Brasil se abre al océano Atlántico a través de 8.000 kilómetros de litoral marítimo. Cada playa tiene su encanto. Cada rincón guarda un secreto. El clima invita a disfrutar de este canto a la naturaleza todo el año. Y salir del frío para bañarse en el mar en julio y agosto, no tiene precio.
Con una semana o dos para descansar, recargar pilas y pasarla en familia, nada mejor que los resorts. Cuarenta y cinco de los complejos más interesantes del país están asociados a Resorts Brasil, un emprendimiento que tiene entre sus prioridades garantizar que sus miembros cumplan los estándares de calidad exigidos para alcanzar dicha categoría. A la hora de elegir, saber que el destino escogido es miembro de Resorts Brasil es ganar en tranquilidad y seguridad de que nada puede ir mal.
Cada resort cuenta con equipos profesionales destinados a generar actividades para toda la familia, desde la organización de programas para que los más chicos se entretengan hasta actividades deportivas y lúdicas compartidas entre todos los miembros.
Por otra parte, cada resort es también la puerta de entrada para conocer estados maravillosos. Ya sean Bahía, Alagoas, Pernambuco o Río Grande do Norte, cada uno tiene una historia y una cultura listas a ser descubiertas. Para estas vacaciones de invierno, Embratur (Instituto Brasileño de Turismo) recomienda entre sus resorts para toda la familia: Enotel Resort & Spa; Porto de Galinhas (Pernambuco), Ocean Palace Beach Resort & Bubgalows, Natal (Río Grande do Norte), Praia do Forte Eco Resort (Bahía) y Salinas do Maragogi (Alagoas), entre otros.
Sumergirse en un mar cálido, descansar en una playa paradisíaca y disfrutar de las comodidades de hoteles pensados para convertir en únicas cada escapada romántica. El estado de Río Grande do Norte es uno de los que posee esta clase de rincones románticos pensados para disfrutar en pareja. Son lugares en los que la mano del hombre se acopla a la naturaleza sin incomodarla, respetando sus formas y colores.
Por otra parte, además de las clásicas actividades de playa, cuentan con programas que van más allá de lo habitual, como unos increíbles paseos en buggy por dunas que se mueven al compás del viento marino o en simpáticas embarcaciones. Y por supuesto, allí hasta lo típico, como una simple cena a la luz de las velas en un entorno tan romántico, adquiere una nueva dimensión. Allí se puede alojar en Toca da Coruja, Pipa, y Pousada do Toque – Sao Miguel dos Milagres (Rio Grande do Norte).
Emociones y aventura
Llegar hasta Fernando de Noronha es un privilegio para las almas aventureras. Se trata de un archipiélago al que sus pobladores cuidan como oro. Allí se encuentran las playas más lindas de Brasil y alberga uno de los mejores lugares en el mundo para bucear, hacer surf y otros deportes acuáticos. Cualquiera que busque despejarse del frío invierno argentino no tiene más que tomarse un avión y desembarcar en un lugar de ensueño, donde todo está pensado para vivir emociones desbordantes.
Algo similar ocurre con los Lençóis Maranhenses. Se trata de una zona en la que los médanos conforman un paisaje increíble. Ubicado en el estado de Maranho, los Lençóis son, como su nombre en portugués lo indica, unas “sábanas” de arena en constante movimiento que de junio a septiembre se llenan de pequeñas lagunas. Ideal para sentirse en un planeta aparte y para el disfrute a pleno, ya que se combina con asombrosas playas.
Por su parte, Jericoacoara, en el estado de Ceará es un imán para los que hacen de la aventura su modo de vida. Llegar hasta allí ya comprende un desafío, debido a que se necesita de vehículos especiales para alcanzar esta zona de hermosas playas, con formaciones rocosas en la costa y salpicada de cocoteros y enormes dunas. Travesías en 4×4, snowboarding, deportes acuáticos en general son algunas de las actividades que se desarrollan en esta aldea que, gracias a los hippies en la década de 1970, se ha convertido en un paraíso para quienes buscan algo alternativo. Aquí se puede hospedar en Fernando de Noronha (Pernambuco), Jericoacoara (Ceará), y Lençóis Maranhenses (Maranho).
Playa y diversión nocturna
El invierno invita a movilizarse para sacarse el frío de encima. A horas de Buenos Aires hay un cálido universo de sensaciones que se abre para los que desean dividir el año en dos y tomarse un merecido e inolvidable “break”. Se trata de esas playas brasileñas que tienen todo para divertirse: arenas blancas, mares encantados y paisajes de ensueño, combinados con una movida nocturna entretenida y amplia. Ya sea en destinos clásicos donde los bares siempre cuentan con cerveza fría y ricas caipirinhas esperando al visitante para contagiarlo con su alegría y su música.
Entre los destinos más interesantes para aglutinar playa y diversión, entonces, figuran Jericoacoara y Fortaleza (Ceará), Pipa (Río Grande do Norte), Arraial do Cabo, Búzios y Paraty (Río de Janeiro), Arraial d’Ajuda y Trancoso (Bahía), Porto de Galinhas y Maracaípe (Pernambuco).
Ecoturismo
Son muchos los que aprovechan las vacaciones de invierno para visitar destinos no habituales, lugares que llaman la atención pero que, en verano, pierden fuerza ante las ansias de descansar y la idea de que las vacaciones no son tales sino se está en una playa. Brasil tiene ofertas para todos los gustos y, para los que piensan de esta forma, nada mejor que salirse de la norma y encarar un viaje al estado de Mato Grosso do Sul, puerta de entrada al inmenso Pantanal. Se trata de una región que la mayor parte del año está bajo el agua pero que, para esta época, presenta algunas zonas secas.
Hábitat para una gran cantidad de especies animales y vegetales, Pantanal es un lugar único para la práctica del ecoturismo, con programas que incluyen la observación de fauna, cabalgatas, paseos en 4×4, canoas y lanchas y senderos para hacer trekking.
Ocurre lo mismo en Bonito, una ciudad pensada en función del ecoturismo, con maravillas naturales como la Gruta Azul y las cascadas de la estancia Mimosa. Sin embargo, entre las atracciones más divertidas y enriquecedoras se encuentra la de bajar el Río da Prata haciendo snorkel, una zambullida de dos horas en la que el viajero se maravilla con la rica vida subacuática.
Fuente:Suplemento Diario La Capital