Con la llegada hace un año del “Papa Francisco” (Bergoglio, Argentino) la Iglesia Católica Latinoamericana ha experimentado una fuerte evolución, interesada o consolidada en la Fe, y convirtiéndose en muchos aspectos en uno de los renovados motores de una visión más socio-cultural, especialmente, solidaria. El turismo es una circunstancia ideal en que el hombre percibe que es peregrino en el tiempo y en el espacio: “Vivificados y congregados en su Espíritu,. La búsqueda del hombre se hace evidente y explícita en el turismo. Para satisfacer su deseo de conocer otras personas y otras culturas, para desarrollar sus …
capacidades personales y vivir nuevas experiencias, el hombre no renuncia a dedicar una parte de su tiempo libre al turismo. Esta búsqueda que se expresa en el turismo, no se manifiesta sólo cuando el hombre puede emprender grandes viajes o aventuras peligrosas, sino que resulta particularmente evidente en el esfuerzo de cada uno o de la familia en procurarse uno o más días de descanso juntos, en las incomodidades sufridas en un viaje para visitar familiares o amigos, en la colaboración que una excursión de grupo demanda. (1) Durante estos decenios muchos cristianos han alcanzado una visión más completa del sector, descubriendo sus aspectos positivos y negativos. Para muchas comunidades cristianas también el fenómeno del turismo ha dejado de ser una realidad marginal o una perturbación de la vida ordinaria, para convertirse en un momento de evangelización. El turismo podría convertirse en “artífice de diálogo entre las civilizaciones y las culturas para construir una civilización del amor y de la paz”. Este Turismo puede ser sobre todo en Semana Santa una forma de evangelización, ampliada en el resto del año. (1). El turismo actual es un hecho social, cultural y económico de múltiples dimensiones y que puede implicar a las personas de muy diferentes maneras. Los desplazamientos turísticos, internacionales o al interior del propio país, se cuentan por miles de millones cada año. Otros millones de personas participan en el turismo como trabajadores, como promotores y agentes, como participantes en actividades auxiliares o simplemente como residentes en un lugar que es destino turístico. La realidad del turismo de hoy La innata disposición del hombre a desplazarse se ha visto impulsada por el acelerado desarrollo de los medios de comunicación, así como por una mayor libertad de movimiento entre los países y de una mayor homogeneización legal y social. En el mundo plural de la movilidad, el turismo adquiere su definición específica como actividad que se desarrolla durante el tiempo libre. Convencionalmente se considera viaje turístico el desplazamiento fuera del lugar habitual de residencia por un periodo superior a las veinticuatro horas e inferior al año, siempre que no sea con la finalidad de ejercer ahí una actividad remunerada. De esta forma, la práctica del turismo se ha abierto a un amplio abanico de motivaciones y ha adquirido una multiplicidad de modalidades. La referencia al tiempo libre, a su sentido en vistas a la realización humana, se mantiene como criterio para la valoración de la práctica del turismo.
El fenómeno turístico llama la atención ante todo por las dimensiones que ha alcanzado y las perspectivas de su expansión. A mediados del siglo XX, punto de arranque del acceso generalizado al turismo en los países industrializados, había unos 25 millones de turistas internacionales. Desde entonces se ha pasado a los 698 millones en 2000. Un crecimiento aún mayor se ha registrado en el turismo al interior del territorio nacional de los diversos países. Para 2020, en fin, son previstos unos 1.600 millones de llegadas internacionales por motivos turísticos. La actividad turística se ha convertido en una de las primeras fuerzas económicas en todo el mundo, ocupando el primer puesto en algunos países.
Este aspecto dinámico y expansivo del turismo se ha visto acompañado de una fuerza innovadora y creadora, con la que las ofertas intentan adecuarse cada vez más a las necesidades y a los deseos de las personas. Hoy el turismo presenta una gran variedad de formas y constituye una realidad plural y en continuo cambio. Al mismo tiempo, sin embargo, es preciso reconocer que la actividad turística viene presentando aspectos negativos. Las personas que la promueven o que disfrutan de ella, con frecuencia la utilizan como medio para sus propósitos ilícitos, como instrumento de injusta explotación, como ocasión para la agresión a las personas, a las culturas o a la naturaleza. Todo ello no debe extrañarnos, ya que el turismo, en definitiva, no es una realidad aislada, sino que, como parte integrante de nuestra civilización, reproduce su dinámica en lo positivo y en lo negativo. Por las dimensiones que ha alcanzado, la actividad turística se ha convertido en una de las principales fuentes de ocupación laboral, tanto por el empleo directo o indirecto, como por las actividades complementarias que genera. Para muchos países es éste uno de los más fuertes atractivos del desarrollo turístico, aunque en no pocas ocasiones se carece de una adecuada visión de las condiciones laborales propias de esta actividad. Para salvaguardar la dignidad de las personas que trabajan en el turismo, además del respeto a los derechos de los trabajadores reconocidos por la comunidad internacional, será preciso tomar en consideración aspectos específicos que exigen medidas particulares.
Un aspecto importante se refiere a la formación. Si resulta del todo evidente que el éxito de la actividad turística exige una alta preparación de los agentes y operadores, no debería ser menos exigible la adecuada formación de todo el personal laboral. En ambos casos hay que tener en cuenta que la actividad turística reclama una preparación específica, que no atañe tanto al aspecto técnico del trabajo a desarrollar, sino al ambiente en que se desarrolla, es decir el de las relaciones humanas. En la actividad turística resulta más evidente que «la actividad humana así como procede del hombre, así también ordena al hombre». Toda ella está al servicio de las personas, se concibe como oferta de medios para que puedan ver cumplidos los objetivos que se propusieron para su tiempo libre. Durante las últimas décadas el turismo internacional ha representado para muchos países un factor determinante de su desarrollo y previsiblemente lo seguirá siendo por mucho tiempo. Su influencia se extiende no sólo a la actividad económica, sino también a la vida cultural, social y religiosa de toda la sociedad. Ahora bien, esta incidencia del turismo no siempre ha cosechado resultados positivos para el desarrollo global de la sociedad Este hecho ha puesto de manifiesto algunas condiciones que deben ser necesariamente respetadas a fin de salvaguardar los derechos de las personas y el equilibrio del medio ambiente. La condición básica que se impone a la actividad turística es el principio de corresponsabilidad, por el que los operadores turísticos, las autoridades políticas y la comunidad local deben participar conjuntamente en su planificación y en la disposición de beneficios.
La actividad turística debe armonizarse en todo lo posible con la economía del conjunto del país en cuanto a infraestructuras y servicios, especialmente por lo que hace a las comunicaciones y la utilización de recursos. Es importante, además, que el desarrollo económico de la actividad turística respete las condiciones e incluso limitaciones derivadas de la situación medioambiental. Particularmente en áreas sensibles, como costas, pequeñas islas, bosques y áreas protegidas, el turismo no sólo debe imponerse una razonable autolimitación, sino que debe asumir una parte considerable de los costes de su protección. El respeto de estas pautas de actuación resulta mucho más necesario cuando se trata del turismo en países en desarrollo. Es evidente que en numerosos casos la iniciativa turística ha perpetrado graves daños no sólo a la convivencia social, a la cultura, al medioambiente, sino a la misma economía del país con la ilusión de un inmediato desarrollo. Es necesario aplicar todas las medidas necesarias para frenar estos procesos, en los casos en que actualmente se da, y para impedir que pueda darse en el futuro.
Para una correcta comprensión de las estructuras del turismo actual no puede dejarse de mencionar su relación con el proceso de globalización de la economía. El turismo, en efecto, lleva en su propia naturaleza aquellos elementos que han sido el origen y están acelerando la globalización. La apertura de fronteras, tanto a las personas como a las empresas, o la homogeneización legislativa y económica, han sido siempre condiciones favorecedoras del turismo. Por su apertura a las culturas, su capacidad de suscitar el diálogo y la convivencia entre ellas, el turismo podría ser presentado como el rostro “amable” de la globalización. “La globalización no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella. Ningún sistema es un fin en sí mismo, y es necesario insistir en que la globalización, como cualquier otro sistema, debe estar al servicio de la persona humana, de la solidaridad e del bien común” Esta observación vale, también, para el turismo, que debe siempre respetar la dignidad de la persona, tanto del turista como de la comunidad local.
El turismo es un promotor de la “globalización de la solidaridad” deseada por parte del Beato Juan Pablo II que ya hablaba de evangelizar en este turismo y la importancia del tiempo libre del hombre.
Algunas conclusiones: El turismo es una circunstancia ideal en que el hombre percibe que es peregrino en el tiempo y en el espacio: “Vivificados y congregados en su Espíritu. La búsqueda del hombre se hace evidente y explícita en el turismo. Para satisfacer su deseo de conocer otras personas y otras culturas, para desarrollar sus capacidades personales y vivir nuevas experiencias, el hombre no renuncia a dedicar una parte de su tiempo libre al turismo. Esta búsqueda que se expresa en el turismo, no se manifiesta sólo cuando el hombre puede emprender grandes viajes o aventuras peligrosas, sino que resulta particularmente evidente en el esfuerzo de cada uno o de la familia en procurarse uno o más días de descanso juntos, en las incomodidades sufridas en un viaje para visitar familiares o amigos, en la colaboración que una excursión de grupo demanda.
(1)Aportes especiales de la Lic. en Derecho Canónico, Claudia Boente (Subsecretaria Desarrollo, Min.Tur.Arg.)