La ciudad neuquina ofrece la posibilidad de esquiar en el cerro Chapelco, degustar las mejores carnes y saborear un buen chocolate caliente acompañado de las mejores tortas. Es simple. Te parás de costado a la montaña, para cortar la pendiente. Primero te calzás el esquí en la pierna que da al valle, después en el de la cima, nunca al revés. Avanzás caminando con las puntas abiertas, juntando los talones…
Para descender liberá tu cuerpo, no te tires hacia atrás. Eso sí, acordate de abrir atrás y cerrar adelante cuando vas a frenar (haciendo cuña, para que no sigas deslizándote). Y para tomar las curvas inclinate levemente hacia el sentido opuesto al que debés ir. Listo. Subí por la aerosilla, animate y empezá a esquiar.
No te vas a caer.
¡Cómo…!
Ni bien bajás en la primera parada, a los 1.600 metros, cuando quisiste doblar te comiste el primer golpe de nieve.
Te va a gustar. Te va a desafiar a no repetir la caída a los veinte metros.
Está todo bien… levantate. No te olvides de sacarte los esquís, sino será imposible ponerte de pie. Colocátelos de nuevo y volvé a empezar.
Ahí va, tranqui. Acordate de la inclinación para agarrar las curvas y de frenar… pum. Otra caída.
¿No vas a intentarlo de nuevo? Imposible negarse. Y allá vas. Esta vez sólo caíste una vez.
¿La tercera es la vencida? Más bien, la ganada. Ya no te caíste. Sabés esquiar.
Valía la pena.
Pero recién empezás. Hay otros secretitos. Los vas a aprender allá. ¿Dónde? En Chapelco.
El Ski Resort de San Martín de los Andes. El lugar ideal para disfrutar la vida al aire libre haciendo deporte invernal, en la montaña. En la nieve. En medio de un imponente marco natural en el que desafiás a la velocidad con un entretenimiento sobre esquís. O tal vez preferís hacer snowboard. Un complemento ideal con el que se comparte la tradicional pista de esquí. Muy de moda entre los más pibes, que muestran sus habilidades con los pies juntos sobre la misma tabla. ¿Más difícil o fácil? Distinto. Aunque, a juzgar por las caídas que se ven, pinta complicado.
Primero lo primero: esquiar
Hay que cargar con más equipo, tenés los palos (o bastones) y la velocidad puede aumentar según cómo los muevas en las distintas pendientes. Con la tabla no tenés otra que dejarte llevar por el movimiento de tu cuerpo y, obviamente, la pendiente. Pero como en todas las disciplinas, todo queda a gusto del deportista. En este caso, la opción elegida en Chapelco es esquiar.
Coordinar los movimientos con los pies separados, ganar en agilidad con la cintura, impulsarse con los palos, poner en juego la habilidad ante cada curva, elegir por cuál de los costados superar al que está delante, frenar a tiempo y, sobre todo, llegar a la base sin rodar por la nieve.
Aunque están buenas las primeras caídas. Cuando no encontrás la razón y pensás que todos te miran, aunque en realidad ni se interesan por ello porque todos alguna vez comieron nieve. Eso sí, el desafío es mejorar en cada vuelta. Deslizarse con elegancia y ganar en precisión. No es difícil conseguirlo. Hay que proponérselo. Intentarlo. Y aprender. Tenés a quienes pueden enseñarte. Chapelco (www.cerrochapelco.com) tiene todo a tu disposición. Desde que llegás. Para que no dudes, al cabo de la primera experiencia, en regresar.
Y así como disfrutás la sensación de libertad, velocidad y entretenimiento deportivo sobre la nieve, también te sentirás liberado cuando te saques las botas de esquí: incomodísimas. Es que te obligan a mantener una posición con rodillas levemente flexionadas, como se necesitan para esquiar. Y para caminar sin esquís es preferible andar descalzo en la nieve. ¿Mucho, no? Sí, es una forma de decir, como para graficar la molesta sensación. Aunque, como todo, es cuestión de acostumbramiento.
Ya está. Devolviste el equipo de esquí y pegás la vuelta a la ciudad. A esa coqueta San Martín de los Andes que te espera con otros atractivos. La tranquilidad de la típica aldea de montaña, el aire puro, esas calles que te animan a recorrerlas y disfrutarlas mientras apreciás las construcciones de casas en madera y chapas en los techos, con una combinación marrón y negra que se destaca.
Claro, antes del paseíto pasás por la hostería o el hotel. Disfrutá de un baño caliente, relajador, quizás de una siestita para conocer parte del confort que brinda cada habitación en el hogar que elegís para los días de merecidas vacaciones. Si te alojaste en el hotel Patagonia Plaza (www.hotelpatagoniaplaza.com.ar) pasarás unos días de comodidad absoluta. En sus cuatro pisos, que contienen a las 89 habitaciones, encontrarás lo que necesites para sentirte cobijado por la atención de su gente.
Si optaste por la hostería La Casa de Eugenia (www.lacasadeeugenia.com.ar) te encontrarás al pie de una de las montañas que bordean la ciudad, a doscientos metros del lago Lacar. Una construcción original de la década de 1920, que entonces sirvió como cabaña de Parques Nacionales y fue una de las primeras hosterías de la ciudad.
Si preferiste una estadía en Antares Patagonia (www.antarespatagonia.com.ar) disfrutarás del lujo y confort de la única hostería cuatro estrellas de la ciudad. A cinco cuadras del centro, en una esquina maravillosa, en un escenario como si fuera un hotel construido en forma horizontal.
Si tu travesía en el sur te llevó a Río Hermoso, hotel de montaña (www.riohermoso.com) te atrapará la atención personalizada, el lujo de sus instalaciones y la posibilidad de sentirte en una gran casa de fin de semana, con acceso al lago y una vista que llenará tus ojos de paz y belleza. Dónde fuera que vayas seguro te sentirás muy a gusto. Recibido con la hospitalidad propia de una ciudad abierta a que te den ganas de elegirla.
Ya esquiaste. O hiciste snowboard. Podés repetir y tenés que hacerlo, te propondrás mayores desafíos. Pero hay otras actividades que golpean a la puerta de tu entretenimiento.
Las montañas llaman
Podés hacer canopy, caminatas con raquetas para nieve y skí nórdico. La opción es Miramas (www.miramascanopy.com.ar), que desde su nombre te invita a descubrir paisajes inolvidables. Tanto que es una palabra abreviada de “mirá más lejos”, dada su ubicación dentro del cordón montañoso del cerro Chapelco.
Pero no sólo debés mirar hacia arriba, a esos picos nevados. Estás en un valle, entre hermosas montañas, y a orillas del lago Lácar. Y tenés que gozar sobre él. Es muy frío, obvio. No hace falta que lo toques, sino desplazarte por la superficie. ¿Cómo? Remando. Bebe O’Connor te espera con sus botes de Patagonia Rowing
www.patagoniarowing.com) para realizar distintos tipos de excursiones por el lago Lacar y el lago Machónico.
La noche
Todo el día es para disfrutar. ¿Y de noche? Una variedad de restaurantes abre sus puertas. A todos los gustos y sabores. Desde la típica parrilla que te atrapa con su nombre ligado a la cultura popular ideado desde el mágico mundo del dibujo: Mendieta (www.interpatagonia.com/mendieta). Desde su ventanal atraen las cinco estacas donde se puede ir palpitando la delicia asada que pronto se podrá degustar.
En la nueva opción a las brasas con parrilla gourmet: KU de los Andes (www.kudelosandes.com.ar). El recinto que abre paso al ingreso a la ciudad junto a la ruta nacional 234. El casco de una de las primeras estancias patagónicas, de cálidos ambientes custodiados por paredes tapizadas en papel tela inglés original (raulí).
Si te gustan los frutos de mar no podés resistirte cuando se abre el apetito con el sabor de El Mesón de la Patagonia (www.elmesondepatagonia.com.ar), preparados de la mano de verdaderos especialistas en un ambiente íntimo y familiar, ideado por Juana y Raúl Duarte.
Manjares ahumados
Y ni hablar del tradicional recinto abrazador a las costumbres locales de los manjares ahumados: El Regional (elregional@smandes.com.ar). Claro, no todo pasa por el humo, sino que las carnes de ciervo, jabalí, trucha y productos de la región podrás pedirlos en todas sus variedades, regados por sabrosas cervezas artesanales o vinos argentinos. Unos kilitos de más tenés que llevarte de San Martín. Aunque a muchas calorías las gastaste en la actividad física de montaña y en el lago.
Y si querés un día de mayor relax, de bajar los niveles de adrenalina deportiva, la opción está en paseos por la ciudad, llevado de la mano por La Ruta del Arte (www.rutadelarte.com.ar). Un tour cultural por las casas de los propios artistas y artesanos de la ciudad.
No te olvides que además podés degustar tardes de chocolate regional en La Vieja Aldea (chocolate@smandes.com.ar), elaborados artesanalmente por sus propios dueños. Las infusiones también te esperan en Casa de Té Arrayán (www.tenriverstenlakes.com). Una casona construída íntegramente con madera de ciprés y con una historia de amor embrujo. Allí podés saborear las distintas variedades de té y deleitar los sentidos con una panorámica vista de la ciudad, las montañas y el lago Lacar.
Por la vuelta
Y una buena opción para decirle hasta la vuelta a San Martín de los Andes es una cena en Wine Bar, ubicado en Paihuen, Villa de Montaña. La especialidad del Wine Bar son las pizzas (inolvidable la de cuatro quesos con rúcula), combinadas con variedades de vinos servidos en copas.
Si contada mi experiencia te parece atractivo, imaginate viviéndolo. Mejor, viajá. San Martín de los Andes te espera.
Fuente:Javier Parenti / La Capital