Chile: La vida junto al volcán

Cuando el verano despunta en el sur del mundo, hay una región que florece a 200 kilómetros de San Martín de los Andes, del otro lado de la cordillera. La Araucanía chilena es una magnífica opción para quienes ya conocieron el este de los paisajes andinos y quieren disfrutar de la naturaleza, bosques milenarios y volcanes, intercalados con servicios de primer nivel…

El Paso Tromen —o Mamuil Malal como se lo conoce en Chile— es la vía de acceso a una fascinante región protegida en donde la vegetación es tan profusa como las curvas, subidas y bajadas del camino de ripio que lleva a Curarrehue, la primera población que se encuentra en la zona.

Tierra de volcanes y lagos, no lleva demasiado tiempo dejar atrás la imagen del Lanín argentino para ver al Villarrica chileno, que advierte con fumarolas permanentes al viajero que dentro de su cráter de 200 metros de diámetro la tierra vive transformada en lava ardiente.

Pucón y Villarrica están separadas por 25 kilómetros y unidas por su magnificencia natural. Son pequeños villorrios con intensa actividad cultural y gastronómica, diseñados para el turismo local y extranjero. Pese a la advertencia humeante de Ruca Pillán —nombre que le dan los mapuches al volcán y significa “casa del demonio”— son muy numerosos los visitantes que se animan a subir las laderas en parte nevadas durante todo el año, en una excursión agotadora e inolvidable que dura un día entero, guiados por un experto.

Una jornada semejante sólo puede compensarse con ciertos placeres que en Pucón no faltan. Uno de ellos es el spa de 1600 metros cuadrados del Villarrica Park Lake Hotel, un cinco estrellas espectacular ubicado a medio camino entre las ciudades de Pucón y Villarrica. Baños de vapor, sauna con cromoterapia, sauna finlandés, duchas de sensación, piscina interior templada y exterior, solarium frente al lago, gimnasio y las manos de una bella morocha rionegrina que hacen maravillas en los músculos y desanudan contracturas, son algunas de las posibilidades.

Buena hotelería

Otra, es el esplendor original del Gran Hotel Pucón, su jardín sobre la playa del lago, sus pasillos y ambientes amplios con aires de palacio, en donde no falta la pileta temperada y el rumor del agua haciendo juego. No acaban allí las opciones: la gastronomía local es un atractivo notable para los sibaritas.

Si de cocina gourmet se trata, Pablo Alvarez, el chef del Villarrica Park Lake es capaz de vencer a la voluntad más terca que pueda portar alguien que dice estar a dieta. Los platos a base de langosta, camarones, centolla, truchas y salmones, carnes salvajes y de las otras, forman parte de un menú que reúne las delicias de la cocina internacional con los productos locales que usan los pueblos originarios desde hace milenios.

En el centro de Pucón tampoco faltan las parrillas, con una curiosa coincidencia: en una sola calle hay una parrilla argentina, una uruguaya y una chilena, excelentes variantes para no añorar la base de la comida argentina más típica.

Conocer la oscuridad

El volcán Villarrica no marca la impronta de la zona sólo por sus ascensos, sino también por todo lo contrario. Unicas en el sur de América, las cuevas volcánicas son un paseo imperdible para quienes desean vivir sensaciones diferentes y conocer mundos ocultos.

A lo largo de 250 metros, y con la compañía de una vulcanóloga que no deja nada sin explicar, los grupos de viajeros tienen el privilegio de ver lo que hizo el volcán hace dos mil años, cuando una erupción horadó la tierra y creó estas cuevas que hoy permiten al hombre conocer el poder de la naturaleza.

Al final de trayecto y tras comprobar que mientras afuera hace 25 grados dentro de la cueva la temperatura no supera los 6, la guía se detiene y propone a los viajeros cerrar los ojos para recibir una sorpresa. “Ahora voy a apagar la luz”, dice, y despierta toda clase de dudas entre los visitantes. Algunos esperan un efecto especial; otros creen que será un juego de luces; no faltan quienes suponen que se trata sólo de una broma. Nada de eso. Lo que ocurre al apagarse la luz, es tan natural como el entorno: la oscuridad. Completa, absoluta oscuridad a 35 metros de la superficie de la tierra, después de 250 metros de andar hacia adentro, esa negrura es más densa que cualquier otra que se haya conocido. Entonces el frío se hace más frío. Y enseguida, al encenderse la luz artificial, comienza el regreso al mundo conocido.

Tras esa experiencia que en algún momento produce cierto escalofrío, las termas de Huife, ubicadas a 33 kilómetros de Pucón y a orillas del río Liucura, se destacan por la excelente calidad de sus aguas de más de más de 35 grados y sus grandes piletones, que incluyen una piscina cubierta, todo rodeado por una vegetación dominada por araucarias.

Quienes prefieren evitar el cielo abierto, pueden optar por la piscina hidroterapéutica con camas de burbujas, cascada de masajes para cervicales, hidromasaje y un sector de natación contra la corriente. Un bar y un excelente restaurante en el que entre otras cosas sirven un riquísimo ciervo a la cazadora, completan el programa.

Los aventureros tienen aquí también sus espacios para la adrenalina: el rafting, las cabalgatas, el canopy, el trekking, la navegación y el simple hecho de animarse a nadar en las frías aguas del lago Villarrica en medio de una tarde de playa, son algunas opciones. Los más tranquilos pueden dejar su marca en el campo de golf de La Península, a metros del centro de Pucón, visitar el pequeño e interesante Museo Mapuche local con explicaciones sobre las piezas que datan en algunos casos de miles de años, o conocer los secretos de los artesanos que hacen flores de madera que se asemejan tanto a las naturales que hasta parecen tener perfume.

En algún momento surge la paradoja de aprovechar la noche para ponerse al día en materia de diversión. Y Pucón cuenta con ciertos sitios aptos para noctámbulos. Uno de ellos, recomendable por el lugar y por quienes lo frecuentan, es Mamas & Tapas.
Las noches de esta parte del mundo son aptas para todos los gustos: vida nocturna o relax absoluto; gastronomía y la proverbial excelencia de los vinos chilenos; o la simple contemplación en las noches sin nubes, cuando el volcán ilumina con sus entrañas de destellos rojos el cielo oscuro. Un paisaje romántico, y si se quiere, el más romántico de los paisajes, porque es la naturaleza quien ensaya un juego de seducción irresistible.

Actividades

Visita a las Termas de Huife, ubicadas a 33 kilómetros de Pucón, desde 16 dólares los adultos y 9 dólares los niños de 3 a 10 años. El transfer desde Pucón, y el uso de las piscinas descubiertas, 25 dólares por persona. Los más avezados pueden optar por la ascensión al volcán Villarrica, excursión que dura todo un día y tiene un valor de 96 dólares por persona (incluye equipo, guía y transporte).

Otra opción es una visita a las cuevas volcánicas, la estación del monitoreo del volcán Villarrica y vistas panorámicas del centro de esquí, que tiene una duración de 3 horas y el precio es de 19 dólares por persona. Partiendo desde Pucón, otro de los paseos posibles e imperdible el centro cultural mapuche Trawu Peyum.

Fuente: Diario La Capital

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