Cuando la noticia supera los limites de la especialidad

La noticia nos supera y no podemos estar ausentes y queremos compartir ésta alegría no solo con otros católicos, si no con todos los hombres y mujeres de bien. Un Argentino llegó por primera vez al sillón de Pedro…

Sabiendo que el turismo no tiene fronteras, color de piel ni credos. Queremos festejar como Argentinos la llegada de Ms. Jorge Bergoglio al sillón de Pedro, como el Papa Francisco I

Nuestro portal esta especializado en todo tipo de turismo, con columnistas de lujo,pero sobre cuestiones de la curia, dejaremos que los especialistas nos informen y opinen.

Yo como Católico Apostólico y Romano, no puedo dejar de sentir una gran emoción y alegría porque un Argentino es el nuevo Papa.

Le deseo en nombre de nuestro equipo que su gestión al frente de la iglesia, sea fructífera y trabaje por la paz en el mundo entero.

Texto: Julio Ramírez

Director

verturismo.com.ar

 

 

El nuevo Papa y los medios de comunicación

 

¿Cuál es el pensamiento y la posición de Francisco I sobre el rol de los medios de comunicación en la Argentina?

Para tener una aproximación al mismo es importante recordar lo que Jorge Bergoglio, por entonces Arzobispo de Buenos Aires, decía en abril de 2006 ante la 130ª Junta de Directores de ADEPA, la entidad que agrupa a las entidades periodísticas argentinas, de la cual CASTELLANOS es miembro activo.

Destacaba Bergoglio que «el fenómeno de la comunicación humana, que en nuestro tiempo ha adquirido una relevancia excepcional, se apoya sobre sorprendentes adelantos tecnológicos pero no es reducible a sólo algo técnico; se trata de un acontecimiento profundamente humano. Los comunicadores cuentan hoy con poderosos medios que les permiten llegar tanto muy lejos en el espacio como también muy profundo en el corazón de los hombres y las mujeres de nuestros pueblos».

Luego de subrayar la importancia de los medios de comunicación en los procesos de transformaciones culturales de los pueblos, Bergoglio decía que «la calidad de la comunicación a la que tanta atención tenemos que prestar está directamente relacionada con un tema insoslayable para todo comunicador: el tema de la verdad. Se trata de una cuestión que merece consideraciones desde diversos puntos de vista: la filosofía, la teología, la filosofía de las ciencias, las ciencias humanas y muchas otras se ocupan de ella. Según los enfoques nos aventuraremos por reflexiones más o menos complejas, pero esa complejidad del tema no nos dispensa de la actitud que se espera siempre de un comunicador: la búsqueda de la verdad. El amor por la verdad», enfatizaba.

En ese marco, Bergoglio exhortaba a considerar que «la comunicación, planteada como un espacio comunitario de búsqueda de la verdad, genera bienestar en la comunidad y evita las agresiones. Se mueve entre los conflictos y las situaciones más difíciles sin agregar dramatismo e incomprensiones, con una actitud de respeto por las personas y las instituciones».

 

Bien común y belleza

 

Un párrafo clave de las consideraciones que Bergoglio hacía a los directores de ADEPA llamaba la atención sobre un aspecto fundamental de la comunicación: el bien común. «Por ser una actividad humana la comunicación tiene otra dimensión: la persona que realmente quiere entrar en comunicación con otra puede hacerlo impulsado por distintas motivaciones. Aquí entramos en el universo de las actitudes. Las hay integradoras, constructivas… y también las hay de signo contrario», afirmaba Bergoglio.

Para el ahora Sumo Pontífice, «cuando lo que se busca es la verdad entonces también necesariamente se buscará el bien. La verdad y el bien se potencian entre sí. Cuando realmente se busca la verdad se lo hace para el bien. No se busca la verdad para dividir, enfrentar, agredir, descalificar, desintegrar. Sin duda la publicación de algunas verdades puede generar reacciones y conflictos no menores, pero el buen comunicador no actúa para generar ese conflicto o esa reacción, sino para ser fiel a su vocación y a su conciencia. Impulsado por la verdad y el bien encontrará con idoneidad profesional las palabras y los gestos que permitan decir lo que hay que decir de la manera más cuidadosa y eficaz».

«El comunicador de la verdad parcial, que opta por la parte a costilla del todo, no construye. No es necesario apartarse de la verdad para destacar lo bueno que hay en las personas. Hasta en las situaciones más conflictivas y dolorosas hay un bien para rescatar. La verdad es bondadosa y nos impulsa hacia el bien. El periodista que busca la verdad busca también lo que es bueno. Es tal la unión que existe entre verdad y bien que podemos afirmar que una verdad no bondadosa es, en el fondo, una bondad no verdadera», enfatizaba Francisco I.

Un tercer tema incluyó Bergoglio en aquella alocución. «También es bueno recordar en nuestros días que la verdad y el bien van siempre acompañados de la belleza. Pocas cosas hay más conmovedoramente humanas que la necesidad de belleza que tienen todos los corazones. La comunicación es más humana cuanto más bella. Es cierto que según las culturas se diversifica lo que se considera bello en las distintas comunidades humanas. Pero siguiendo las formas de cada cultura es universal la necesidad y el placer de la belleza. Algo grave e inhumano ocurre si en una comunidad se pierde el gusto por lo que es bello. Una señal de alarma aparece en el horizonte cuando la vulgaridad, la vanidad, lo chabacano, no son vistos como tales sino que pretenden reemplazar a la belleza. Se da entonces ese proceso de banalización de lo humano que termina siendo esencialmente degradante».

Y advertía Bergoglio que «el gran desafío del comunicador que día a día sale a buscar la verdad para luego contarla a otros, es recordar para sí y concretar en su trabajo la realidad de que la verdad, el bien y la belleza son inseparables».

«Cuando las imágenes y las informaciones tienen como único objetivo inducir al consumo o manipular a la gente para aprovecharse de ella, estamos destruyendo la projimidad, alejándonos unos de otros. Esta sensación se tiene muchas veces ante el bombardeo de imágenes seductoras y de noticias desesperanzadoras que nos dejan conmocionados e impotentes para hacer algo positivo. Nos ponen en el lugar de espectadores, no de prójimos. El dolor y la injusticia presentados con una estética desintegradora instala en la sociedad la desesperanza de poder descubrir la verdad y de poder hacer el bien en común», alertaba en 2006 quien ayer fue consagrado como Francisco I.

Bergoglio, finalmente, exhortaba a «refundar hoy los vínculos sociales y la amistad social implica, para el comunicador, rescatar del rescoldo de la reserva cultural y espiritual de nuestro pueblo, rescatar y comunicar la memoria y la belleza de nuestros héroes, de nuestros próceres y de nuestros santos. Esta reserva es el espacio de la cultura, de las artes, espacio fecundo donde la comunidad contempla y narra su historia de familia, donde se reafirma el sentido de pertenencia a partir de los valores encarnados y acuñados en la memoria colectiva. Estos espacios comunitarios de ocio fecundo, cuasi sagrado, son ocupados hoy muchas veces con entretenimientos que no siempre engendran verdadera alegría y gozo. La comunicación meramente puntual, carente de historia, no tiene sentido del tiempo y, consiguientemente, no es creadora de esperanza».

Fuente y Fotos: www.diariocastellanos.net

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