.
La región norte es también sinónimo de historia y aquellos turistas que la visiten no podrán perderse la oportunidad de conocer el Museo Rural Posta de Sinsacate, que integra la cadena de postas del antiguo Camino Real al Alto Perú; la tradicional Iglesia de Tulumba, en donde se conserva un tabernáculo de madera y plata tallado por los nativos para las iglesia de la Compañía de Jesús; la Casa Museo de Atahualpa Yupanqui, ubicada en el paraje Agua Escondida, en donde se exponen objetos personales del artista; la casa natal del escritor Leopoldo Lugones; y el Museo Fernando Fader, ubicado en Ischilín, que conserva parte de la obra del reconocido pintor.
Jerónimo Luis de Cabrera, Facundo Quiroga, Pablo Neruda y Ernesto «Che» Guevara son otras de las personalidades que dejaron su huella en los caminos del norte.
Familias aristocráticas, grandes personajes históricos y pugnas de poder parecen haber dejado huellas en cada una de las fachadas norteñas que se erigen en pueblos detenidos en el tiempo, cuyo ancestral folclore y fiestas populares constituyen su riqueza y atractivo.
Uno de los circuitos culturales más visitados por los turistas propone descubrir una porción del legado histórico de la orden jesuítica, a través de un recorrido por tres de sus estancias, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: Jesús María, Colonia Caroya y Santa Catalina.
En estos establecimientos se encuentra la memoria viva de nuestro pasado, de los hombres que le dieron a la historia de la provincia el rostro que hoy conocemos.
En esta zona también se aprovecha el medio rural, donde los visitantes encuentran una nueva forma de relacionarse e interactuar con los habitantes del lugar, disfrutando de los productos artesanales típicos como cuero, cestería, cerámica y madera.
Una variada oferta de establecimientos rurales, en su mayoría construcciones antiguas de gran valor histórico y arquitectónico, invitan al turista a experimentar la auténtica vida de campo en ambientes exclusivos y con el mayor confort.
Observar y participar en la elaboración de comidas caseras, cabalgar por amplias praderas, pasear en carruajes antiguos y apreciar las destrezas de los lugareños en el manejo de animales, son sólo algunas de las propuestas que brinda la Córdoba norteña rural.
Fuente y fotos: Télam