Aruba, Caribe profundo

La pequeña ex colonia holandesa no engaña cuando se promociona como una isla feliz; la prueba está en sus playas, el mar turquesa, el clima casi perfecto y sus relajados pobladores.La frase one happy island se repite a cada paso en Aruba. Está en los anuncios publicitarios, en los folletos turísticos, en las remeras que se venden en las ferias artesanales y hasta en las patentes de los automóviles…

 Y la expresión no sólo se lee en cada rincón de esta pequeña isla caribeña, sino que también se percibe a cada momento; se advierte en la cara relajada de los visitantes, en el trato gentil y amable que dispensan sus habitantes, en la pintoresca arquitectura de sus casas y hasta en la seguridad y tranquilidad de sus calles a toda hora. No extraña, entonces, que esa sensación de felicidad se contagie apenas se pone un pie en el moderno aeropuerto Queen Beatrix, de esta capital, y que perdure mientras uno recorre la cambiante y heterogénea geografía arubiana. 

Esta pequeña isla de 184 kilómetros cuadrados y ubicada apenas a 24 de la costa venezolana, tiene todo para provocar ese estado de bienestar tan común aquí; o al menos para acercarse un poco al concepto: largas playas de arena blanca, un mar de verdes y azules indescifrables, clima casi perfecto (la temperatura anual promedio es de 28 grados, prácticamente no llueve y está fuera de la zona de huracanes), actividades para todos los gustos, diversión asegurada casi todo el día y mucha, mucha buena onda. ¿Se puede pedir algo más? 

De isla inútil a paraíso turístico 
Claro que no siempre fue así. Considerada durante muchas décadas como una tierra sin futuro, su descubridor, el español Alonso de Ojeda llegó aquí en 1499 y no dudó en bautizarla junto son sus vecinas Bonaire y Curaçao como Islas Inútiles debido a su aridez y sus casi nulos recursos económicos. 

Despoblada por los propios españoles -se llevaron a sus habitantes originales, los indios arahuacos, a trabajar en las minas y plantaciones de Cuba y Jamaica-, fue abandonada a su suerte, hasta que 137 años después los holandeses tomaron posesión y comenzaron a usarlas como punto estratégico en el comercio de la región. 

El descubrimiento del oro en el siglo XIX y del petróleo ya a principios de 1900 les dieron el impulso tanto en el nivel poblacional como de desarrollo urbano como para comenzar un lento crecimiento. Pero fue después de la mitad del siglo pasado que el turismo hizo su irrupción en la isla con la llegada, en 1957, del primer crucero de lujo, el Tradewinds, y la apertura, en 1959, del hotel-casino Aruba Caribbean; entonces todo cambió: la segunda en tamaño de las ex Antillas holandesas se transformó de pronto en el punto elegido por los viajeros acomodados de Europa y los Estados Unidos, que encontraron en este pedazo de naturaleza agreste su paraíso particular, a tal punto que muchos de ellos decidieron establecerse en la isla y transformarla en su hogar. De ahí que los arubianos sean hoy un verdadero caleidoscopio de de razas, nacionalidades, religiones, costumbres y lenguas que conviven en cordial armonía. 

Y no extraña, pues, que en medio de tanta diversidad hasta la misma geografía se haya encaprichado en mostrar varias fisonomías juntas. 

Por un lado, está la cara más glamorosa de Aruba, la que encanta a los visitantes de todo el mundo y que se puede apreciar en toda su dimensión en el sector oeste. Con playas de aguas calmas salpicadas aquí y allá por palmeras y los famosos divi-divi (esos arbolitos tan particulares que están inclinados en dirección del viento), tiene su comienzo en la pintoresca Oranjestad con sus construcciones típicamente europeas, y continúa hacia el Norte, con un sinfín de hoteles y resort que van alternando con campos de golf, barrios privados y complejos de condominios de lujo. 

Es sobre este lado que también se encuentran los restantes núcleos urbanos, que comienzan en el Sur, con la multifacética San Nicolás y su famosa destilería de petróleo Valero, a la que le suceden, hacia el Norte, Brazil, primero, y Savaneta, Pos Chiquito y Barcadera después. Es en esta zona donde se asienta la Aruba autóctona y tradicional y donde bien vale la pena detenerse para conocer las costumbres y tradiciones de los arubianos. 

El lado este tiene el encanto salvaje de las geografías desérticas. La costa rocosa (Aruba es una isla de origen volcánico) deja espacios aquí y allá a pequeñas playas muy rústicas de mar bravo que se van perdiendo en un horizonte de cerros pedregosos regados de cáctus y arbustos resecos. 

Cuevas con pinturas rupestres, formaciones rocosas (el famoso Puente Natural sobre el mar se derrumbó hace algunos años, pero muy cerca hay otro más pequeño pero igualmente encantador), piscinas naturales y decenas de maravillas naturales se confunden aquí y allá entre los límites del Parque Nacional Arikok. Aquí prácticamente no hay infraestructura y los pocos barrios que se encuentran en la zona están bastante dispersos, pero por las calles y caminos abundan grupos a caballo, cuatriciclos o bicicletas. Todos haciendo honor al lema de la isla. O al menos intentándolo. 

Por Diego Cúneo 

Enviado especial 

 

Fotos: ARUBA TOURISM AUTHORITY y DIEGO CUNEO 

Datos útiles 
Cómo llegar 

No hay vuelos directos desde Buenos Aires. Avianca hace escala en Bogotá desde US$ 1369. También se puede llegar vía Miami por American Airlines, con una tarifa de US$ 933. A partir de noviembre, Copa Airlines llegará vía Ciudad de Panamá, con 4 vuelos semanales (todas las tarifas son sin impuestos). 

Dónde dormir 
Aruba es una isla pensada para el turismo, por lo que tiene una amplia oferta de alojamiento. Algunas alternativas pueden ser: 

Marriott Aruba Resort & Stellaris Casino. Tiene habitaciones dobles desde US$ 200 la noche, con impuestos. Más informes en la Web, www.arubamarriott.com 

The Westin Aruba. Ofrece habitaciones dobles desde US$ 239 la noche (impuestos incluidos). Informes, www.westinaruba.com 

Holiday Inn Sunspree Resort. Tiene habitaciones dobles desde US$ 141 por noche, con impuestos incluidos. Informes, www.caribbeanhi.com/aruba 

Dónde comer 
La oferta es desde fast food hasta alta cocina. Muy recomendables: 

Mr. Jazz. Tiene una carta basada en cocina internacional. Se puede comer por unos US$ 40 por persona. 

Pinchos. Carta pequeña y recomendable de cocina local en una ubicación inigualable (es un muelle sobre el mar). Se come desde US$ 40 por persona. 

Bloosoms. Exquisita cocina china y japonesa. El menú completo arranca en los US$ 30 por persona. 

En Internet 
www.aruba.com
www.visitaruba.com
www.depalm.com
www.redsailsports.com

Windsurf, buceo y mucho más 
ORANJESTAD.- Remar por las aguas calmas del lado oeste de la isla, hacer windsurf cerca del faro California, correr olas sobre una tabla en las bravas playas del Este o izar velas y echarse al mar a bordo de un velero, todo esto y más es posible en Aruba. Como en cualquier otra isla del globo, todo aquello que se relacione con el agua cumple un papel central, y aquí ese precepto parece cumplirse a rajatabla. De ahí que la mayor parte de las actividades recreativas o pasatiempos esté ligada, de una u otra forma, a ese mar cálido y verde del cual es imposible quitar la vista. 

En la cara oeste predominan los programas más aptos para todos los visitantes. Bien en el extremo norte, donde el faro California funciona como punto de referencia, las playas Arashi, Malmok, Palm y Eagle son las favoritas de quienes prefieren los deportes de viento. Aquí es el reino del windsurf y el kitesurf, ya que es la zona donde más se siente la presencia de los alisios que permanentemente bañan la isla. Conseguir el equipamiento es muy sencillo, ya que hay varios puestos dispersos en la costa que ofrecen desde alquiler de equipos hasta cursos completos, con tarifas que arrancan en los 35 dólares la hora. 

En el centro, donde las aguas son más tranquilas y los complejos hoteleros cubren la costa, los entretenimientos familiares abundan. Cada playa tiene un verdadero catálogo de opciones: alquiler de jet ski (US$ 65 la media hora), paseos en banana boat (20 por persona), travesías en kayaks marinos (20 la hora) o vuelos en parasailing, especie de paracaídas remolcado por una lancha que se eleva a la manera de un parapente y que permite tener una vista área de la isla inigualable (60 los 15 minutos). 

En este lado de la isla también se encuentran los principales puntos de buceo: en el área que va del faro Cerro Colorado, en el extremo sur, a la zona del aeropuerto Queen Beatrix hay más de una docena de sitios de enorme belleza, donde se van alternando arrecifes de coral junto con varios naufragios (hay naves que fueron hundidas durante la Segunda Guerra Mundial) y barcos, ómnibus y hasta aviones que fueron fondeados adrede en puntos estratégicos para que el tiempo y la fauna y flora marina (esponjas, algas, corales y más) generaran arrecifes y colonias en los cuales sumergirse y disfrutar de los encantos escondidos del mar. No por nada, Aruba es considerada como una de las principales sitios de buceo del Caribe y su hermana pequeña, Bonaire, como la capital de esta actividad. 

Bautismo submarino 
Como no podía ser de otra manera, para disfrutar de esta experiencia no es necesario ser un buzo experto ni haber tomado lecciones durante meses, ya que casi todas las empresas que realizan salidas brindan la posibilidad de tomar un breve curso de una hora y luego, sí, efectuar una inmersión de bautismo cerca de la costa, en una experiencia fascinante que dura unos 40 minutos y en la cual se llega hasta los 13 metros. Para los menos osados, el snorkeling o el snuba son dos buenas opciones para tener un acercamiento a las maravillas del mar. El primero se realiza en superficie y permite ver en forma directa la abundante fauna marina de esta parte del globo; el otro, es una mezcla de snorkeling y scuba diving que permite sumergirse mientras se está conectado mediante manguera a la superficie. 

El lado opuesto es el preferido por los que buscan playas solitarias y mar movido. Con escasa infraestructura, la mayor parte de los programas que se hacen en esta parte tiene que organizarse en forma independiente o contratando un servicio especializado. El surf es aquí dueño y señor por la abundancia de olas, aunque también hay buenos sitios para hacer buceo. Como para completar una oferta interminable

Fuente: Suplemento Diario La Nación

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