Los desafíos del turismo de masas: Turistificación. Por Natalia Marenzana

El avance de la actividad turística a escala mundial, es una realidad que ha llegado para quedarse: según la Organización Mundial del Turismo (OMT), el año pasado (2.017) fueron 1.322 millones de personas las llegadas internacionales (un 7% más que el año anterior), y se estima un crecimiento del 4 y 5% para este año…

El destino “Europa”, recibió 671 millones de turistas (el 50% del turismo internacional en el mundo): lo cual en términos de ingresos económicos de la actividad turística, es un valor más que interesante, sin embargo, para algunos destinos tradicionales esta situación genera algunas problemáticas.

En Barcelona o en Venecia, se han generado movimiento “antiturismo” por parte de los residentes, quienes perciben y vivencian que esta actividad turística afecta su status quo.

Se ha creado una Red de Ciudades del Sur de Europa ante la Turistificación (SET), cuyo objetivo es generar “acciones de protesta unitarias y buscará presionar conjuntamente a las instituciones para «establecer límites a la industria turística», e incluso su «decrecimiento”[1], de la cual participan más de 14 movimientos de diversas ciudades de España, Italia y Portugal.

Dentro de los impactos negativos que genera el turismo masivo en el destino, el SET desarrolló un manifiesto, donde se mencionan:

1. Limitaciones para acceder a alquiler de viviendas para residentes. El alquiler turístico, en términos del rendimiento económico que genera esta actividad produce que, para el propietario, sea más rentable alquilarla a través de plataformas de alquiler turístico, que alquilarla para fines residenciales. Por ejemplo, en las Islas Canarias, los residentes que reclaman poder alquilar una vivienda, asciende a 20.000 residentes que padecen esta realidad[2]: no consiguen alquilar, debido a los elevados costos que si pueden afrontar los turistas, pero no los residentes. Esto genera, que deban desplazarse a sectores más económicos, alejados de sus lugares de trabajo o de sus barrios de crianza.

2. Competencia desleal: Alojamiento legal vs informal: ya que se alquilan casas o departamentos que están fuera de toda reglamentación de alojamiento turístico. Un ejemplo en Donostia, según un informe realizado en Hirikilabs en Abril de 2017[3], de los 1.219 anuncios de alquiler turístico (que representan 4.453 plazas de alojamiento), solamente el 13% de los establecimientos estaban habilitados.

3. Densificación de los espacios: se reemplazan las casas por edificios, que “aumente” la presión de huéspedes en ese espacio, cambiando también la esencia del lugar, las relaciones entre los residentes del mismo edificio, donde poseen una alta rotación de turistas; lo que produce que las relaciones interpersonales no se mantengan en el tiempo.

4. Gentrificación: la turistificación de los espacios de las ciudades turísticas, genera que las grandes masas de turistas “invadan” los espacios sociales: las plazas y calles. Las veredas se ocupan de mesas y sillas, y se pierde ese espacio de circulación. Algo similar ocurre en las plazas, donde los espacios son ocupados por los turistas y los vendedores. Esto también genera que los espacios públicos cercanos a atractivos, se “llenen” de prestadores, con precios elevados para los turistas; y el residente no pueda abonar ese sobreprecio en un servicio. Por ejemplo, en Venecia, “un café cerca de la estación del metro €1.50-€2 sin embargo, en los restaurantes que rodean la plaza €10.”[4]

En Florencia, por ejemplo, a raíz de la gran cantidad de turistas, el alcalde determino de empezar a limpiar y dejar húmedas las escaleras de las iglesias, en los horarios cercanos a los almuerzos, dado que muchos turistas comían en las mismas, dejando no solamente restos de comidas, sino que también atribuían a que lo hacían con el fin de que dichos sitios sean empleados para la finalidad que fueron construidos: religioso y cultural ; y no como zona de pic nic..

5. Turistificación: es un término que pretende explicar el impacto que tiene para el residente el hecho de que los diversos servicios (como por ejemplo los restaurantes o las plazas) se conciban pensando más en turista que en ellos que habitan la mayor parte del año allí. Esto repercute también en su estilo de vida, dado que muchas veces los precios son superiores dado que se piensa en lo que el turista puede pagar, lo que los limita a ellos a poder acceder, relegándolos no sólo en el consumo, sino también en la necesidad de deber desplazarse hacia otras zonas de la ciudad, para poder desarrollar tareas habituales (como por ejemplo, ir de compras al supermercado)

6. Saturación del transporte público: un estudio realizado en Barcelona, se menciona que “el 45% de los desplazamientos de los turistas se realizan a pie y el 32,7% en Metro, lo que supone tres de cada cuatro de los desplazamientos diarios, y que la movilidad turística supone entre el 15 y el 20% de la total de la ciudad.”[5]

7. Especialización de la economía hacia el turismo: cualquier economía de monocultivo, no resulta viable para la ciudad; dado que ante alguna situación complicada, como por ejemplo erupción de un volcán, genera disminución en la afluencia de turistas, con el consiguiente impacto sobre la situación económica: ingresos, fuentes de trabajo, etc. En Islandia, por ejemplo, “El número de turistas casi se duplicó de los 566.000 a más de 1 millón entre 2011 y 2015, según la Junta de Turismo de Islandia. En 2016, el número de estadounidenses que visitaban el país superaba en número a la población islandesa. De hecho, el país fue recientemente comparado con Disneyland por un político local que se quejó de que la zona ahora está llena de turistas.”[6]

Si bien esta afluencia de visitantes ha traído un impulso muy necesario a la economía después de la recesión, también ha impulsado los precios para los residentes y presionado la infraestructura del país.

8. Precarización de las condiciones laborales: debido a la estacionalidad de la demanda turística, los empleados realizan contrataciones eventuales o en negro, para “maximizar” sus ingresos. Un estudio realizado por el profesor Alejandro Muñoz, investigador de la Universidad de Quintana Roo de Cozumel, sobre Playa del Carmen, menciona que “solamente el 30% de las empresas turísticas tiene prácticas aceptables para sus colaboradores”[7]: es decir, que el 70% no lo hace: se realizan contrataciones por días o semanas, liquidan por dicho plazo, y luego vuelven a contratar.

9. Incremento en la producción de los residuos y contaminación. El Diario de España menciona que “Este verano no es posible viajar a Boracay. El Gobierno de Filipinas ha restringido el acceso a esta pequeña isla habitada por 12.000 personas y visitada el año pasado por casi dos millones de turistas. El agua de sus playas está contaminada a resultas de vertidos incontrolados, el desborde de sistemas de desagüe y la acumulación de basura.”[8] Asimismo, menciona que “El pasado mayo, la revista Nature Climate Change publicó el informe The Carbon Footprint of Global Tourism, cuyos autores elevaron el porcentaje al 8%, tras estudiar los datos de 183 países entre 2009 y 2013. El pasado mayo, la revista Nature Climate Change publicó el informe The Carbon Footprint of Global Tourism, cuyos autores elevaron el porcentaje al 8%, tras estudiar los datos de 183 países entre 2009 y 2013: el porcentaje es incluso superior, del 12,5%, si se tiene en cuenta la energía que se emplea en los hoteles, el transporte de la comida y los productos de higiene.

Ante estas situaciones, donde el turismo ha tomado la delantera “llevando” el destino, ante la escasa eficiencia de las políticas locales, el desafío está en definir líneas claras de juego, como por ejemplo las limitaciones de determinadas zonas para usos comerciales (mediante la reglamentación de zonificación de usos y no usos); o la sanción de leyes de protección del patrimonio cultural, con restricciones para usos de esos espacios. También la reglamentación de leyes y fiscalización de las mismas, de plataformas de comercialización de alojamiento turístico, los cuales no se limitan a comercializar alojamiento habilitado, sino que cualquier persona puede “comercializar” su casa para alquiler turístico, sin que la misma cuente con la habilitación pertinente. El consistorio de Colau inició su mandato impusiendo multas de más de 600.000 euros contra la plataforma Airbnb, por anunciar pisos turísticos ilegales.[9]

Es un desafío que si bien para los Argentinos parece lejano la masificación turística, estamos a tiempo de aprehender de la experiencia de los demás países, y planificar el desarrollo de la actividad a fin de anticiparnos a los cambios, y encauzar el crecimiento de manera ordenada y equilibrada.

Natalia Marenzana

Licenciada en Turismo

Master en Evaluación de Impacto Ambiental

[1] https://www.clarin.com/viajes/sur-europa-rebela-turismo-masivo_0_BJiDttJTM.html

[2] https://www.canarias7.es/economia/vivienda/canarias-sale-a-la-calle-contra-la-turistificacion-de-las-ciudades-BC4444726

[3] https://montera34.com/wp-content/uploads/2018/03/ibai.zabaleta.efecto.airbnb.donostia.pdf

[4] https://www.miviajeporelmundo.com/consejos-para-viajar-a-venecia-y-ahorrar

[5] https://www.libremercado.com/2017-10-09/ada-colau-quiere-subir-las-tarifas-de-bus-y-metro-a-los-turistas-1276607239/

[6] http://forbes.es/business/30972/turismo-masivo-consecuencias-destinos-ensueno/

[7] https://sipse.com/novedades/malas-practicas-laborales-trabajadores-empresas-turisticas-quintana-roo-297403.html

[8] https://www.eldiario.es/alternativaseconomicas/Cerrado-saturacion-turistica_6_790280969.html

[9] https://www.eldiario.es/catalunya/politica/Barcelona-Airbnb-mantiene-anuncios-ilegales_0_774473544.html

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