Desde el 15 al 18 de febrero, La Rioja se vestirá de fiesta para celebrar como todos los años La Chaya, una de las fiestas populares más importantes del país. Este festejo, que es sinónimo del carnaval en la provincia y cuya raíz indígena los riojanos se encargan de preservar desde la época de la Conquista, contará otra vez con la presencia de reconocidas figuras del espectáculo…
La Chaya es un festejo de orígenes diaguitas y que tiene como premisa central festejar la cosecha y agradecer a la Pachamama los beneficios de la tierra. Los "topamientos", las celebraciones en los barrios y los recitales con artistas nacionales y locales en el Estadio Centro atraerán seguramente la atención de una significativa cantidad de turistas de todo el país.
Como toda celebración de orígenes indígenas, "La Chaya" tiene su historia. Se dice que cuando llegaron los primeros colonizadores a las provincias que hoy conforman el noroeste del país, se encontraron con diferentes pueblos aborígenes, entre ellos los diaguitas. Esta cultura estaba inmersa en una profunda religión natural, y sus creencias giraban alrededor de pequeñas divinidades inspiradas en la naturaleza.
Las celebraciones religiosas eran ritos acompañados de invocaciones para cada ocasión. La Chaya es uno de estos rituales que consistía en el festejo de la cosecha. Pero para los diaguitas, la Pachamama muchas veces se cobraba el precio de sus favores con la desaparición misteriosa de algún joven en la montaña. El mito de La Chaya, la diosa de la lluvia y el rocío, deriva de esta creencia.
Una antigua leyenda indígena cuenta que, en la tribu había una joven muy hermosa que estaba perdidamente enamorada del semidios llamado Pujllay. Un día, llevada por la desilusión y la pena de este amor contrariado, desapareció en la cumbre de la montaña y se convirtió en una nube. Una nube que cada año vuelve para alegrar la tierra y la tribu, y se posa en forma de rocío en los pétalos de la flor de cardón. Por ello, la celebración de la cosecha se denominó Chaya (agua de rocío).
Pero su personaje central es el Pujllay, devenido en príncipe indio en forma de muñeco de trapo de tamaño natural. Después de días de celebraciones, el Domingo de Cenizas se realiza la quema del muñeco, hecho que simboliza lo que el príncipe generó cuando desilusionado por no haber correspondido a la Chaya, se dedicó a la borrachera y murió quemado.
En todos los barrios se realizan los "topamientos" como números centrales del festejo. Quien quiera participar no tiene más que sumarse a uno de los dos grupos o pacotas que se forman, bailar y saltar hasta encontrarse con su compañero, y arrojarle agua y harina. Lo único que no se debe olvidar es llevar ramitos de albahaca, porque todo lo demás, incluso las empanadas y el buen vino abundan en el lugar.
Por las noches también se realiza el festival folklórico y se baila al compás de las chayas, chacareras y zambas.
Fuente: Suplemento Diario La Capital