"El tiempo modificó los hábitos y las costumbres de la gente", dicen. Turistas en ojotas y remeras pasan varias horas en lagos y ríos. Confiterías y restaurantes sacaron las sillas a la calle y ganan clientes…
La región del Nahuel Huapi vive un verano atípico y las elevadas temperaturas permiten que los lugareños adopten hábitos comunes en lugares cálidos: disfrutan de los lagos y ríos cordilleranos, caminan en ojotas y remera y también pasan largas horas sentados en las veredas.
Esto último solía ser habitual en algunas pocas confiterías céntricas, pero este mes se extendió a decenas de calles y también en barrios es frecuente ver a los vecinos tomando mate frente a las casas. En la práctica hace más de 40 días que hay buen tiempo en la región del Nahuel Huapi. La temperatura promedio orilla los 20 grados y hubo varias jornadas con más de 30. Los días son, en general, sin viento, lo cual ayuda a permanecer al aire libre y el calor se mantiene hasta avanzada la tarde.
Tradicionalmente fue la calle Palacios, en su primera cuadra, donde se ubican una decena de restaurantes y confiterías, el punto habitual para sentarse en la vereda y también en la calle, ya que los fines de semana se convierte en peatonal. También las tres primeras cuadras de Mitre; Quaglia y Rolando, entre Mitre y Moreno, y las confiterías con costa del lago, solían tener varias meses en las veredas. Por cada una de ellas el propietario debe abonar una tasa municipal y las mesas y sillas deben ser de madera y reunir determinadas condiciones estéticas. Se paga por mesa con cuatro sillas.
Desde el municipio se informó que este verano se habilitaron cerca de 200 mesas en las veredas de la ciudad.
Lorena y Patricia, radicadas en esta ciudad hace una década, no dudaron en señalar que "éste es el Bariloche que soñamos". disfrutando un helado en Jauja, en la calle Moreno, explicaron que "si todos los veranos tenemos tres meses de calor, Bariloche vuelve a ser un paraíso".
Ambas confesaron que conocieron y se enamoraron de la ciudad en verano, pero luego, al vivir con diez meses fríos por año el "amor se congeló" y varias veces pensaron en emigrar a climas más tropicales.
Fuente y Fotos: Diario Río Negro