París, noche y día en Champs-Elysées

Postales de la avenida más famosa en la capital francesa; desde el Arco del Triunfo hasta las tiendas exclusivas y los vecinos célebres, un recorrido cuadra por cuadra.Ingrid Bergman y Humphrey Bogart felices, dejando atrás el Arco del Triunfo mientras suena la Marsellesa .Sacha Guitry, encarnando para el cine a un maestro que cuenta la historia de los Champs-Elysées desde 1617 hasta 1938, con su estela de asesinatos, favoritas de los reyes y terror revolucionario. Una pegadiza canción de Joe Dassin, que corea Aux Champs-Elysées… .

 Miles de personas en las calles, celebrando la liberación de París en 1944. Y otros tantos miles celebrando, hace exactamente veinte años, el bicentenario de la Revolución Francesa. Instantáneas de una avenida de París que durante siglos fue testigo y protagonista.

Su trazado, de casi dos mil metros, va desde el Arco del Triunfo, levantado por Napoleón para celebrar la victoria en Austerlitz, hasta la Place de la Concorde, pacífico nombre elegido con el fin de atenuar los sangrientos recuerdos de la época en que aquí se levantaba la guillotina. Hoy, la avenida de los Champs-Elysées es la más conocida de París (los parisienses dirían que es la más conocida del mundo) y se enorgullece de su carácter ecléctico: fue el escenario de las celebraciones populares por el Mundial de Fútbol de 1998; es la elegida para sus compras por turistas de todas partes del mundo; atesora el recuerdo de notables personajes que vivieron en sus edificios; y entre una cosa y otra sigue decidida a hacerle honor a su nombre, a aquellos Campos Elíseos que los antiguos prometían, como un paraíso, a los virtuosos.

La Place de l´Etoile

Las fotografías aéreas revelan con maestría la forma de estrella de la plaza donde se levanta el Arco de Triunfo, y de donde parten radialmente doce grandes avenidas: Marceau, Iéna, Kléber, Victor Hugo, Foch, de la Grande Armée, Carnot, McMahon, Wagran, Hoch, Friedland… y los Champs-Elysées. Aquí está la estación Charles de Gaulle-Etoile, donde se cruzan en un laberinto subterráneo las líneas 1, 2 y 6 del metro y el RER (Red Expreso Regional, que va hasta las afueras): no es raro ver a los turistas llegar aquí directo desde el aeropuerto, arrastrando valijas y mirando extasiados la larga hilera de árboles, terrazas de cafés y luces que jalonan la avenida. La foto del millón es ponerse en medio de la avenida con el Arco del Triunfo como telón… Quienes se alojan en los hoteles cercanos tienen (además de un buen poder adquisitivo) un vecino ilustre: en el cercano Palacio del Elíseo, construido en el siglo XVIII para Madame de Pompadour, amante de Luis XV, se encuentra la residencia del presidente de Francia. No es mucho el camino que tiene que hacer, entonces, cada 14 de julio para el desfile oficial que recorre la avenida…

Los audaces que se animan a manejar en el centro de París tienen también su bautismo de fuego si se lanzan a buscar su rumbo en torno de la Place de l´Etoile: es toda una aventura rodear el Arco de Triunfo y encontrarse con una avenida tras otra, en un río de autos que van en todas direcciones. Quien dude, podrá probar algo de la impaciencia de un parisiense al volante. Pero probablemente, sorteando autos no tenga ni tiempo de imaginar que tal vez en el vehículo de al lado viaja alguna estrella del cine francés, un magnate del petróleo árabe o algún noble europeo, habitués de la fascinante avenida donde se oyen todos los idiomas del mundo. Sin duda, el aire popular de otros tiempos está cada vez más lejos de los Champs-Elysées actuales, de la mano de los precios astronómicos: en lo mejor de la crisis financiera que se desencadenó el año pasado, sus habitantes y visitantes habituales parecían los menos afectados por los vaivenes económico-bursátiles.

Shopping y tradición

La rubicunda María de Médicis, última mujer de Enrique IV, decidió hacer abrir la calle para poder pasear en su coche, desafiando la fama de zona peligrosa que la acompañaba en el siglo XVI. Los Campos Elíseos de aquel entonces eran verdaderamente campos… Con el tiempo, el paisajista André Le Notre plantó una doble hilera de castaños sobre este camino de la reina , y en tiempos de Napoleón la calzada fue levantada para permitir el paso de los carruajes. En ese siglo, los Champs-Elysées concentraron todo lo relacionado con el comercio de caballos en París, en un desordenado vaivén de animales y accesorios. Hasta que intervino el barón de Haussmann y París dejó de ser una ciudad de resabios medievales con laberínticas callecitas para convertirse en una capital de avenidas majestuosas a la altura de las pretensiones de grandeza que la distinguen hasta hoy.

Los Champs-Elysées también cambiaron, y empezaron a sumarse los cafés de lujo, las embajadas, las grandes tiendas. Actualmente, para existir, hay que tener una sede a la sombra del Arco de Triunfo. Lo saben desde McDonald´s hasta Disney, desde Virgin hasta Sephora, que tienen aquí sus locales insignia, junto a muchos otros que rivalizan por un lugar en la atención de los transeúntes (sobre todo las tentaciones de la mesa: de un lado y otro de la avenida, cerca del Arco del Triunfo, se pasa de La Pomme de Pain a La Brioche Dorée, del bistro Romain a Ladurée, de Paul a Fouquete_SSRqs y otras pastelerías o restaurantes tentadores). Hay algunas condiciones: McDo , por ejemplo, tuvo que limitar el tamaño de sus arcos dorados en el frente después de la última gran reforma y embellecimiento de la avenida, en los años 80, cuando Jacques Chirac aspiraba a conquistar la presidencia francesa partiendo de la alcaldía de París. Además, los tiempos cambian: la nueva prohibición de fumar en lugares públicos multiplicó las mesas de café en las calles, las animadas terrasses , sobre los Champs-Elysées y las principales avenidas de París. También hay cines y teatros, preludio de los grandes centros de exposición del Petit y Grand Palais, y sobre todo las casas de moda y prêt-à-porter, cuyas vidrieras atraen tanto la atención de los visitantes como las casas históricas que, a un lado y otro del paseo más bello del mundo, proponen también una mirada hacia el rico pasado de París como capital de arte y cultura.

Por Pierre Dumas
Para LA NACION

 

Placas, números y personajes

Bajando casa a casa los Champs-Elysées, se puede tener un variado pantallazo de la historia de París. Por las dudas, no hay que dejarse engañar por la numeración, que no corresponde a la división en cientos de metros que expresan las cuadras argentinas: por eso números pocos distanciados pueden obligar a caminar un buen trecho. Para empezar, la avenida no tiene un número 1, pero antiguamente esa dirección existía y era la del empresario de origen español Joseph Oller (hoy sepultado en el Père-Lachaise), que pasó a la historia por haber fundado el Moulin Rouge. Vivía cerca de uno de los grandes rivales modernos de su cabaret: el Lido, famoso por sus bailarinas y espectáculos musicales. Oller no era el único famoso de la avenida: en el 140 vivieron la poeta Anna de Noailles y su familia; a pocos metros está también la casa donde vivió el explorador Henri de La Vaulx, uno de los fundadores de la Federación Aeronáutica Internacional y autor de un fascinante Viaje a la Patagonia , publicado en 1901. Otro pionero de los viajes aéreos, el brasileño Alberto-Santos Dumont, fue residente de la cuadra, muy cerca del Aviation Club francés.

Los vecinos célebres no quedan ahí: en el N° 82 (en un edificio que ya no existe) vivió Sarah Bernhardt, la célebre Berma proustiana; Clark Gable solía alojarse en el antiguo Hotel Claridge, y el Hotel Astoria (donde hoy está el Drugstore Publicis) vio el paso del general Eisenhower, cuando allí funcionaba el cuartel general aliado en tiempos de la Segunda Guerra Mundial (después de la Liberación, uno de los primeros restaurantes americanos en París abrió en el número 123 de la avenida). Tras la desaparición del hotel Astoria, el complejo fue abierto en 1958 como Drugstore Champs-Elysées, el punto de reunión preferido de los jóvenes de los 60 y el único abierto toda la noche (lo recuerda La bande du drugstore , una película de François Armanet). En 2004, Alain Delon fue el anfitrión de lujo de su reapertura. Su modernidad atrae, pero no puede rivalizar con la distinción de uno de los edificios más bellos de Champs-Elysées, de la vereda de enfrente: la elegantísima Maison Guerlain (naturalmente, uno de sus perfumes se llama Champs-Elysées).

Alternativas low cost

En estos tiempos de euros y tasas de cambio desfavorables, cualquier precio en París es caro. Pero para quien sabe buscar -y encontrar- hay muchas opciones gratis en la capital francesa, tanto para sus habitantes como para los turistas. Para descubrir estos secretos gasoleros, sin embargo, hay que hacer una última compra: la guía del Paris Vraiment Gratis (El París verdaderamente gratis), por Valérie Appert, Editions Parigramme, www.parigramme.com . Cuesta 6 euros y es la puerta de entrada a muchos consejos tanto para disfrutar de la buena vida como para conocer la ciudad desde otra óptica. Por ejemplo, para conseguir un nuevo look en la capital de la belleza, las sesiones de maquillaje en los stands de las Galerías Lafayette son sin cargo.

Para recorrer la ciudad de otra manera, se puede participar gratuitamente del gran paseo en roller que se organiza cada viernes (sale a las 22 desde Montparnasse, dura tres horas y recorre unos 25 kilómetros). También hay muchas opciones para los chicos (la Granja de París en Vincennes, por ejemplo), para practicar deportes, iniciarse en actividades tan distintas como jardinería o tomar clases de física, sin olvidar la posibilidad de asistir a conciertos y visitar monumentos como Notre Dame de París. Hasta se ofrecen trucos para comer un cous cous gratis el sábado por la noche (en el Tribal Café, en el 10º Arrondissement) y catar vinos sin tener que pagar un centavo.

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