Somuncurá, la meseta infinita en Río Negro,un destino para descubrir

En el centro de la provincia, un proyecto de turismo comunitario por la reserva natural entre cráteres, lagunas y fauna autóctona.La gran planicie de 25.000 km2, a 1000 metros de altura, está a 300 kilómetros de Bariloche y Viedma…

La planicie impacta a lo lejos del camino. El ascenso por la calzada estrecha al borde de un cañadón termina en la meseta infinita del norte de la Patagonia que encierra costumbres, leyendas y un paisaje único protegido al que llamaron Somuncurá, la piedra que suena, en lengua mapuche.

Los productores laneros nunca se imaginaron que serían guías de una expedición que muestra el potencial turístico y cultural de su región.

La meseta de Somuncurá es un área natural protegida en Río Negro con especies autóctonas, lagunas temporales en medio de cráteres formados sobre la superficie y sierras volcánicas. Estos atractivos naturales motivaron el desarrollo del turismo rural y sustentable que impulsan pobladores y productores ganaderos de Los Menucos, ciudad a 85 kilómetros sobre la ruta nacional 23.

El destino se encuentra literalmente en el centro del camino. Bariloche, Viedma y General Roca están a unos 300 kilómetros en dirección al oeste, este y norte, respectivamente, y también el Tren Patagónico tiene parada obligatoria en el pueblo desde donde se inicia la exploración de este paisaje desconocido.

Partiendo de Los Menucos, una ciudad pequeña, de familias vinculadas con la ganadería ovina, con casas bajas donde predomina la piedra laja, el inicio del camino hacia la meseta de Somuncurá invita de inmediato a sumergirse en el fascinante paisaje de cañadones, sierras y planicies con la compañía singular de los mensajes al poblador que emite cada hora la radio provincial, y que significa por estos rincones la única herramienta de comunicación de sus habitantes con sus familias.

Sólo en 4×4

La inserción en la actividad diaria de los pobladores que viven en la lejanía de la meseta, sus vivencias y leyendas forman parte del atractivo sociocultural. Pero para llegar a destino se debe acceder por un dificultoso camino en vehículos 4×4 o a caballo desde Los Menucos, atravesar el paraje Comicó e insertarse luego en una prolongada subida entre sierras y cañadones hasta desembocar en la inmensidad del llano.

Procesos volcánicos durante millones de años dieron origen a la formación de la extensa meseta que tiene una superficie de 25.000 km2 y no divisa fronteras. Une el centro de Río Negro y Chubut con un paisaje imponente y desafiante, una planicie a más de 1000 metros sobre el nivel del mar.

La primera parada en la meseta son las ruinas de Inalef, un viejo poblado de casas prolijamente diseñadas con piedra y barro que datan de un siglo, y que fueron tapadas por la crecida de una laguna 30 años atrás, ahora nuevamente a la vista.

A pocos metros, Eusebio Calfuquir, un poblador rural, espera al grupo de turistas con un típico asado de carne ovina de la región en una improvisada tienda de campaña para resguardarse del viento y a escasos metros de una de las 27 lagunas que tiene en su campo, que desentona con una población abundante de cisnes rosados en contraste con los colores ocres de su alrededor.

Junto a su esposa, Nelly -una de las tejedoras de la cooperativa Somuncurá que hilan y diseñan tejidos originales-, Eusebio se sumó al grupo de productores que apuestan a darle un giro a su actividad rural con el fomento del turismo.

La inserción de lagunas en la meseta es otro de los misterios naturales por su formación similar a un cráter. Existen dos teorías no confirmadas de esa depresión en la tierra: una, vinculada a la caída de meteoritos y otra, a una cuestión natural por el peso gravitatorio.

El día de campo en la meseta tiene por opción pasar una noche bajo las inmensidad del cielo en campamentos agrestes, pero el brusco descenso de la temperatura al caer el sol no es atractivo para cualquiera y generalmente se emprende el regreso a las estancias más cercanas al pueblo.

De productores a guías

En esta cadena cooperativa, para fomentar el turismo cada uno pone lo suyo como Miguel Lauriente, David Garrido y Darío Ibáñez, que más cercanos al poblado sumergen al visitante en el mundo rural de la estepa Patagónica con el relato de la cotidiana tarea de campo con la esquila de ovejas y guanacos.

Los tres son productores laneros, actividad central de la región que fue afectada severamente por una sequía en 2007, de la cual aún no pueden recuperarse y por eso cambiaron por un momento el diseño de una jornada rural recorriendo cuadros y atendiendo al ganado, para transformarse en experimentados guías de turismo.

A la cuestión ganadera se suma una riqueza geológica y antropológica.

Desde una lomada camino hacia el norte de la ciudad, un paisaje diferente se desprende con chimeneas volcánicas en medio de la llanura, y a pocos metros de la casa rural donde vive la familia Ibáñez un cerro de poco más de 1100 metros descubre uno de los mitos más antiguos de la Patagonia: que alguna vez estuvo tapada por el mar.

El ingreso marino 10 millones de años atrás dejó en esa zona vestigios del mar en medio de la desolada estepa, con rastros de erizos de mar petrificados, almejas y corales, e incluso arenas blancas mezcladas entre el monte achaparrado.

El descubrimiento del mar en la estepa en el campo La Arboleda por muchos años no despertó interés en los pobladores, pero ahora hasta investigadores llegan al lugar para analizar el fenómeno.

También las cuevas entre rocas y las pinturas rupestres -signos de la presencia indígena- son parte de la historia que atraviesa el circuito turístico, y desde la colonización hasta esta parte, las costumbres afloran con el relato vivo de sus más antiguos habitantes como Eleutelio Ibáñez, de 83 años, que busca en su recuerdo las historias de los mercaderes árabes que llegaban con carros a vender mercancías, y los atracos de bandoleros, muy presentes en esta región.

Historia inglesa

A todos fascina el relato de la Inglesa, nacida en el Reino Unido en 1875 que por el destino llegó a estas desoladas tierras a principios de siglo y se vinculó con el delito.

«Dicen que era muy buena para el uso de armas y hasta tuvo secuestrados a los policías de Chubut que vinieron a detenerla por un robo grande», cuenta entre risas Eleutelio al remitirse a las anécdotas de la inglesa Elena Greenhill Blackier, que profundiza en detalles el escritor de la zona Elías Chucair en publicaciones históricas de la denominada Línea Sur de Río Negro.

La presencia de ingleses también sigue intacta en la estancia El Chucay, a 27 kilómetros al este de Los Menucos donde actualmente David Garrido lleva adelante su producción.

El mismo cartel de antaño de la tranquera indica la pertenencia inglesa en otras épocas, y un fragmento de la casa mantiene una galería y habitaciones de la vieja construcción que realizó la Compañía Inglesa al obtener las 40.000 hectáreas, abandonadas en 1925 por no soportar la terrible sequía y cuya propiedad 35 años más tarde los Garrido compraron al Estado en un remate.

La vieja casona fue ampliada y acondicionada para la vivienda familiar, y ahora forma parte del hospedaje ofrecido al turismo en un cálido ambiente donde predomina un hogar de leña al pie de una enorme piedra que oficia de mesa.

Además, la estancia La Caledonia con una estructura rural se ofrece para huéspedes, ambas con una gastronomía de platos exquisitos a base de carnes regionales como oveja y guanaco.

Fuente:Por Soledad Maradona
Para LA NACION

DATOS UTILES

Cómo llegar

Vía terrestre por la ruta 23 desde Viedma o, en el otro extremo, San Carlos de Bariloche. En ambos casos, son unos 300 kilómetros. Desde General Roca, en el Alto Valle, se llega por la ruta 6.

Se puede llegar en vehículo propio, en transporte contratado u ómnibus. Además, la línea férrea del Tren Patagónico realiza un viaje semanal que tiene como parada obligatoria Los Menucos. Una vez en la ciudad, el traslado entre campos y hacia la meseta se realiza en vehículos 4×4 provistos por los anfitriones.

Alojamiento

Puede realizarse como una visita de paso entre otros puntos turísticos previo a llegar a Bariloche o a las playas de Las Grutas. Visitar la meseta de Somuncurá insume un día completo y otros dos para conocer a fondo la vivencia de las estancias patagónicas de la región.

En internet
www.mesetainfinita.com.ar

 

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