El turismo, disciplina que se ocupaba, en antigua aceptación de siglos: de Agentes de Viajes, alojamientos, comidas y traslados. La que los gobernantes en su simplista conclusión creían acertado darle una jerarquía política, complementaria en “Bienestar Social”,…
Comercio, o lo peor: Industria (el hecho de la transformación de bienes de los ingleses) En este tercer milenio, el tema, rápidamente se multiplico en acepciones unificadas en una clara MULTIDICIPLINA, desde lo político, a la enseñanza o capacitación de lo secundario a lo terciario, contribuyente a la salud, al bienestar, al desarrollo urbano, los derechos del hombre, la generación como pocos sectores de puestos de trabajo y en la distribución, equitativa de riqueza, etc. etc. A través del TESAURO del Turismo Argentino, desde la investigación en el idioma del “Quijote”, nosotros, venimos federalmente desde 1988, ayudando a esclarecer, que para nosotros: TURISMO, es el complejo de actividades originadas por el desplazamiento temporal y voluntario de personas fuera de su lugar de residencia habitual, invirtiendo en sus gastos , recursos que no provienen del lugar visitado.
Francia, desde una avanzada, como país desarrollado y de inteligentes percepciones le dio jerarquía, hace años, sin aditamentos en el Gabinete Nacional, España, transito herramientas de avanzada en el Estado, de facto, supeditándose en democracia a las Autonomías regionales. Muchos países tomaron el atajo, que hoy tiene Argentina de un Ministerio. Que responde a la fortaleza de un plan federal, pero…lo más importante, con acierto en la selección de los profesionales que conducen.
El economista Francisco Muñoz Escalona, nos recuerda que el sustantivo abstracto turismo, derivado como es sabido del inglés, procedente del francés tour que su vez deriva del latín tur, vuelta se popularizó durante la segunda mitad del siglo XIX. Nuestro DRAE no lo reconoce hasta la década de los veinte del siglo siguiente. Nacido en el seno del inglés, pronto conquistó a casi todas las lenguas del mundo gracias a evidentes cualidades, de ser inglés, la moderna lengua francam su eufonía y su maleabilidad para combinarse con otros sustantivos para designar nuevas realidades. Sin embargo, su generalizada aceptación no fue un acierto. No solo no aportó claridad a la realidad a la que pretende designar sino que permitió caer en una polisemia que en nada beneficia a la necesaria claridad que necesita su uso científico. Recalco científico porque, a efectos del habla cotidiana, su utilidad resulta adecuada para que la gente se entienda.
Para los hablantes, turismo es lo que hacen los turistas y turista es la afición a hacer viajes de placer. Por esta razón he podido decir y repetir que para los hablantes, el turista es algo así como un nuevo rey Midas porque toque lo que toque se transustancia en turístico. Incluso un residente hace turismo en su propio lugar de residencia si aprovecha su tiempo libre para caer en lo que hacen los turistas, es decir, visitar los monumentos, los museos, las exposiciones o los recursos naturales de su ciudad o de su entorno próximo. Nadie se siente incomprendido porque para los hablantes se está sobreentendiendo un término claro y suficiente para identificar, que estamos haciendo.
Pero, ¿podemos presumir lo mismo a los efectos de la investigación científica? Michelle Troisi, catedrático de economía en la Universidad de Bari (Italia) a mediados del siglo XX, clamaba pidiendo que los expertos en turismo utilizaran una terminología clara, concisa y adecuada para designar el fenómeno objeto de investigación. Por aquellos años, por turismo se entendía ya lo que hacen los turistas y lo que hacen los prestadores de los servicios que necesitan los turistas en el lugar de referencia. Con el mismo término se hacía, y se hace, referencia a dos realidades diferentes: una de orden subjetivo, la actividad del turista (el sujeto demandante de ciertos servicios), y otra de orden objetivo, la actividad de los empresarios (los oferentes de esos mismos servicios (objetos) ¿Y cuales eran y son esos objetos o servicios? Nadie ignora que esos servicios son, ante todo, los que he llamado con propiedad facilitadores (hospitalidad y accesibilidad) aunque al cabo del tiempo se añadieron otros, a los que he dado el acertado nombre de incentivadores (aquellos que generan el desplazamiento de ida y vuelta (el tour).
Nos advierte que sí, en lugar de popularizarse el sustantivo, turismo se hubiera difundido el vocablo alemán Fremdenverkher, la confusión se habría evitado. Porque ese vocablo hace referencia al hecho obvio de que el fenómeno se da en un lugar concreto y a que consiste en el tránsito de forasteros, es decir, a un flujo significativo (¿masivo?) de visitantes, los cuales, por ser potenciales demandantes de ciertos servicios, terminan por generar claras expectativas de negocios que los residentes aprovechan para ofrecer los servicios que demandan. De manera que lo que los alemanes llaman Fremdenindustrie no es otra cosas que el conjunto de esos negocios en expansión tanto cuantitativa como cualitativamente, según lo vaya pidiendo el aumento de la demanda.