Un bello y sinuoso camino de cornisa conduce a los viajeros desde el gran Valle de Catamarca hacia un antiquísimo lugar sagrado, en cuyas paredes las figuras de jaguares y cóndores, de serpientes, chamanes y guerreros desafían el paso de los siglos.La Sixtina,una de las cuevas catamarqueñas con sus impresionantes pictografías…
En el actual territorio de la provincia de Catamarca, en el Norte argentino, habitó un pueblo que logró desarrollar una compleja organización socio-cultural y cuyas manifestaciones representan el momento culminante del arte precolombino de la región: la Cultura Aguada.
Famosos por su alfarería pintada, pulida y grabada, por la metalurgia del bronce y el oro, la pintura y la escultura en piedra, los Aguada vivieron -y dejaron su imborrable impronta- entre los años 600 y 900 d.C.
En las montañas de Catamarca se conservan aún antiguos sitios rituales, en cuyas paredes y techos de piedra se despliegan figuras fascinantes. Uno de ellos es La Tunita, ubicado en la ladera oriental de la Sierra de Ancasti y rodeado de una abundante vegetación de cebiles, quebrachos, yuchanes y cactáceas.
Partiendo desde San Fernando del Valle de Catamarca, capital provincial, para llegar a La Tunita es necesario realizar uno de los trayectos más impactantes de la zona: la Cuesta del Portezuelo. Una vez atravesada se llega a La Tunita, en el departamento de Ancasti. A través de la montaña se abre el camino que conduce al lugar sagrado, conformado por enormes rocas en las que el trabajo de la erosión delineó galerías, cuevas y aleros. Y, plasmadas sobre las piedras de las distintas cuevas, figuras preciosamente delineadas: jaguares, cóndores, serpientes, guardas, chamanes y guerreros.. www.viviargentina.tur.ar
Fuente y fotos: www.lacapital.com.ar