A la hora de elegir un destino para descansar, recargar energías y vencer el estrés, Miramar es una opción más que seductora. Ubicada en el noroeste de la provincia de Córdoba a orillas de la laguna Mar Chiquita se encuentra esta pequeña población de poco más de dos mil habitantes que invita a gozar de diversas bondades que regala la naturaleza…
Con sólo mirar la imponente laguna, cuya dimensión parece perderse en el infinito, alcanza para relajarse y dejarse llevar por los sentidos. Contemplarla es un ejercicio casi tan saludable como aprovechar las propiedades terapéuticas que poseen sus aguas y el fango acumulado en el fondo. Ya es una tradición de años “embarrarse” y exponerse al sol antes de internase en la laguna.
Claro que en esta época del año el clima no acompaña para disfrutar del balneario, pero sí se pueden hacer diversas actividades deportivas, recreativas y acuáticas, visitar museos, adentrarse en la rica historia del pueblo o simplemente salir a caminar por la costanera y contentarse con el paisaje.
Es cierto que Miramar no es la misma de la década del 60, cuando estaba considerada uno de los polos turísticos más importantes del país, pero lentamente comienza a recuperarse de las secuelas que le dejó la última inundación registrada en 2003 a causa de la crecida de la laguna. Gran parte del pueblo aún esta bajo agua y varias edificaciones debieron ser dinamitadas y convertidas en escombro para eliminar el impacto visual que provocaba el dantesco escenario.
Varias veces este pueblo ribereño tuvo que salir a flote para superar catástrofes similares, pero esta vez parece haber aprendido la lección y aunque el agua baje ya no se podrán, como ocurrió anteriormente, construir hoteles o viviendas cerca de laguna porque ante una nueva crecida se repetiría la dolorosa historia.
La meta de las autoridades comunales es avanzar en materia de infraestructura a través de una planificación urbana que implique convivir con su laguna sin que el poblado corra nuevos riesgos de inundaciones. Una de las obras prioritarias es terminar de reacondicionar la costanera y ampliar las zonas de playas cuya inversión ronda los 20 millones de pesos. Miramar aún está en proceso de transformación, pero nuevamente empieza a ser un lugar recomendable ya no sólo por las propiedades terapéuticas del fango y el agua sino por su historia, su cultura, y una multiplicidad de actividades que garantizan un reparador relax.
Llegar aquí es entrar en contacto con la magia que encierra la Laguna Mar Chiquita, también conocida en lengua indígena como Mar Ansenuza, que tiene una superficie de un millón de hectáreas siendo la más grande de la Argentina y la quinta de aguas salobres del mundo. Es un gran espejo de agua salada que la naturaleza parece haber creado para quienes no tienen el tiempo suficiente de ir hacia las costas del mar. Junto al río Dulce forman un gran ecosistema y constituyen uno de los diez humedales de reserva natural del hemisferio.
Sus bañados sostienen grandes poblaciones de animales, especialmente aves acuáticas al punto que habitan más de 310 especies entre las que se destacan flamencos, teros, gaviotas, gallaretas, patos, garzas, gallito del agua, cigüeñas, entre otros. También es rica la flora fundamentalmente en las islas donde también hay zorros grises, hurones, zorrinos, carpinchos, pumas y gatos del monte.
En Miramar es posible hacer turismo salud, ecológico, de aventura y diferentes actividades combinadas. Entre las principales atracciones se destacan la pesca de pejerrey, avistamientos de aves, actividades náuticas como sky acuático, viajes en lanchas o gomones, excursiones guiadas que incluyen recorridas por el pueblo y la zona de la laguna, y visitas a criaderos de nutrias, entre otras ofertas.
El pueblo cuenta con restaurantes donde el turista puede disfrutar de platos típicos elaborados con carnes de nutria o pejerrey, bares, hoteles y un casino ubicado en el acceso.
En materia cultural los principales espacios de referencia son el Museo de la Región de Ansenuza “Anibal Montes”, donde se puede conocer la historia del pueblo a través de charlas y producciones audiovisuales, y el Museo Histórico “Gran Hotel Viena”, cuya construcción data de 1945 y aún permanece en pie, aunque su estructura está muy deteriorada a causa de las inundaciones.
Se trata de un lugar inquietante y misterioso ya que se piensa, aunque no está documentado, que el hotel fue construido con capitales nazis para rehabilitar a jerarcas y soldados con secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Fue creado por una familia alemana de apellido Palkhe y cuenta la leyenda que habría estado alojado Adolf Hitler, un dato que deja perplejos a quienes ingresan al museo para intentar conocer al menos una parte de la historia que guarda celosamente ese frío sitio cuya fisonomía se parece más a un hospital que a un hotel.
El recorrido más corto para llegar a Miramar desde Rosario es tomando por San Francisco. Para esta época las tarifas de los hoteles por habitación doble van de 70 a 120 pesos diarios. Las cabañas y departamentos con capacidad para cuatro personas varían entre los 120 y 200 pesos. Y un hospedaje por persona oscila entre 25 a 35 pesos.
Fuente: Suplemento Diario La Capital
Fotos: Julio Ramirez