La ciudad de Piriápolis representa la versión más relajada de Punta del Este. Fundada en 1893 fue concebida para ser el balneario más sofisticado de América Latina. Es un remanso de paz junto al mar, y el sitio más visitado de la ribera uruguaya por los turistas durante décadas. Alejado del pomposo glamour y brillo que tuvo en otras épocas, Piriápolis es una ciudad que ofrece una inmejorable conjunción de mar, naturaleza, paz y buenos servicios. Una ciudad donde reina la tranquilidad y el ambiente familiar, y que de a poco se va reposicionando como alternativa turística de la costa atlántica, merced no sólo a la extensión y belleza de sus playas sino también al variado menú de lugares para visitar…
Tiene su eje en torno a la Rambla de los Argentinos, una avenida costanera que toma su nombre de los clientes mayoritarios de los hoteles del fundador de la ciudad, Francisco Piria. Sus bellísimas playas, amplias y familiares, sus cerros verdes, sus miradores para deslumbrarse con los atardeceres y un puerto encantador y revitalizado son marcas que identifican a esta metrópoli, que también tiene en la cordialidad una consigna y una manera de ser.
Ubicada a 100 kilómetros de Montevideo y a 30 de Punta del Este, Piriápolis fue el primer balneario de veraneo que se estableció en Uruguay, producto del encanto de sus 24 kilómetros de costa recortada, de arena blanca, de médanos y aguas bravas o mansas, según el gusto del consumidor. Con una economía centrada en el turismo, la ciudad tiene hoteles y casinos, una vida nocturna muy activa en los meses de verano así como parques públicos, centros religiosos y numerosos atractivos que son orgullo de Piria (así lo llaman a los lugareños).
Entre los numerosos atractivos que encierra Pirlápolis está la posibilidad de despanzurrarse en la extensión de sus playas (especialmente Miramar, Grande, Los Angeles, Piriápolis, Punta Fría y San Francisco), caminar hasta el puerto por las Rambla de los Argentinos y de los Ingleses, subir al Cerro del Toro (100 metros de altura) y descubrir una excelente vista panorámica de esta cálida ciudad. Allí está la Fuente del Toro, una escultura que llegó desde París y de la que brota una vertiente de agua fresca. Este es uno de los siete lugares donde quedó reflejado el misticismo del fundador de la ciudad.
Postal aérea
Esta vista es similar a la preciosa postal aérea que se puede observar al ascender al cerro San Antonio —se puede llegar en vehículo—, desde donde la mirada se recorta en el horizonte que dibuja la playa de Punta Fría. Además de un pequeño templete en honor del santo que da nombre al cerro, el turista encuentra aquí tiendas de artículos regionales, una espléndida piscina y un bar, y hasta una terraza donde en verano suelen hacerse recitales al aire libre.
Otros de los sitios imperdibles si de paseos se trata son el cerro Pan de Azúcar, ubicado en el parque que lleva el mismo nombre, y el Castillo de Piria. Ubicado a sólo seis kilómetros de Pirlápolis por la ruta Interbalnearia, se encuentra el cerro Pan de Azúcar, con sus 339 metros es el tercero más alto del país. Cualquier persona en buen estado lo puede escalar por su ladera sur pero no deja de ser una actividad que requiere cuidado. En su cima existe una cruz de cemento que puede ser divisada desde Punta del Este.
En la falda del cerro Pan de Azúcar está el parque que lleva su nombre, que fue creado en 1980. Se puede visitar de 7 a 19.30 y el acceso es libre y gratuito. En este sitio se encuentra la Reserva de Fauna Autóctona que alberga a más de 600 animales, entre ellos venados en estado de semi cautiverio y serpientes. El Castillo de Piria, que era la residencia particular del fundador de la ciudad, es otro sitio para no dejar de ver. Ubicado sobre la Ruta 37, fue construido en 1897 y se puede visitar de lunes a viernes de 10 a 18 y los sábados y domingos de 10 a 15. La entrada es libre y gratuita. Se accede atravesando un gran parque por un camino arbolado con palmeras.
Para los que prefieren recorrer los algo más de 750 kilómetros que separan a Rosario de Pirlápolis, la sugerencia es una parada en Trinidad, un pintoresco pueblo del interior del Uruguay. Ahí se puede pasar una noche en el Gran Hotel Flores (www.granhotelflores.com.uy). En cambio si la parada es en Montevideo, lo ideal es recorrer su costanera y disfrutar de la gastronomía del Mercado del Puerto. Para pasar la noche, la opción puede ser el Hotel Oxford (www.hoteloxford.com.uy), que en pleno centro ofrece además del alojamiento, desayuno y merienda sin cargo.
Siguiendo el viaje por la ruta interbalnearia llegar a Pirlápolis es un clásico y ofrece al visitante una gran variedad de opciones para alojarse: desde hoteles lujosos hasta confortables cabañas que brindan todo lo necesario para sentirse como en casa. Como es el caso del Hotel Genovés (www.hotelgenoves.com.uy), un sitio para recomendar, no sólo por estar frente a la playa, sino también por la cordialidad de su gente.
Fuente: Suplemento Diario La capital