Modificar en el calendario, anual, el fenómeno ocasionado por la concentración de la afluencia de viajeros en ciertos momentos del año coincidente por lo común con las épocas de vacaciones estudiantiles, generando lo que se ha llamado ESTACIONALIDAD que produce un gran perjuicio en el equilibrio socio económico de este amplio sector de genuinas consecuencias, socio-económico-culturales, es un desafío que desde el Estado, se debe ayudar a superar…
Desde el comienzo de las creencias humanas, y el hombre más organizado, el descanso semanal, se impuso como obligatorio. Las producciones primarias (agricultura y ganadería) establecieron momentos que había que convocar a “toda la familia y comunidad cercana para las cosechas”, lo que estableció las interrupciones más largas que en niños y estudiantes se denominaron “vacaciones” En los países de origen en la era industrial, se involucró hasta el llamado “sábado inglés”, medio día, que facilitó la estructuración del descanso compensatorio. Para avanzar en las coincidencias de los días de conmemoraciones, hacia los “Fines de Semana largos”
Ya en el Siglo XIX, en los países pioneros del advenimiento Industrial, salvo las fechas intransferibles en el calendario, de la Independencia, se trato de llevar los feriados, patrióticos o recordables a los días viernes o lunes, a los efectos de no parar las estructuras productivas, pendientes de calderas energizadas y actitudes de mayor productividad, y para que no se pierdan impulsos o programas de resultados programados.
La calidad de vida ahora asociada a la racional productividad, no pueden dejar de lado estas programaciones a favor de la recuperación de mayor productividad del hombre y de sus conquistas sociales de racional tiempo libre, equilibrado esfuerzo, con mayor inclusión de personas.
El turismo, “multidisciplina” actividad de esfuerzo intenso a la hora de brindar servicios en beneficio del hombre, involucra hoy para Argentina, mas de un millón de puestos de trabajo, creciente que obligan a consolidarlos.
La estacionalidad en el uso de los servicios turísticos (hoteles. restaurantes., venta de servicios y recuerdos, etc.) representa un condicionante de profundas consecuencias para el crecimiento y desarrollo de los centros turísticos. Su corrección debe ser prioridad en los objetivos a lograr por el sector y en la política a dictar desde el gobierno en la materia. En el –destino turístico Madryn-, se acaba de dar un buen ejemplo, que repetido en los 2.500 municipios de Argentina, se puede incrementar como muy positivo para las Ciudades, Comarcas y Centros Turísticos.
A través de la Resolución Nº 1663/09 que llevo la firma del Intendente Municipal Carlos Tomás Eliceche de Puerto Madryn el Día del Empleado Municipal (8 de noviembre) fue trasladando el mismo al día lunes 9. Para incrementar por parte de esos trabajadores, el disfrute, de esa conquista social, con un “fin de Semana Largo”. Venimos bregando hace mucho tiempo que si a los días oficiales, les agregamos con este criterio de fines de semana largos, los Feriados gremiales, se llegaría a un ideal que no altera ni la productividad, ni el calendario escolar.
Desde la gestión (1987) de Francisco (Paco) Manrique (fui su Asesor Honorario) en la Secretaria Nacional de Turismo, se incorporaron 4 “Fines de Semana largos”, a partir de celebraciones calendarías que reubicadas en el lunes siguiente pasaron ha ampliar –la conquista social- y la generación de riqueza en miles de pueblos o ciudades del interior de Argentina, con cualidades turísticas.
Desde la década de los años setenta se lograron desdoblar las vacaciones de invierno, lo que ha permitido calidad para los usuarios y redituabilidad para prestadores y operadores de servicios de viajes y turismo.
Esto agregado al rito religioso de Fin de Año y de la Semana Santa, cristiana o pascua judía . Con las coincidencias de feriados fijos, con los fines de semana, originan un calendario, que más allá de la frivolidad que en otros tiempos, se podía presumir, surge un apuntalamiento inteligente sobre una de las actividades prioritarias del país, desde lo productivo genuino y sostenible a lo respetable que debe ser para los Gobiernos, un sector con mas de un millón de trabajadores permanentes, piedra angular de la mejor “calidad de vida”.
La explosión del turismo como fenómeno mundial, cuantitativo, como “conquista social del siglo”, imparable en el crecimiento de las últimas tres décadas, otorgó una nueva dimensión al fenómeno, ahora masivo, arrastrando la provisión de miles de puestos de trabajo y dando forma a uno de los tres factores esenciales que movilizan la economía del planeta, Tecnología, Transportes y Turismo..
El turismo de las últimas décadas no se parece en nada al que existió en el pasado. Históricamente. «hacer turismo», parecía, privativo de clases sociales económicamente acomodadas., o dicho de otro modo de personas que no tenían limitaciones, ni en el gasto. o en el tiempo. Profundizando el tema podemos agrupar los efectos negativos de la estacionalidad en el turismo en dos grandes apartados: económicos y sociales. Entre los primeros cabe citar la baja rentabilidad de las inversiones en equipamientos turísticos, que deteriora las infraestructuras, junto con la estimulación al alza de los precios; el elevado costo de la reposición y amortización de infraestructuras y la dificultad en el armado de un eficaz servicio de transporte, proveedor de visitantes..
Como efectos sociales negativos se pueden mencionar: la temporalidad de los puestos de trabajos principales, el deterioro del entorno ecológico y paisajístico, de todos.(si en un corto período se deben hacer las ganancias, entre otras cosas, se “sobrecarga” el lugar o los atractivos de oferta).
Forzadas las estructuras en los meses de temporada alta para poder recepciónar un número importante de turistas que coinciden en los mismos lugares en idénticas fechas, se producen ataques directos a la propia naturaleza que terminan alterando el equilibrio ecológico. Así se contaminan playas y cursos de agua, se llega a sobre dimensionar la planta de servicios (agua, luz, gas, cloacas, etc.) se alteran los patrimonios forestales y llegan a originarse perjuicios irreversibles.
Otro aspecto a considerar es el de las incomodidades que se soportan en los lugares del destino vacacional como consecuencia de los elevados niveles de concentración puntual. Entre ellos pueden mencionarse; la reducción. de la satisfacción del viaje o vacación; la desaparición de la tranquilidad y el sosiego en playas, bosques y sierras; y la desordenada, además de sobrecargada, demanda que reduce la calidad de los servicios y los encarece , en muchos casos, destruyendo la imagen del Centro Turístico y en este conjunto de reflexiones, cabe recordar que la relación de estacionalidad y desempleo es de consecuencias perjudiciales: solo un limitado porcentaje de prestadores de servicio puede migrar en el logro de una continuidad laboral, quedando el resto subutilizado gran parte del año.
Desestacionalizar, no es sólo vender más , sino vender mejor, el factor precio como resorte de captación de clientes en baja temporada, debe alternarse significativamente con la diversificación del producto, generando deseo en el consumidor final, en los cuatro grandes campos de actividades culturales, entretenimientos y juegos, deportes y salud. A esta tarea debe aplicarse un claro sentido de innovación y creatividad.
Crear el ordenamiento calendario de este trascendente sector sin lugar a dudas, es un DEBER INDELEGABLE DEL ESTADO.