Misiones:Bienvenidos a la jungla

En el extremo noreste de Misiones, la Reserva Natural Yacutinga es el paradigma de turismo ecológico de bajo impacto ambiental.Visitar la Selva Misionera por primera vez es una experiencia cautivante. Puede parecer una frase hecha, un lugar común, pero es así. Y la belleza de sus paisajes, con toda la vida silvestre que late, respira y se percibe claramente…

 con todos los sentidos por todas partes, puede resultar avasallante. Recorrerla aunque sea durante un par de días, sólo moviéndose por algunas pocas hectáreas, es suficiente para tener una idea bastante precisa de lo que es el área de mayor biodiversidad de Argentina. De lo que significa también la preservación de este verdadero pulmón verde del continente donde conviven cientos de especies de plantas y animales. Además es la tierra donde Horacio Quiroga vivió y creó historias alucinantes, fábulas, en las que describió la interrelación entre los animales y el choque con el mundo de los humanos.

Por eso, y una vez que el aeropuerto de Iguazú queda atrás y uno se interna en la ruta provincial 101, que atraviesa parte del Parque Nacional Iguazú, es imposible no imaginar o buscar con la mente los rincones de la jungla donde el autor de «Cuentos de la selva» se haya inspirado para relatos tan fantásticos, pero a la vez reales.

El punto de partida o de inicio para lo que será una recorrida por la selva es la Reserva Natural Privada Yacutinga, palabra que describe en idioma guaraní a una especie de ave. Son 570 hectáreas prácticamente vírgenes en una península sobre el río Iguazú, al noreste de Misiones que mira hacia Brasil.

Los sonidos del silencio

El cuarto es confortable, con un delicado toque de rusticidad agradable a la vista, cuatro grandes ventanales con sus correspondientes mosquiteros le dan no sólo una vista excepcional de la selva sino ventilación natural que hará innecesario prender el ventilador de techo. El agua caliente de la ducha es óptima para darse un baño reparador. Todo está en perfecta armonía. Pero el tema es el silencio, o mejor dicho y tomando prestado el título de la famosa canción de Simon & Garfunkel «Los sonidos del silencio». Porque de noche, la selva sigue viva. Y no hay televisión ni internet que ayuden a esconder el movimiento que sí hay afuera. Ruidos en el techo, entre las plantas, alguna pisada más acá, pueden poner en alerta al más inquieto de los visitantes. Pero, calma, nada malo sucederá. La rebelión de serpientes venenosas que describió Quiroga en «Anaconda» es sólo un cuento, un gran cuento.

Volviendo a la mañana brumosa, fresca y con llovizna, para cuando se haya desayunado como se debe el panorama empieza a cambiar. Febo asoma con más intensidad, y la niebla y la lluvia tienden a desvanecerse. Todo está listo y Saúl Antúnez, el guía que nos acompañará en estos días, marcha a la vanguardia por un sendero de unos cuatrocientos metros que conduce al pequeño muelle sobre el arroyo San Francisco. El punto de partida de lo que Saúl llama «la planchada», navegación de cinco kilómetros en kayak por ese curso de agua y el río Iguazú. Pero antes de eso, y cuando arranca la caminata, un grupo de monos capuchinos parecen saludar desde la copa de los árboles. Uno se hamaca con una liana y se arroja sobre otro árbol. Un espectáculo extra, prácticamente sobre un módulo de habitaciones.

A medida que se avanza, Antúnez describe las especies de plantas más representativas del lugar, tratando de no perder detalles de las aves. En Yacutinga, y en la Selva Misionera en general, viven 320 especies de pájaros, «casi la mitad de todo el país», dice Saúl.

La «planchada» por el arroyo San Francisco no representa dificultad. Los kayaks son para dos personas. La corriente es muy suave. Lo único que hay que hacer es dejarse llevar y con los remos hacer alguna pequeña maniobra de corrección de timón. Así se inicia una marcha durante un kilómetro que tendrá como primer punto la desembocadura de ese riacho con el río Iguazú.

Por esos caprichos del tiempo, una leve bruma vuelve a bajar por un rato. Lo mejor es ir en silencio, escuchando las aves, el sonido del agua al correr o de unos enjambres de abejas que se sienten desde el medio del arroyo como si fueran en «hi-fi». Así, en absoluta paz, se llega al río Iguazú. Serán cuatro kilómetros más aguas abajo con la reserva Yacutinga a la izquierda y con la República de Brasil a la derecha. El paisaje ahora es más abierto. Antúnez señala y describe más especies de árboles y la variedad de pájaros que las habitan. Una vez en tierra, el paseo es a pie en uno de los numerosos senderos que se internan en la selva. Serán unos 3.300 metros. Antúnez explica pacientemente cómo son los ciclos de las plantas. Una de las atracciones naturales del lugar es la laguna Tajamar. Un espejo de agua de una hectárea que con el tiempo se fue cubriendo con una planta de la zona llamada «pasto tacuara»». Con los años, esa especie de maleza tapó por completo la superficie y transformó lo que era un pequeño y pintoresco lago en un pantano. «La única forma de hacer que vuelva a ser como era antes era «randapear» todo. Entonces se decidió dejar todo así», dice Antúnez, destacando que la solución erar llenar de veneno ese sector.

Otra de las «joyas» verdes del lugar es un árbol gigante llamado «Timbó» de 400 años, que mide 42 metros de altura por 1,80 de diámetro. Antúnez dice que la planta está enferma y seca por dentro y que «es inminente su caída. El día que eso ocurra, el estruendo se va a escuchar en toda la reserva».

Dos rituales son dignos para poner un broche de oro para un paseo por la jungla. El primero tiene un toque gastronómico. Se trata de la preparación del «Chipá caburé», un manjar autóctono que se elabora con harina de mandioca, queso, leche y huevo. Se cocina a las brazas como si fuera una broché. Es ideal para la hora de la merienda, especialmente después de una larga caminata. Antúnez lo prepara con esmero y le agrega, como acompañamiento un sabroso mate cocido hecho con hojas de yerba mate que secará o tostará al fuego. El agua se hierve también al calor del fuego directo y se le agrega, además de la yerba, un caramelo realizado con azúcar quemada al carbón.

El otro ritual es una caminata nocturna por los alrededores de la reserva. Recorrer los senderos y caminos aledaños a la reserva con el único apoyo de una linterna de un teléfono celular es una experiencia singular. La noche le abre la puerta a otros sentidos. Una variedad de vida silvestre que sale en ese momento del día y uno camina con la expectativa de ver y escuchar algo. Antúnez nos lleva a los lugares donde suelen estar las arañas de las más variadas especies. También dirige el haz de su linterna en busca de alguna lechuza, un zorrito o algo que nos sorprenda. No tenemos mucha suerte, pero sabemos que hay vida detrás de esa oscuridad sin límites. En el cielo, las estrellas parecen brillar con mayor intensidad en este pedazo de mundo.

La irresistible atracción de las aguas grandes

Las Cataratas del Iguazú tienen un magnetismo especial y es el broche de oro para cerrar unos días en la Selva Misionera que comenzaron con la visita a Yacutinga Lodge Refugio de Vida Silvestre.

Los tres circuitos que ofrece el Parque Nacional Iguazú (inferior, medio y superior) tienen lo suyo para disfrutar. La sensación de estar frente a la Garganta del Diablo es indescriptible. La potencia del agua al caer es conmovedora. Pero, sin dudas, el paseo que se lleva todas las palmas, el plato fuerte, es «La gran aventura». Una embarcación que sale de un muelle en el Iguazú inferior y que lo lleva a uno hasta las mismas fauces de la naturaleza.

Para acceder a esa excursión hay que abordar uno de los buses descapotables que salen desde el área central del parque. Desde allí se recorren unos pocos kilómetros de ruta pavimentada para luego comenzar un descenso muy suave por camino de tierra que llegará hasta un sistema de pasarelas que lo depositarán al viajero en una plataforma donde aguardan amarradas las embarcaciones.

Camino a ese muelle y cuando se comienza otro descenso por una escalera, los encargados de la seguridad entregan al visitante una bolsa de plástico de color verde, un artículo fundamental para preservar del agua documentos, celulares y cámaras de fotos. Desde la escalera que conduce a la plataforma donde están las lanchas se puede ver en el agua, pequeña, pero con toda la claridad, la silueta de un yacaré, nadando muy cerca de una embarcación de Prefectura. Y otra vez, uno puede imaginar o pensar si el reptil no sería uno de los protagonistas de «La guerra de los yacarés», de Horacio Quiroga.

Arriba del lanchón la recomendación número uno, además de colocarse los chalecos salvavidas, es guardar los objetos de valor en las bolsas de plástico. Un minuto después se ponen en marcha los motores y la embarcación remonta el Iguazú (Aguas Grandes en guaraní) y encara hacia las cataratas. Habrá unos minutos para que todos podamos sacar «la foto», pero después llegará la advertencia: «Ahora sí, guarden cámaras y celulares». Y llega el momento más esperado. «Ahora van a darse una buena ducha», dicen los guías cuando dejan a sus contingentes en manos de los marineros.

Adrenalina, emoción, risas nerviosas, alaridos y gritos desesperados de todo tenor y calibre. El sol cae implacable cerca de las dos de la tarde y el torrente indómito, esa ducha monumental que pega de lleno en la cara y apenas deja abrir los ojos, llega como una bendición. El bote va y viene una y otra vez, frente a los saltos «Los tres mosqueteros» y «San Martín». Son las cataratas que descargan toda la fuerza de la vida.

Alojamiento

Yacutinga Lodge Refugio Privado de Vida Silvestre

Ofrece una serie de paquetes turísticos de dos y tres días o cinco días con pensión completa y que incluyen actividades dentro de la reserva como los paseos en Kayak y caminatas nocturnas. También se realizan avistaje de fauna e identificación de flora. Además, para vacaciones de invierno se preparan actividades lúdicas y de comprensión del lugar para disfrutar en familia. También hay opciones para los cultores del yoga que estarán disponibles en julio. Más información: reservas@yacutinga.com o en www.yacutinga.com

Puerto Iguazú Amerian Portal del Iguazú

Una excelente opción para hacer «base» para luego visitar las cataratas. Hotel 5 estrellas con más de cien habitaciones, servicios de primer nivel, excelente piscina y con una vista privilegiada hacia la triple frontera.

Fuente: www.lacapital.com.ar Por Ariel Etcheverry

Más información: www.portaldeliguazu.com

 

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