La ruta recorre fincas, viñedos y bodegas de la zona, con pulto culminante en el nuevo Museo de la Vid y el Vino de Cafayate. Salta es una de las provincias con mayor tradición vitivinícola, donde la vid fue introducida por los jesuitas en el siglo XVIII, y varias de las bodegas datan de principios del siglo XIX.La Ruta del Vino de Altura, en la provincia de Salta, recorre fincas, viñedos y bodegas aunando historia, cultura y naturaleza en los Valles Calchaquíes, para encontrar su punto culminante en el nuevo Museo de la Vid y el Vino de Cafayate, el suelo donde se concentran el 70% de los viñedos…
«Para nosotros la Ruta del Vino es uno de nuestros productos turísticos emblema, que mejor aceptación tiene a nivel internacional y por supuesto a nivel nacional, y por supuesto forma parte de nuestra grilla de productos que llevamos a todas las ferias y destinos donde promocionamos Salta», dijo a Télam la subsecretaria de Desarrollo del Ministerio de Cultura y Turismo provincial, Ana Cornejo.
«Lo lindo de la Ruta del Vino en Salta y la fortaleza que tiene -agregó- es que no solamente se puede disfrutar de los productos enoturísticos sino que también hay un gran complemento con otros atractivos. Desde ya el paisaje es un elemento muy fuerte, como la cultura. Las manifestaciones artesanales y culturales son muy auténticas y eso le da una fortaleza a la Ruta del Vino, y la distingue de otras rutas del vino del país».
Salta es una de las provincias con mayor tradición vitivinícola, donde la vid fue introducida por los jesuitas en el siglo XVIII, y varias de las bodegas datan de principios del siglo XIX.
En una extensión de más de 3.200 hectáreas entre los departamentos de Cafayate, San Carlos, Angastaco, Molinos y Cachi, se ubican algunas de las zonas más importantes de la producción de vid del país, con la característica de su altura, que va de los 1.750 a los 3.050 metros sobre el nivel del mar, que le otorga a los vinos una particular impronta.
Con cuatro siglos de tradición, en los últimos años la industria vitivinícola de los Calchaquíes experimentó un importante crecimiento favoreciendo la elaboración de vinos de calidad reconocidos en los concursos y mercados internacionales.
Esta particularidad de los vinos salteños es el resultado de la combinación de las condiciones privilegiadas del terruño y de la innovación tecnológica, sumadas a la dedicación y el conocimiento de los hombres y las mujeres del vino.
En la tierra del Torrontés -donde también se destacan cepas tintas como Cabernet Sauvignon, Malbec, Tannat, Bonarda, Syrah, Barbera y Tempranillo-, la Ruta del Vino de Altura recorre fincas, viñedos y bodegas.
En el camino, las visitas guiadas que las distintas bodegas -las industrializadas, las boutique y las artesanales- ofrecen por sus establecimientos y viñas permiten disfrutar del enoturismo en un entorno perfecto. Porque, además, se suma una oferta de alojamiento y gastronomía regional de alta calidad.
A las propuestas vinculadas con el mundo del vino se suman tentadoras actividades relacionadas con el ecoturismo, el turismo cultural y el turismo activo, sin descartar la cada vez más codiciada cocina de autor que se nutre de los productos tradicionales.
En el sudoeste de la provincia, a poco más de 180 kilómetros de la ciudad de Salta, en el departamento de Cafayate a 1.750 metros sobre el nivel del mar, los viñedos disfrutan de un microclima especial, favorecidos por la gran amplitud térmica durante el día y la noche que influye sobre los aromas y el desarrollo del carácter de los varietales.
«Sabemos que Cafayate vive del turismo y el vino. Es una simbiosis y nadie se plantea cuál es primero. Son dos actividades pilares de la vida de Cafayate. El vino atrae turistas y la gente que viene a Cafayate conoce nuestros vinos, los compra y visita las bodegas, lo que nos genera clientes», declaró a Télam el presidente de la asociación civil Bodegas de Salta, Osvaldo Domingo.
En el pueblo de la serenata, las bodegas aparecen como casonas clásicas entre las montañas y al costado de los caminos, a las que -en muchos casos- se puede llegar en bicicleta, en un recorrido con guías por la Ruta 40 cruzando el río Loro Huasi.
Una vez en destino, además de los recorridos por las viñas y las degustaciones de vinos, hay propuestas exclusivas que incluyen spa de vino, alojamiento en bodega y deliciosa gastronomía típica.
«Todas las bodegas están apoyando la actividad y trabajamos codo a codo con los hoteles, los restaurantes y los distintos prestadores de turismo. Somos un eslabón más en esta cadena donde la columna vertebral es La Ruta del Vino», precisó Domingo.
«Salta produce muy buenos vinos, no solamente en torrontés, que se convirtió en la estrella de nuestra producción por sus características especiales. El Tannat va a ser una muy buena variedad en la provincia, que está mostrando una expresión distinta de lo que es esta variedad en la Argentina», agregó.
Por su parte, en el centro urbano de Cafayate, en el lugar que supo ocupar la vieja Bodega Encantada, atrae la atención del viajero el Museo de la Vid y el Vino que fue creado para promover el conocimiento de la cultura vitivinícola y exaltar los sentidos del visitante, en un homenaje a la tierra, el agua y el sol cafayateños.
En tanto, a unos 14 kilómetros al sur de Cafayate, junto a la Ruta 40, en una prolongación de los Calchaquíes salteños, la experiencia enoturística lleva al viajero hasta Tolombón, el nuevo foco vitivinícola de Salta.
Originario enclave diaguita, fue invadido en el siglo XV por los Incas,y en el siglo XVI por los españoles, hasta que, tras ser recuperado nuevamente por los diaguitas, fue destruido tras la derrota de los Calchaquíes en el siglo XVII.
Las ruinas de Tolombón son Patrimonio Histórico y Cultural Nacional, y en sus alrededores los viñedos conviven con los enormes cardones en una simbiosis paisajista bajo el profundo azul del cielo salteño.
Fuente y fotos: Télam