El Parque Marino Isla Pingüino, a sólo 20 kilómetros de Puerto Deseado, permite apreciar en sus 159.526 hectáreas una diversidad de fauna marina única en el mundo.El Parque Marino Isla Pingüino, a sólo 20 kilómetros de la localidad santacruceña de Puerto Deseado, permite apreciar en sus 159.526 hectáreas una diversidad de fauna marina única en el mundo, varias especies de aves marinas y entre ellas los pingüinos de Penacho Amarillo, las estrellas de este ecosistema que llena de vida las aguas del sur del Mar Argentino…
Los visitantes que lleguen a esta ecorregión marina patagónica conformada por las islas Chata, Castillo, Blanca y Pingüino, la única accesible en toda la Patagonia, pueden avistar a pocos metros de distancia a más de nueve especies de aves marinas, entre las cuales se destacan los pingüinos de Magallanes y los de Penacho Amarillo, albatros, petreles, eskúas antárticas y chilenas, cormoranes grises y roqueros, y las gaviotas australes y sudamericanas.
Los recorridos por esta superficie de colores únicos otorgados por las rocas de origen volcánico con características de pórfido jurásico y de macizos cuarcíferos, también permiten disfrutar de la sana convivencia de estas aves con lobos y elefantes marinos y observar delfines australes y toninas overas en las transparentes y verdes aguas del extremo sur del Golfo San Jorge.
La guía Roxana Goronaz, experta en recorridos por la Isla Pingüino, destacó que ésta «muestra un escenario geológico de tiempos remotos que se caracteriza por tener costas escarpadas, promontorios rojizos y rocosos y una planicie tapizada con líquenes de colores y pálidas gramillas, que conforman un abanico de paisajes únicos en el mundo».
La Isla Pingüino alberga a más de 24 mil parejas reproductivas de pingüinos de Magallanes y a casi 1.200 parejas de pingüinos de Penacho Amarillo, una especie que según Goronaz «está empezando a recuperarse en forma lenta gracias a la protección que encuentra en este sitio».
Los pingüinos de Penacho Amarillo son una variedad que se distingue por tener una ceja larga de color amarillo brillante, ojos rojos, poco más de medio metro de altura y hasta tres kilos de peso.
«Y a diferencia de sus parientes magallánicos, son más pintorescos por su andar particular, ya que se trasladan saltando, por los que se los suele llamar Pájaro Bobo Saltador», explicó la guía especializada.
Estas aves llegan a las costas de Puerto Deseado a fines de octubre y permanecen en sus alrededores hasta abril con el único objetivo de reproducirse, algo que logran luego de nidificar y cuidar sus crías entre los escarpados farallones rocosos de la isla.
«Colocan dos huevos con cuatro días de diferencia, y unos meses después se pueden ver a los pichones reunidos en verdaderas guarderías en las que los machos y las hembras se turnan para alimentarlos», indicó Ricardo Pérez, otro guía especializado en esta especie.
Los huevos tienen dos tamaños claramente diferenciados y esto se debe a que uno de ellos, el más grande, está destinado a la reproducción, mientras que el otro, marcadamente más chico, está dispuesto para ser presa de las aves que buscan un alimento privilegiado.
El estado de conservación de esta especie es vulnerable debido a la desaparición de un 24% de su población en los últimos treinta años, una situación que, según Pérez, «hace que los padres cuiden mucho a sus crías sin dejar que ninguna otra especie se acerque a sus nidos y que creen distintos mecanismos de supervivencia, como el de poner dos huevos».
Los pingüinos de Penacho Amarillo pertenecen exclusivamente al Hemisferio Sur y en el mundo existen sólo tres grandes comunidades que están ubicadas en la Isla de los Estados y en las Islas Malvinas.
La elección de esta isla se debe, principalmente, «a que existe abundancia de fitoplancton, lo que la convierte en propicia para el desarrollo de una gran biodiversidad donde existen especies como la merluza austral, el langostino patagónico, el calamar y las anchoas, sus alimentos preferidos», afirmó Goronaz.
«El idilio amoroso entre los machos y las hembras se extenderá por casi 20 años y se materializará en un solo lugar en el mundo, que es esta isla», remarcó Pérez.
La Subsecretaría de Turismo de Puerto Deseado trabaja para potenciar este atractivo turístico único en el mundo ofreciendo infinitas posibilidades para atraer visitantes.
La idea es poner en valor un faro que data de 1903 ubicado en el extremo sur de la isla, que antes era alimentado a kerosén y que ahora es eléctrico, a base de paneles fotovoltáicos, y también una vieja construcción que hay a su lado, que fue una factoría de subproductos de lobos marinos ahora abandonada.
El titular de ese organismo, Mario Cambi, sostuvo que «se puede hacer turismo aventura, por la belleza de los senderos de acceso, de interés científico, porque se avistan especies muy particulares, y de gran atractivo por lo agreste y virgen de la naturaleza».
«Mantener la magia y el espíritu salvaje del lugar es un compromiso de toda nuestra comunidad, que entiende que somos parte de la naturaleza y no sus dueños», puntualizó por su parte Mónica Quintomán, directora de Turismo de Puerto Deseado.
Fuente y fotos: Télam Por Jorge Garmendia