De Bariloche a Puerto Varas, dos días de excursión en catamarán y ómnibus, por lagos y ríos que se internan en la selva fría.Navegar por el cruce de los Andes tiene su encanto. Entre Bariloche y Puerto Varas, al otro lado de la Cordillera, el paisaje conjuga los tonos cristalino y turquesa de los lagos, atraviesa la selva fría de la frontera y lleva a recorrer pequeños poblados de ensueño…
El cruce de los Andes Argentina-Chile se convirtió en los últimos años en un atractivo turístico que atrae a 60.000 personas por año, en un paseo que invita a contemplar la naturaleza, disfrutar de la tranquilidad y recorrer parte de la historia de la Patagonia.
El paseo es una mezcla de colores y espacios para el relax y cada época del año cuenta con un atractivo particular. En invierno la excursión se extiende por dos días haciendo noche en el pequeño poblado de Peulla (Chile), para continuar el viaje al día siguiente hasta Puerto Varas.
La travesía se inicia en Puerto Pañuelo (Bariloche) en el catamarán Victoria del Lago, que navega por las aguas del Nahuel Huapi en un trayecto de 22 kilómetros hasta el otro extremo en una bahía donde se emplazó siglos atrás Puerto Blest.
Las profundas aguas del lago más grande de la Patagonia invitan a un recorrido por la historia de los inicios del Parque Nacional Nahuel Huapi, cuando el catamarán aminora la marcha frente a la isla Centinela para rendir homenaje a Francisco Pascasio Moreno, artífice de lo que luego fue el primer parque nacional en tierras que donó al Estado, en 1903.
A poco de zarpar, los viajeros comienzan a movilizarse dentro de la embarcación y rápidamente van a cubierta para mantener ese contacto mágico con las gaviotas que parecen adiestradas y acompañan la marcha del catamarán en casi todo el viaje hasta la bahía de Puerto Blest. El atractivo para las aves son las galletas que ofrecen los turistas en la palma de sus manos y nadie escapa a este ritual cuando navega el Nahuel Huapi.
El viaje está en marcha y cada avance es un descubrimiento nuevo y fascinante del paisaje. El primer contacto con la tierra es en Puerto Blest, donde un antiguo hotel morado ofrece servicios de almuerzo (no está habilitado actualmente para alojarse). En otras épocas, los que contaban con tiempo para la travesía no dejaban de pernoctar una noche en este viejo edificio entre el lago Nahuel Huapi y el verdoso río Frías, que desemboca a pocos metros de allí.
Paisaje valdiviano
Los tiempos de la excursión no permiten detenerse demasiado en ese extremo. Un pequeño trayecto por tierra en ómnibus conduce al primer contacto cercano con la selva valdiviana, una vegetación de lianas, enredaderas y alerces cargada de humedad por la cercanía con la Cordillera.
El nuevo tramo por agua se inicia en Puerto Alegre, sobre un extremo del lago Félix Frías con un trayecto breve rodeado de dos cordones montañosos donde se puede observar la presencia de los cóndores y una vista panorámica del volcán Tronador (3478 msnm), el cerro más alto de la región que mantiene en la cima ocho glaciares de montaña que dan origen a varios ríos, arroyos y proveen de agua los lagos del Sur.
La vista del cerro Tronador impacta a lo lejos. Rebeca Magaña y Jorge Flores, dos mexicanos recién casados, piden a otros viajeros que retraten ese momento. Tenían una vaga idea de lo que era el Tronador, pero al verlo se sumaron a la fascinación de muchos que conocían la silueta del volcán desde otro ángulo, tal vez por tierra desde Pampa Linda o las singulares vistas desde Chile.
Esta vez, el cielo despejado acompañó en el impacto visual pues no siempre se tiene la suerte de pasar por ese sector con buen clima debido a que es la zona con más precipitaciones de la región (caen unos 2000 milímetros de agua por año).
Al otro lado del lago, el puesto aduanero de la Argentina da indicios de los últimos tramos de suelo argentino con un ascenso empinado y una nueva internación en la selva fría hasta el límite con Chile, anunciado por un arco de madera que cruza el camino de lado a lado y también muestra el límite entre los parques: se deja atrás el Parque Nacional Nahuel Huapi y se ingresa en el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales.
Nuevamente, detención obligada para las fotos. Jenny, la entusiasta guía chilena que tomó el grupo en el control aduanero, anticipa que a un paso se ingresará en otro país y pide cambiar el horario de los relojes (en invierno, Chile tiene una hora menos que la Argentina).
Ya en suelo chileno el camino sinuoso se prolonga por más de 20 kilómetros hasta encontrar un valle profundo y una granja ecológica, con un caserón grande de madera teñida de negro. A pocos metros, un mallín -que en invierno se colma de agua- da inicio a las primeras viviendas de Peulla, primer poblado tras la frontera donde habitan 120 personas.
Peulla es una colonia que se ubica dentro del Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, primera área protegida de Chile que se creó como paso obligado para la comercialización entre ambos países y fue impulsada al turismo por Ricardo Roth en 1913, creador del primer hotel con estilo suizo y tejuelas de madera en una antigua casona.
El emblemático hotel Peulla mantiene el estilo suizo con una construcción completamente en madera, abastecido de energía generada con turbinas de agua y calefaccionado en la sala de estar con una vieja locomotora devenida estufa de leña.
En el poblado de casas de madera incrustadas en la ladera montañosa y a orillas del lago de Todos los Santos sólo hay dos hoteles para turistas (Peulla y Natura), ambos administrados por Alberto Schirmer, nieto del creador del circuito turístico, que no escatima en historias en el momento de conversar con los viajeros.
Mucho más que contemplar
La villa turística ofrece relax en todos sus rincones, pero también cuenta con actividades programadas como cabalgatas, canopy, una excursión en 4×4 que recorre decenas de cascadas, arroyos y caminos sinuosos de la zona, además de navegación por el río Negro y paseo en kayak. "Los tiempos cambian y el turista ya no busca sólo contemplar la naturaleza", repetía un guía turístico de la localidad.
La vida tranquila del poblado lleva a tener horarios y pautas estructurados para los visitantes. La cena es entre las 19 y las 21, y el menú ofrece una amplia variedad de mariscos y productos de mar, pero el recomendado es el salmón del Pacífico, pescado por excelencia del otro lado de la Cordillera.
La excursión en invierno obliga a pernoctar en el pueblo para continuar el recorrido al día siguiente en una navegación en el catamarán Lagos del Sur por el lago de Todos los Santos, también conocido como Esmeralda por la tonalidad de su agua producto de los minerales que contiene y el reflejo de la luz del día.
El último recorrido por vía acuática ofrece un trayecto con un paisaje singular, entre las profundas aguas turquesa del lago y el bosque patagónico que acompaña toda su extensión hasta el extremo en el puerto de Petrohué. A cada avance de la embarcación se puede observar de manera aislada chimeneas humeantes de las casas incrustadas en la montaña y lanchas encalladas en la costa.
La excursión que se inició en Bariloche termina un día después a orillas del lago Llanquihue, en la localidad de Puerto Varas, luego de un nuevo tramo en ómnibus que tiene parada obligada en los saltos de Petrohué, agitado sector del río que desciende con furia desde la montaña.
En Puerto Varas la soledad de aquel viaje se deja a un lado. Es una ciudad de más de 30.000 habitantes con un casco histórico de viejas construcciones de estilo europeo y un sector moderno de hoteles, restaurantes, comercios y hasta cuenta con un casino.
El paseo termina allí. Algunos viajeros emprenden nuevas excursiones, principalmente atraídos por la curiosidad de conocer un volcán desde cerca, y parten con visitas guiadas al Osorno, a pocos kilómetros de la ciudad. Otros regresan a Bariloche por la misma travesía o mediante un ómnibus internacional a través del paso Cardenal Samoré, a la altura de Villa La Angostura.
Por Soledad Maradona
Para LA NACION
Los colores del agua
Bocanadas de aire fresco, sol de vez en cuando y lluvias acompañan el viaje durante las dos jornadas, pero el clima no interfiere en el goce de los viajeros que eligen en cada tramo salir a cubierta para contemplar con el rostro al viento los encantos de la naturaleza, que muestra zonas de lagos coloridos entre las altas montañas.
El misterio de la naturaleza no tiene explicaciones para los guías que recorren diariamente el trayecto. Cada tanto explican los motivos de los tonos del agua de los lagos: el Nahuel Huapi, profundo y cristalino; el Frías mantiene su color mate cocido por los sedimentos que trae el agua, que desciende de los glaciares; el de Todos los Santos es esmeralda por los minerales del agua y el río Petrohué. Rápido como ninguno forma espuma blanca por la potencia con la que desciende.
El trayecto de la excursión no es nuevo. Se inició para el turismo en 1913 y tomó gran impulso en la última década, pero su traza data de siglos atrás y fue utilizada por pueblos originarios, misiones jesuitas y empresas de comercialización que explotaron el trayecto para intercambiar mercancías y exportar lana de la Patagonia argentina a través del Pacífico.
Las historias de los pueblos primitivos y los recorridos de la empresa Chile-Argentina que transportaba productos a lomo de burro, caballos y embarcaciones precarias confeccionadas con velas o remo son reiterados por los guías en cada tramo, e incluso el hotelero de Peulla, Alberto Schimer, relata a los viajeros las vivencias de sus antepasados y cuenta con gracia la intención que una vez tuvo la compañía -a principios del siglo XX- de instalar un cablecarril para transportar productos a través de la Cordillera.
Datos útiles
Excursion
La excursión del Cruce de Lagos, que únicamente la realiza la empresa Turisur, a través de una concesión del Parque Nacional Nahuel Huapi, tiene un valor de 115 dólares, sin hospedaje para residentes de la Argentina.
Recorrido
Puerto Pañuelo a Puerto Blest: 1 hora en catamarán (15 millas)
Puerto Blest a Puerto Alegre: 10 minutos en colectivo (3 km)
Puerto Alegre a Puerto Frías: 20 minutos en catamarán (4 millas)
Puerto Frías a Peulla: 2 horas en colectivo (27 km)
Peulla a Petrohué: 1.40 horas en catamarán (20 millas)
Petrohué a Puerto Varas: 2 horas en colectivo (76 km)
En internet
www.cruceandino.com
www.turisur.com.ar (catamarán Argentina)
www.turistour.com (catamarán Chile)
www.hotelpeulla.cl (Peulla)
www.hotelnatura.cl (Peulla)
www.hotelpuelche.com (Puerto Varas)
www.solacehotel.cl (Puerto Varas)